Después del parto, el cordón umbilical pierde su función vital, ya que el bebé comenzará a alimentarse por la boca. Por lo tanto, profesionales proceden a cortar el cordón aproximadamente a 4 centímetros del abdomen del bebé. El trozo sobrante del cordón, conocido como muñón, se sujeta con pinzas o clips de plástico especiales, formando así el ombligo del bebé.
A partir de este momento, el ombligo del bebé pasa por un proceso natural de autodestrucción, sin infección, que culmina con la caída del resto del cordón. Por lo general, el tiempo necesario para que el cordón se desprenda por completo oscila entre ocho y diez días, aunque en bebés nacidos por cesárea puede llevar de 12 a 15 días. Una vez que se desprende, se forma una herida que requerirá cuidados adecuados para su pronta curación.
La cicatrización de la herida suele ocurrir entre tres y cinco días después de la caída. Mientras el cordón no se haya caído, es fundamental mantener el ombligo del bebé seco, protegido y cubierto para evitar posibles infecciones y promover una pronta caída.
Anteriormente, se aconsejaba bañar al recién nacido por partes para evitar mojar el ombligo mientras el cordón aún no se había desprendido. Sin embargo, en la actualidad se recomienda bañar al bebé con agua y jabón, asegurándose de secarlo cuidadosamente para evitar la proliferación de bacterias. Por lo tanto, mientras la herida no esté completamente cicatrizada, lo más importante no es evitar el baño del bebé, sino asegurarse de que el cordón esté bien seco. Asimismo, es fundamental realizar la cura del cordón a diario o cada vez que se ensucie con heces u orina, para mantenerlo limpio y seco.
Muchas veces, la cura del ombligo del bebé puede parecer complicado debido a los extremos cuidados con los que se debe hacer. Por tal motivo, te detallamos que no debes realizar a la hora de limpiar una zona tan sensible.
Mala manipulación
El cordón umbilical se caerá por sí solo en unos días o semanas. No debes tratar de quitarlo a mano o cortarlo antes de que se haya secado y caído naturalmente.
Evitar las cremas
No es necesario aplicarle lociones ni cremas, mucho menos una crema antibiótica. Es un error comprensible que muchos cometen, pero no se debe hacer. Se curará con mayor rapidez cuando menos lo manipulas.
Opta por hisopos
Es preferible evitar el uso de pañuelos desechables o trozos de papel higiénico para limpiar el ombligo de un recién nacido. Aunque estos pañuelos pueden parecer suaves, su tejido puede resultar áspero para la delicada piel del bebé.
Atentos a las infecciones
Durante el proceso de cicatrización y caída del cordón umbilical, es común observar una costra arrugada en esta zona, que presenta un tono entre rojizo y marrón. Sin embargo, es importante tener precaución para no confundir su apariencia con signos de infección. En caso de que el área comience a presentar secreción de pus y un olor desagradable, es recomendable llevar al niño al pediatra lo antes posible.
No secarlos bien
Es fundamental secar la zona con extremo cuidado después del baño y para eliminar el sudor. Esta precaución adquiere mayor relevancia durante los períodos de calor. En ocasiones, cuando los niños se quedan dormidos, es común que se despierten sudando. Para mantener la zona limpia, es recomendable enjuagarla con agua fresca y proceder a secarla con sumo cuidado.
No tenses ni frotes
En el proceso de limpiar alrededor del ombligo, es importante tener cuidado y evitar cualquier acción que pueda causar incomodidad o daño. Se recomienda ser suave al realizar esta tarea y evitar frotar o raspar el área. Dado que el ombligo es una zona delicada, manipularla bruscamente puede ocasionar molestias o lesiones.