La educación inicial es un periodo crucial de la vida de las personas porque planta los cimientos para el aprendizaje posterior hasta la edad adulta y así lo entienden cada vez más los padres. Es en esta búsqueda de una formación particular que pueden surgir interrogantes acerca de qué debería aprender un menor en los primeros cinco años de su vida y la oferta de formación previa a la primaria a veces parece incrementar las dudas.
Es el caso de César, un padre de dos niños pequeños que prefirió que no se nombre su apellido, quien comenta que mientras buscaba un nido para el mayor de sus hijos se sorprendió al encontrar centros educativos que incluían en su enseñanza temáticas bastante avanzadas con respecto a lo que se ve tradicionalmente la educación inicial.
“Cuando investigamos sobre nidos nos llamó la atención que algunos ofrecían —seguramente para competir con otros—, enseñar escritura y hasta ofimática”, contó. Tras juzgar junto a su esposa que “no era ideal quemar etapas”, finalmente optó por un colegio de inicial que se enfocara más el desarrollo de las habilidades elementales de sus hijos. Otros dos padres consultados, que también prefirieron mantenerse en el anonimato, mencionaron incluso que hallaron algunos colegios que pedían que los niños llegaran a primaria con conceptos más o menos avanzados de lectura o escritura.
Casos como estos son parte de la particularidad de cada familia, pero dan pie a una interrogante clara: ¿qué deberían aprender entonces los niños antes de la edad escolar? El Comercio conversó con tres especialistas para intentar contestar esta y otras interrogantes.
Prioridades y distancia respecto a la primaria
La educación inicial es obligatoria según la Ley General de Educación y el Estado tiene una postura clara con respecto a los requerimientos de la formación temprana, ya que considera que no se trata de un simple trámite antes de pasar a la siguiente etapa educativa de los niños.
Emma Aguirre, jefa de la Dirección de Educación Inicial del Minedu, es frontal al indicar que el docente de inicial “no trabaja para la primaria”, sino que tiene una metodología propia y metas específicas.
“En el Perú desde 1970 la educación inicial se llama así porque no es preescolar, no es una preparatoria para la primaria, es una educación que busca el desarrollo pleno de todas las capacidades del niño en disposición a su nivel de madurez y en armonía con su nivel de desarrollo”, explica la funcionaria. “No se educa para la primaria, se educa (en primer lugar) para el desempeño en el hogar, la calle y el jardín, y luego es que se produce el tránsito hacia la primaria”, añade.
Para Carmen Sandoval, jefa de la carrera de educación inicial en la Pontificia Universidad Católica (PUCP), lo que se busca durante los primeros años de la educación es el desarrollo conjunto de las habilidades del menor.
“Los niños en estas edades aprenden a través del juego el juego, la exploración, el descubrimiento”, explicó la docente. “Nosotros como profesores de educación inicial deberíamos buscar que el niño pueda conversar sobre lo que le inquieta, pueda desarrollar su creatividad y tener experiencias vivenciales”, añadió.
Una visión similar tiene Carmen Rosa Coloma, psicóloga y profesora principal del Departamento de Educación de la PUCP, quien señala que en este periodo “el niño va tomando conocimiento mediante los sentidos, pues lo que escucha, come o toca le permiten conocer lo que lo rodea”.
“Este es un proceso que va desde lo concreto hacia lo abstracto, por lo que es diferente la formación que se brinda a un niño de cuna o jardín a la de uno de primaria. Este último (a diferencia de uno de inicial) tiene seis o siete años y ya tiene experiencias directas acumuladas, lo que le permite lógicamente hacer categorías y clasificar los objetos o sonidos que ha ido captando”, indica la especialista en procesos cognitivos y sociales.
El Día de la Educación Inicial en el Perú se celebra cada 25 de mayo en recuerdo de la creación del primer jardin de la infancia del país, inaugurado en 1931 por las hermanas Victoria y Emilia Barcia Boniffatti. El centro educativo se ubicaba en la zona aledaña al actual Estadio Nacional.
¿Es correcto enseñar a leer, escribir o sumar en inicial?
En este punto la opinión de los profesionales ligados al rubro educativo parece ser unánime: la naturaleza del aprendizaje infantil hace que la enseñanza de procesos demasiado complejos no sea recomendada en la fase inicial de la educación. Esto a pesar de que haya nidos que insistan en incluir la lectura, escritura y operaciones aritméticas como parte importante de su malla curricular.
Emma Aguirre es clara al apuntar que la enseñanza no se debe acelerar sin fundamento y que ninguna escuela primaria debería exigir la lectoescritura y las operaciones matemáticas como requerimientos para la admisión de estudiantes.
“Por supuesto que no (se debería exigir estos conocimientos). Una primera cuestión que hay que destacar es que hablamos de una educación básica y una continuidad. ¿Qué es esto? Pues que haya coherencia entre la inicial, la primaria y la secundaria”, sostuvo Aguirre.
La funcionaria señala que desde el Ministerio de Educación se busca el progreso de las habilidades y recursos que el niño va a ir utilizando de manera cada vez más compleja para resolver problemas, por lo que es de mayor interés que el estudiante de inicial tenga la capacidad de expresarse de forma oral y a través del dibujo, la plastilina, el collage y otros lenguajes artísticos.
No obstante, Aguirre aclara que el aprendizaje de la lectura y escritura se puede producir en el nido en la medida que el alumno haya pasado satisfactoriamente por las fases previas, pues puede darse el caso de que muestre signos de precocidad en esta u otra área y haya desarrollado la función simbólica con la que representa el mundo real.
Desde el punto de vista de Carmen Sandoval, el tránsito hacia la lectura y escritura requiere el paso por otras experiencias y que debe darse de forma lúdica y activa.
“No buscamos tanto que el niño esté sentado haciendo fichas o planas, sino explorando a través de los sentidos”, menciona la catedrática de la PUCP. “En otras sociedades los niños aprenden a leer o escribir convencionalmente a los seis o siete años, por lo que inicial es la etapa de descubrir y acercase a ello. Los niños van a trazar y hacer sus primeras exploraciones con lo escrito, pero jugando”, profundiza la docente.
Sandoval cita el trabajo de la argentina Emilia Ferreiro, indicando que los pequeños empiezan a realizar trazos con algún sentido hacia los tres o cuatro años, por lo que aprender a escribir pasa por diferentes niveles que se extienden desde inicial hasta bien entrada la primaria.
“Hacia los seis o siete años se empiezan a escribir textos más largos y entre los siete y ocho años se consolida este aprendizaje, que es muy largo, por lo que no sirve de nada adelantar el proceso”, argumenta la especialista en educación inicial.
Paralelamente, Carmen Rosa Coloma explica que “el lenguaje es una representación de algo concreto” y en ese contexto de enseñanza, los ejemplos denotativos y gráficos son un punto de inicio muy importante para ir introduciendo a los niños al mundo escrito y otras ideas más elaboradas.
“Por ejemplo, la palabra ‘manzana’ ya es una representación de un objeto que el niño ya ha visto, al igual que un dibujo. Si no ha visto dicho objeto, este es complejo (de explicar)” , precisa la psicóloga. “Es por ello que los cuentos infantiles tienen imágenes, ya que estas ayudan mucho”, añade.
En cuanto al aspecto matemático de la educación, las especialistas consultadas en esta nota coinciden en que durante la niñez temprana la representación de la realidad y los procesos lógicos están estrechamente relacionados. Es por esto que la introducción a los conceptos matemáticos también tiene lugar desde el reconocimiento del entorno por parte del infante.
“La palabra es más compleja que el dibujo y el número es más complejo todavía. ¿Cómo representar mil manzanas? Es un proceso que va de lo concreto a lo abstracto”, apunta Coloma, que prosigue con su ejemplo: “Es como decir: ¿cuánto es una manzana más otra manzana? Si ponemos una manzana y le agregamos la otra esto es algo concreto porque el niño puede tocar estos objetos. Evidentemente se van agregando más objetos y uno le va enseñando los números. Ahora hay dos, tres, cuatro y uno llega hasta mil manzanas. Ya no se necesita tener la manzana porque el niño ya sabe que es una representación del objeto que vio antes”.
Al igual que su colega, Carmen Sandoval tiene claro que el uso de objetos concretos es un primer paso para que el niño establezca sus primeras nociones numéricas en lugar de memorizar secuencias sin un trasfondo lógico.
“En el caso de lo lógico matemático, a esas edades se trabaja con material más concreto que con la memorización porque la noción del número se construye poco a poco y no tiene sentido poner al niño a memorizar del uno al cien. Esto es diferente a que aprenda algunas nociones con respecto al número explorando, por ejemplo, con arrocitos, canicas o haciendo conjuntos: los niños van a aprender jugando”, cuenta al respecto Sandoval.
De manera específica, el Programa curricular de Educación Inicial del Minedu, indica en su apartado dedicado a la matemática que la formación debe lograr que niñas y niños resuelvan problemas de cantidad, forma, movimiento y localización.
Del punto anterior se desprende que para el menor es también importante el análisis del espacio que lo rodea de cara a la futura implantación de nociones lógicas. Esto abarca desde el reconocimiento de las formas y patrones hasta el cálculo empírico de distancias, por citar algunos puntos relevantes.
Emma Aguirre sostiene que la elaboración de patrones lógicos y clasificaciones debería ser otro de los puntos de inicio para introducir estas ideas un poco más complejas en los estudiantes de inicial. Un niño pequeño también puede empezar a agrupar los objetos concretos citados líneas arriba según características como el color, tamaño o algún otro significado.
“Buscamos que desarrollen nociones que son preconceptos de establecimiento de relaciones: semejanzas, diferencias, correspondencia”, explica Aguirre.
Asimismo, la experta del Minedu menciona que los conceptos de espacio, dimensiones y desplazamiento constituyen otro eje en el aprendizaje matemático que, pese a su relevancia, suele ser ignorado.
“Cuando un niño intenta introducir en una habitación un mueble o una silla o trata de meter la mesa es toda una operación mental saber cómo introducirla, calcular el tamaño de las patas, dónde colocarla, si hay espacio, la idea de adelante, detrás, izquierda, derecha... Todas estas nociones espaciales son los principios de geometría que le van a permitir ubicarse y relacionarse con el espacio y cuánto puede saltar, por ejemplo”, subraya Aguirre.
“Estas son nociones de matemática que se aprenden de manera integral, ya que en inicial no separamos matemática, comunicación o psicomotricidad. El niño, cuando está haciendo psicomotricidad, también está haciendo cálculo porque analiza cuánto puede saltar y hasta dónde puede llegar”, insiste.
¿Qué hacer con los niños precoces?
En el caso de que una niña o niño llegue a mostrar aptitudes superiores en algunas capacidades, la recomendación académica es que tanto padres como maestros no pierdan de vista que el crecimiento del menor debe ser integral. Pese al aventajamiento del infante en determinada área, su desarrollo puede ser normal o incluso bajo en otros aspectos de su formación y es importante que el crecimiento en esos frentes no sea descuidado.
“Puede haber niños que tienen habilidades cognitivas equivalentes a las de uno de siete u ocho años, pero emocionalmente están en un rango de entre tres o cuatro años, teniendo una edad cronológica de cinco años. Entonces, lo que tiene que hacer la maestra es darles una atención particular y, si el niño lo pide, seguir alentando este desarrollo con tareas más complejas, pero también observar en qué aspectos tendría que equilibrar ese avance”, manifiesta al respecto Emma Aguirre.
Es importante señalar también que un mayor desarrollo temprano de ciertas habilidades puede ser consecuencia del estímulo que proveen el entorno y el núcleo familiar del pequeño estudiante.
“Por ejemplo, los hijos de un par de académicos probablemente vayan todos los días a la biblioteca, les lean y tengan diferentes experiencias para que se relacionen con lo escrito, no solo con lápiz sino a través de pintura y otros materiales”, puntualiza Carmen Sandoval.
“Tiene que haber un trabajo bien articulado entre la escuela y la familia. Evidentemente los padres no saben todo lo que se trabaja la escuela, pero sí es necesario dar sugerencias de cómo tratarlo para que no se generen confusiones (con los educadores)”, agrega por su parte Carmen Coloma.
Aunque este desarrollo puede ser ilusionante para los padres, la precocidad también plantea algunos desafíos, al ser comunes los casos en los que los niños adelantados se aburren por haber dominado con anticipación ciertos conocimientos o por completar rápidamente tareas. Dicha molestia puede lugar a algunos problemas de convivencia y comportamiento, que deben ser gestionados por los profesionales a cargo de su enseñanza.
“Una de las estrategias que usan muchas maestras es dar a estos niños una tarea de liderazgo: ellos ayudan a organizar el grupo, ayudan a explicar a sus amigos cuál es la tarea para hacer y en esa labor de explicar están desarrollando habilidades blandas o socioemocionales”, explica Aguirre. A lo anterior se puede agregar la delegación de alguna tarea nueva o algún proyecto particular para mantener la motivación del alumno.
Sin embargo, lo que no es recomendable es adelantar a un niño a la educación primaria. “(El alumno) puede ser precoz en las habilidades de educación escrita y oral, pero no es solo pensamiento o comunicación, es también psicomotricidad y socialización”, matiza la directora de educación inicial del Minedu.
¿Cuándo inscribir a un niño en el nido?
Por definición, la educación inicial abarca los dos primeros ciclos de la educación básica regular, siendo el ciclo II, situado entre los tres y cinco años, el que más tradicionalmente se ha asociado al comienzo de la formación educativa.
Lo que diferencia al periodo inicial de las demás fases de la formación básica es su gran variabilidad en la introducción del niño en el sistema educativo, debido a que tanto este como sus hogares presentan situaciones diferentes y es necesario que padres y educadores sepan reconocer estas particularidades.
A juicio de Carmen Sandoval, la educación debe estar preparada para atender tanto a niños del ciclo II como a los del ciclo I. Este último periodo abarca desde los primeros meses de vida hasta los dos años de edad.
“Es normal que los padres tengan la duda y cada familia decide en qué momento poner a un niño en un servicio educativo. Si pensamos en una familia de escasos recursos o monoparental, donde los padres necesitan ir a trabajar desde temprano, se va a tener que recurrir a un servicio educativo de calidad que cuide a su hijo o hija mientras trabajan”, comenta la experta de la PUCP, que hace hincapié en que la idea es que niñas y niños no dejen de recibir los estímulos necesarios para su correcto progreso.
A fin de cubrir estas necesidades, principalmente de las familias en situación vulnerable, es que el Estado ha implementado el programa Edu Cuna, dedicado al cuidado y atención durante la primera infancia. Dependiendo de cada caso, las educunas pueden brindar una atención de hasta ocho horas diarias por parte de profesionales de educación inicial y auxiliares.
Más allá de los casos citados, a decir de Emma Aguirre, el ciclo I puede acompañarse desde el hogar e incluso se puede recurrir a este sin tener la necesidad directa de cuidado del menor. En muchos casos es porque son los mismos papás los que quieren estimulación adicional para sus hijos y desean que estos se vayan adaptando al que será su nuevo entorno.
“El ciclo I tiene dos tipos de demanda: los padres que realmente comprenden que su niño aprende y lo colocan en un jardincito o cuna por medio día, y la otra es de los padres que necesitan de un servicio de cuidado diurno con educación, que es el caso de Educuna”, expresa la funcionaria del sector Educación.
Una vez hayan sido sopesados los criterios anteriores, un niño ya debería ser introducido al sistema educativo a los tres años en cualquier caso.
Durante la pandemia se registró un marcado retroceso de matrículas para niños en la educación inicial y, aunque la cifra remontó poco después, los niños afectados por el alejamiento de la educación mostraron problemas pronunciados.
Según el Observatorio Nacional de Prospectiva, entre 2009 y 2021 la tasa neta de matrícula en educación inicial se incrementó de 67,9% a 76,2%. Únicamente hubo un descenso de 10 puntos porcentuales en 2020 a causa de la pandemia, que afectó sobre todo a las niñas; sin embargo, las inscripciones volvieron a crecer al año siguiente.
“¿Qué cosa mostraron los niños? Desregulación emocional: todo lo querían al momento y no sabían esperar. Se frustraban muy rápido: no sabían practicar el ensayo-error y se molestaban. Tenían problemas de movimiento y equilibrio porque muchos viven en departamentos y no hicieron mucho ejercicio”, cuenta Emma Aguirre sobre los hallazgos del Minedu tras dicho periodo crítico para la enseñanza.
A qué prestarle atención en el nido
Un centro educativo inicial debe cumplir una serie de requisitos mínimos para brindar un servicio aceptable. Aquí algunos elementos importantes citados por las profesionales consultadas en este artículo:
- Un espacio amplio para la actividad física de los niños.
- Material de trabajo adecuado, no solo remitirse a sillas y mesas, sino también contar con espacios apropiados para la escenificación y recreación de situaciones cotidianas como la limpieza o las labores de cocina.
- Maestros preparados para el reconocimiento y correcta atención de necesidades diferentes como la neurodiversidad (por ejemplo, el espectro autista) o alguna condición fisiológica particular.
- Comunicación constante con los padres de forma oral o través de reportes sobre la conducta de su hijo. El monitoreo del progreso de cada niño es un signo positivo.
- Trato respetuoso y cercano a los niños.
- Buena voluntad del niño para regresar al nido cada día. La negativa del pequeño a volver al centro es indicativo de un problema.
- Disponibilidad de maestros acorde al tamaño del grupo de niños y presencia de personal auxiliar.
“Es importante que cuando los padres piensen en un centro de educación inicial vean cuál es el enfoque educativo que tiene, si es que valora al niño y lo pone en el centro de los aprendizajes y los procesos, si es que el niño tiene la oportunidad de aprender a través del juego, si este centro le puede dar experiencias artísticas o vivenciales, acercarlo a la música, la literatura, a la parte artística que es muy importante desarrollar en estos años y también que no primaricen el nido”
Carmen Sandoval , jefa de la carrera de Educación Inicial de la PUCP
“Todo se aprende por experiencia directa y debe estar situado, contextualizado. No es tener al niño sentadito escuchando lo que dice el profesor, sino haciendo el experimento directamente. ¿Qué queremos que aprenda? Entonces tenemos que ver cuáles son los materiales y recursos que necesitamos para la acción con el niño”
Carmen Rosa Coloma , profesora principal del Departamento de Educación de la PUCP
“Se debe dar al niño tareas que van demostrando su independencia y le brindan un sentimiento de capacidad y valía que es muy importante. Ellos siempre quieren demostrarle a sus papás que ya pueden, que han mejorado y los padres tienen que alentar esto en comunicación permanente con la docente. Un elemento adicional es que cuando los padres de familia cuando vean este tipo de anotaciones muy precisas por parte de la maestra están evaluando que tiene capacidad de observación individual y que no los trata como si todos fueran iguales”
Emma Aguirre , jefa de la Dirección de Educación Inicial del Minedu
A decir de las especialistas, todo lo anterior no exime a los padres de su responsabilidad de escuchar a sus hijos y atender sus necesidades, así como de observar con detenimiento su desarrollo, que puede influir de forma positiva en el propio crecimiento personal de los adultos. Los progenitores son actores indispensables para la formación de sus niños.