Ignacio Medina: lee su crítica del restaurante Barra Lima
Ignacio Medina: lee su crítica del restaurante Barra Lima
Ignacio Medina

Me quedo con Barra Lima. Llegué siguiendo el reclamo de media docena de fotos colgadas en las redes y salgo feliz de haberlo hecho. Tres días atrás no sabía de su existencia y mientras almuerzo me cuentan que estuvieron en marcha blanca hasta un día antes. Nunca había valorado un restaurante en su primer servicio y todavía encuentro aristas por pulir, unas veces detalles y alguna cuestión más conceptual, pero no me parecen determinantes. Lo importante es que acabo de dar con una propuesta joven y sin complejos, capaz de contar cosas bien estimulantes.

 Me gusta lo que veo. En Barra Lima ofrecen una cocina todavía imperfecta pero el suyo es, antes que nada, un ejercicio diferente. Llama la atención por su capacidad para romper con las rutinas que encorsetan la cocina limeña, ofreciendo fórmulas y preparaciones divertidas que desvelan un nivel técnico claramente por encima de la media; sobre todo muestra ideas. No hacen alta cocina ni proponen un espacio de moda. Solo tienen ganas de cambiar las cosas y lo hacen con gusto y sentido común. Disculpen la emoción, pero son tres valores muy poco frecuentes en nuestras cocinas más recientes. Si perfilan los detalles serán una de las grandes referencias del año. Si además son capaces de abrir la perspectiva cuando cocinan, pueden llegar mucho más lejos.

El primer detalle está en un tiradito de conchas condimentado con mango, sacha-tomate, jugo de camu camu y cushuro. Ganaría recortando la cantidad de jugo pero hay matices y elegancia. Sobre todo hay originalidad sin trastocar la esencia del plato. Muestra además la buena relación que mantienen con algunos productos amazónicos. Entendieron lo que la despensa selvática puede aportar a la cocina y lo explotan en su breve carta. Los choritos a la chalaca se manejan en una línea cercana. Aparecen la cocona, el ají charapita y el sachaculantro para proponer una combinación gustosa y atractiva que deja el chorito en un lugar secundario, lo que no está nada mal, porque los choros que solemos manejar no son para dar saltos de alegría.

Y además saben freír. Lo pregona una jalea construida en torno a unos espectaculares pejerreyes. En el punto justo de cocción, crujientes y sin una gota de grasa. El calamar no se queda atrás, son respetuosos con el langostino y se les ha ido un poco el punto de la lisa. Necesitan ajustar la salsa tártara. Está bien resuelto el arroz chaufa, montado con un huevo frito, y falla el pescado a lo macho. Es un buen guiso, preparado con lisa de Huarmey, pero le sobra el puré de papas que cubre el plato: empasta los sabores y le hace perder frescor y naturalidad. De postre, un interesante chape de moza callejero; una esfera de chocolate blanco rellena con espuma de leche volteada y frutos rojos. Necesita añadir matices, pero es un cierre llamativo.

AL DETALLE

Calificación: 3.5 estrellas de 5
Tipo de restaurante: cocina peruana actual. 
Dirección: Conquistadores 904, San Isidro, Lima. 
Teléfono: 969636234. 
Tarjetas: Visa. Valet parking: no. 
Precio medio por persona (sin bebidas): 60 soles. Bodega: Cervezas y chicha. 
Cierra noches y domingo.

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