El machismo es muy común en el Perú. No solo se percibe en el día a día, sino que se ve reflejado en los innumerables casos de violencia domestica que se denuncian año tras año en el país. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), solo en el 2022, más de la mitad de mujeres que viven dentro del territorio nacional declararon haber sido víctimas de violencia psicológica, física y/o sexual por parte del esposo o conviviente.
En busca de descifrar cómo ponerle fin a este tipo de discriminación y opresión basada en el género, Hogar&Familia conversó con la psicóloga clínica Carmen Bravo de Rueda, expresidenta de la Asociación de la Salud Mental de la Mujer, quien explicó que el machismo está enquistado en la sociedad debido a que las familias lo continúan perpetuando, pese a que los tiempos ya han cambiado.
“El padre se educó dentro de una tradición machista en su familia y por eso, al crear una nueva, quiere imponer las mismas actitudes con las que fue criado. Para él es un estilo de vida, son leyes, aunque no estén escritas, de que los hombres tienen ciertos privilegios y ciertas misiones que cumplir por encima de las mujeres”, comentó la experta en salud mental.
“Hay que tener en cuenta que el machismo no nace en la familia, sino que se transmite mediante ella. Estas ínfulas de superioridad están relacionadas con la sociedad, la cultura, el país y la forma en que vivimos”, continuó.
¿Se puede combatir el machismo desde el hogar?
Para Claudia León, directora ejecutiva de la ONGD Buckner Perú, organización que busca el desarrollo integral de niños, niñas, adolescentes y familias en estado de vulnerabilidad, el fin del machismo se debe gestar desde el hogar a través de una correcta educación a hijos e hijas.
“Es una tarea pendiente en Perú, pero es en el hogar donde se pueden dar estos grandes cambios, muchas veces nos enfocamos en que la escuela debe de educar en ese aspecto a nuestros hijos, pero nos olvidamos que el ambiente más importante para un niño es su familia”, dijo León.
“Es allí donde se educa sobre la paridad entre hombres y mujeres. Es allí donde se demuestra que una relación saludable funciona mejor, a comparación de una familia que es dispareja y trata de funcionar desde la superioridad de un miembro y la sumisión del otro”, agregó a este medio.
Por su parte, Bravo de Rueda consideró que, para exiliar el machismo de nuestra sociedad, se debe lograr una educación bidireccional en el hogar, es decir, no solo papá y mamá deben intervenir en el comportamiento de los hijos, sino que es obligación de estos últimos también ocuparse de la forma en que piensan y proceden sus padres.
“En casa, es muy importante, pero muy importante, que los jóvenes eduquen a sus padres y los ayuden a luchar en contra de todas estas creencias. Es importantísimo hacerles ver y reflexionar sobre cómo ellos también fueron criados. Que tengan mucho cuidado porque están transmitiendo comportamientos machistas que, lamentablemente, la sociedad continúa abalando”, sostuvo.
Evita la educación machista
Varios roles de género se han impuesto de manera tradicional en el hogar, por lo que hay familias que aún las practican. Esto, en muchas ocasiones, define el pensamiento de los hijos y crecen pensando de que una actitud machista es la correcta.
“Por ejemplo, un padre que le dice a la hija que ella tiene que regresar temprano a la casa porque es mujer, mientras que, a su hermano, incluso menor, lo deja quedarse hasta más tarde solo por ser hombre. Entonces, es como que el simple hecho de la diferencia de género, le da más privilegios, lo reafirma en su virilidad y en su hombría constantemente. Esto solo enseña que, por haber nacido hombre, ya se tienen una serie de privilegios por encima de la mujer”, precisó la psicóloga clínica.
Pero este actuar no solo es del padre, sino que también la madre perpetua estas formas de comportamiento debido al trato diferenciado que le da a los hijos. Según postuló Bravo de Rueda, muchas veces el hijo tiende a tener esta clase de comportamientos debido a que se le inculcó desde pequeño que los quehaceres del hogar, u otras actividades, son netamente responsabilidad de ella, su hermana, u otra mujer de la familia.
Mientras que, a la hija, sin saberlo, la adoctrinan porque la madre tiene en su cabeza prejuicios tan enquistados que ni siquiera logra pensar en el principio de igualdad. “Si la madre trata de imponerle a la hija esta cultura, es porque ella la ha aceptado. Es decir, tuvo una familia machista que le enseñó a seguir este tipo de roles tradicionales, entonces si mamá y papá están de acuerdo, de alguna manera, en que esas son las actitudes que deben de seguir los hijos, entonces, la misma madre le impone la subordinación a su hija”, finalizó.