La Balanza, nuevas formas en la cocina casual (CRÍTICA)
La Balanza, nuevas formas en la cocina casual (CRÍTICA)
Ignacio Medina

En La Balanza te dan la bienvenida con un pote de tomatitos cherry confitados con una buena porción de crema de queso. Algo diferente, entretenido y sabroso, para variar. Más que un detalle, un síntoma de que las cosas tomarán un curso diferente. No esperaba otra cosa. Estamos en la última propuesta de Coque Ossio en San Isidro y mantiene la esencia de la marca: cocina casual, entretenida y funcional.

La Balanza es uno de esos restaurantes que me gustan por partes. Alegre y vivo el comedor del fondo, triste y desangelado el que ocupa el pasillo que llega desde la puerta. Diligente en el trato, aunque con un servicio que tira a obsequioso y poco natural. La cocina cumple y a veces divierte, aunque todavía vive entre dos aguas.

Lo más llamativo de su carta es la parte vegetal. Un bloque amplio y tan diferente como lo es el carpaccio de beterraga asada. Un plato simple y resultón. Algo parecido sucede con  una sopa fría de zanahoria bien construida alrededor de aromas de jengibre, hierbaluisa y leche de coco. Lástima que lo sirvan en un pozal tan inabarcable que lo afrontas como si tuvieras a tu madre –con ‘esa’ mirada de no te levantas hasta que no lo acabes– tras el cogote.

Las proporciones y las medidas son importantes en la cocina. Lo confirma el cebiche de champiñones –técnicamente son hongos, como dice la carta, pero el nombre le viene grande– y espárragos verdes. Ganaría mucho si no hubiera leche de tigre suficiente para acabar pareciendo una sopa fría.

Son detalles que no deberían opacar una propuesta generalmente bien concebida, pero los detalles cuentan cuando las facturas de los restaurantes crecen sin parar. No importa si es en un restaurante de lujo o un hueco: comer en esta ciudad es una aventura cada día más injustificadamente costosa.

La propuesta vegetal falla descaradamente con los ñoquis de remolacha. El plato se vuelve confuso de puro abigarrado y sufre la presencia de un queso azul que acaba ocultando los demás sabores. Me desconcierta la relación de la cocina peruana con los lácteos, presente en platos como las conchas con mantequilla de granada o las navajas al parmesano. Al final, la mantequilla y el parmesano hacen valer su presencia hasta el punto de que nada sabe a lo que debería.

El arroz meloso con mariscos y leche de coco resultó ser uno de los platos más completos de la carta, junto a un magnífico lomo saltado. Pudieron tener la competencia de la charela en costra de chorizo, una combinación llamativa y bien resuelta, pero el puré de lentejas y la ensalada que la acompañan convierten el plato en un ﷯batiburrillo confuso y extraño﷯. Algo parecido ocurre con el cordero y el cochinillo, dos piezas perfectamente cocinadas que acaban sufriendo la anodina compañía de otras tantas sobredosis de puré (habas para el primero, peras para el segundo). Ese no es el camino para redondear un plato.

Los postres encuentran un buen representante en la bomba de chocolate.

LA BALANZA
Puntuación: 2 estrellas. 
Tipo de restaurante: cocina contemporánea. Dirección: Emilio Cavenecia 162. San Isidro. Lima. Teléf. 2222659. Tarjetas: Visa, Master Card, Diners, American Express. Valet parking: Sí. Precio medio por persona (sin bebidas): 90 soles. Bodega: aceptable. Observaciones: cierra domingo en la noche.

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