La crítica de Ignacio Medina sobre el restaurante Siete Sopas
La crítica de Ignacio Medina sobre el restaurante Siete Sopas
Ignacio Medina

Llego a Siete Sopas empujado por el éxito mediático y encuentro una multitud esperando a ocupar el espacio que ahora llena casi la misma cantidad de gente. Es la hora del almuerzo y es como si las empresas hubieran trasladado sus oficinas a este local de buen tamaño, levantado hace poco en el cruce de Arequipa con el jirón Pedro Conde, a dos pasos de César Vallejo. Es todo un fenómeno. Una acertada puesta en escena y el hecho de abrir las 24 horas refuerzan los argumentos.

La base del atractivo son las sopas, entendidas en el sentido más amplio: todo aquello que se sirve con caldo y en un momento u otro se come con cuchara. La amplitud del concepto facilita la inclusión. Tan sopa es un caldo de gallina con su fideo, su papa, su huevo y la pieza que haga las veces de gallina como un sancochado. Tiene su punto; permite acercarse a esos guisos que la mitad de la cocina políticamente correcta ha desterrado de sus cartas. Siempre preparan sopa criolla y caldo de gallina, completando la oferta con una sopa más cada día de la semana. La cazuela es, por ejemplo, un guiso a tener en cuenta. Si juntas pecho de res, maíz, garbanzo, frijol, vainita, yuca y col para cocerlos a fuego lento hasta dejar tierna la carne, el resultado no debería fallar. Y no lo hace. Es un guiso denso, confortable y reparador. Solo un pero: el garbanzo necesita una cocción mucho más larga. O lo preparan por separado o debe entrar al puchero un par de horas antes que sus compañeros de viaje.

Las otras dos sopas son sabrosas, están bien construidas y responden a lo esperado; han cuidado el tema central del negocio. La criolla es poderosa y potente, mientras el caldo de gallina no está nada mal. Si la gallina (o el pollo) no llegara seca como parece ser norma (merece la pena cambiar algunas tradiciones), me gustaría aún más. Servidas en tres tamaños que permiten adaptar formato y precio a las necesidades de cada quien, son una propuesta impecable.

Los problemas asoman más allá de las sopas, entre los siete platos que completan la carta. La mayoría son sencillos y no deberían dar problemas, pero los hay y no son chicos. El principal viene del servicio. Deciden servir seis platos al mismo tiempo en una mesa en la que apenas caben tres, como en un chifa de barrio, y cuando aceptan que deben servirlos al acabar las sopas –llegan a intentar dejarlos en una silla junto a la mesa– acaban trayendo los mismos platos del comienzo, aunque 25 minutos más fríos. Misterios de la cocina: los sustitutos llegan igualmente fríos. Vistos los platos que esperan en el mostrador de salida de la cocina, parece un problema de organización. Más allá de los desajustes, el lomo saltado se salvaría si llegara recién hecho, los fetuccini al pesto están pasados de cocción y el chaufa al cilindro muestra el inequívoco sabor… de la salchicha de bolsa.

AL DETALLE
Calificación: 1.5 estrellas de 5
Tipo de restaurante: Cocina popular.
Dirección: Av. Arequipa 2394, Lince.
Tarjetas: todas.
Valet parking: no.
Precio medio (sin bebidas): 25 soles.
Bodega: No hay.
Observaciones: abre 24 horas.

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