Los bebés son seres frágiles y su cuidado debe ser muy meticuloso, ya que cualquier procedimiento improvisado puede ocasionar alguna reacción o malestar en su pequeño cuerpo. Una de las zonas más delicadas que posee el infante es la de sus oídos, parte esencial del desarrollo del sentido de audición.
Debido a su naturaleza, los padres suelen tener muchas interrogantes con respecto a su limpieza y por temor muchas veces se opta por no asearlo hasta que sea más grade. Lo cierto es que lejos de prevenir alguna afección, esto puede ser contraproducente para su salud. En el siguiente artículo te explicamos cómo asear los oídos del bebé de manera exitosa.
¿Cómo limpio el oído de mi bebé?
Al igual que el corte de uñas, esta situación genera ciertos nervios. No obstante, es más sencillo de lo que parece. En primer lugar es importante hacer hincapié en que nunca debes valerte del uso de hisopos, tampoco algodones o cualquier otro instrumento que sea empleado para introducirlo dentro del oído del menor, lejos de hacerle un bien podrías poner en riesgo su salud auditiva, ya que los bastones dañan el tímpano y los gajos de algodón se almacenan en el oído, provocando infecciones.
Ahora bien, te explicamos cómo higienizar el oído de tu bebé. En primer lugar, humedece un pedazo de gasa con agua tibia. Posteriormente pásalo muy suavemente por toda la zona del pabellón auditivo (área de la oreja que se encuentra al exterior del conducto interior). Después, dirígete a la zona de los pliegues y del pallar. Repite este procedimiento diariamente para mantener aseadas las orejas de tu pequeño.
¿Qué pasa con la cera?
Te estarás preguntando por qué no hemos mencionado el retiro de cera. Pues bien, es importante precisar que la cera cumple la función de frenar el ingreso de gérmenes y bacterias al sistema auditivo. Esta se regenera constantemente, no es necesario retirarla ya que se desprende sola. Por eso se dice que el oído es una de las zonas del cuerpo que poseen la capacidad de autolimpieza.
¿Cómo proteger los oídos de un bebé?
A diferencia de un adulto, los más pequeñitos tienen un sistema auditivo mucho más frágil por lo que son propensos a sufrir de otitis (inflamación del oído). Para evitarlo, mantén secos los oídos de tu hijo, sobre todo después de bañarlo o de meterlo a la piscina. Asimismo, asegúrate que el agua se encuentre limpia y cumpla con todos los protocolos sanitarios.
Por otro lado, mantén a tu pequeño alejado de objetos que emanen mucha bulla o de espacios que sea ruidosos. De esta forma previenes causar daños en el tímpano y por ende el deterior de la audición.