El ajedrez consta de 32 piezas que se mueven en tablero de 64 casilleros, pero no tiene límites. Con el pasar de los años, no solo se han descubierto nuevas jugadas ganadoras o estrategias para resistir las arremetidas del rival, sino que se ha comprobado lo importante y necesario de introducir esta actividad lúdica como una asignatura obligatoria en la escuela, tal como sostiene el estudio “Los beneficios del ajedrez para el enriquecimiento intelectual y socioemocional en escolares”, publicado en la National Library of Medicine.
Para Saúl Chacaliaza Briones, psicólogo orientado al estudio de la actividad física y el deporte del Instituto Peruano del Deporte (IPD), introducir el ajedrez desde edades tempranas colmara a un niño o una niña de diferentes y vitales habilidades que le servirán en su día a día.
“Este deporte contribuye con variables psicológicas que ayudan a los pequeños a desarrollar habilidades relacionadas a la organización y la planificación. También potencian la memoria, la concentración, el análisis y la resolución de los problemas. Asimismo, se ha comprobado que el ajedrez está muy asociado al desarrollo de la creatividad”, detalló en diálogo con Hogar&Familia.
“El ajedrez nos permite aprender de nuestros errores, fomentando así el autoconocimiento, autocontrol y la tolerancia a la frustración. Además, como todo deporte, enseña a asimilar las victorias y las derrotas que pueden existir”, acotó.
Sin embargo, el experto en salud mental lamentó que la enseñanza del ajedrez en las escuelas sea, en la gran mayoría de casos, fomentada por el lado competitivo. “Solo se hace foco en los alumnos que han demostrado ser buenos en este deporte, y se deja de lado a quienes solo lo juegan para disfrutarlo o divertirse entre amigos”, señaló.
“Muchas veces se ve que niños dejan de hacer un deporte porque les dicen que no son buenos, y eso está mal. No todo tiene que estar ligado a la competencia, sino que también se puede compartir como un momento lúdico, un momento para mantenernos enfocados en una sola actividad. Este juego nos prepara para la vida, porque aprendemos de nuestros errores”, continuó Chacaliaza.
Si bien puede que no sea un deporte muy atractivo socialmente hablando, el ajedrez no impone barreras físicas. “Se puede jugar pese a la distancia a través de un ordenador o dispositivo móvil, asimismo, no genera diferencia si se enfrenta un hombre con una mujer, o si juegan personas de diferentes edades. Incluso, si es que se tiene alguna discapacidad física, cuando dos personas estén al frente de un tablero de ajedrez, no habrá ventaja alguna”, puntualizó el psicólogo deportivo.
¿Desde qué edad se recomienda aprender ajedrez?
De acuerdo a la opinión del especialista, va a depender mucho del desarrollo cognitivo del pequeño. Es decir, el padre o la madre debe cerciorarse de que el niño sea capaz de comprender instrucciones.
“Esto suele pasar entre los 4 o 5 años de edad. Para ese entonces, ya se puede fomentar en los pequeños el conocimiento básico del deporte, para luego, progresivamente, ir complejizándolo a lo largo de del desarrollo del niño, y según también a como este vaya asimilando las reglas de este deporte”, precisó.
¿Cómo introducir a un niño o niña en el ajedrez?
Para que el ajedrez pueda captar la total atención de un niño, Saúl Chacaliaza aconsejó a los padres a ligar esta actividad lúdica con sus emociones. De esta manera, un menor podrá asociar el juego con un momento amigable lleno de estímulos positivos.
“Es importante que los padres, a la par que enseñan las reglas del deporte, lo conviertan en un espacio para compartir tiempo juntos. En ese momento, es bueno que le expresen reforzadores sociales, como un ‘bien hecho’ o cualquier otra expresión que haga que el niño quiera seguir practicando el ajedrez, no solo porque le gusta, sino porque también ve una manera de compartir tiempo de calidad no solo con el padre o la madre, sino con personas cercanas y a quienes estima”, precisó.
Hay que recordar que los más pequeños del hogar, al igual que nosotros los adultos, van a dedicar tiempo y esfuerzo a aquello que les gusta, les apasiona o que les divierte. “Esta diversión la podemos llevar a nivel macro, un ejemplo es que cuando se sienten a jugar, se pongan unos gorritos en forma de las piezas, también se puede usar tapetes o pequeñas alfombras en forma del tablero de ajedrez. Incluso, para hacerlo más interactivo, pueden realizar movimientos o saltos en forma de como avanza un peón, un alfil, un caballo”, manifestó.
“Todos estos implementos van a servir para llevar al ajedrez a un siguiente nivel y que no solo se quede en el tablero, sobre todo para edades en que las pantallas del celular o la tablet captan su atención y generan más estímulos”, finalizó Chacaliaza.