Cuando papá o mamá deben viajar para establecerse por un largo periodo de tiempo en el extranjero, muchas veces el hijo es quien sufre las verdaderas consecuencias. Los sentimientos de abandono y culpa repercuten con fuerza en su cabeza, convirtiendo la situación en una experiencia traumática que puede afectar su desarrollo a largo plazo, de acuerdo a un informe de la Unicef.
Aunque la migración de los padres afecta tanto a niños como a adolescentes, el impacto psicológico y emocional que tendrá en ellos va a depender mucho de su edad. En esa línea, Jair Lújan, experto en salud mental, manifestó que, en estos contextos, es muy común ver que los infantes son quienes se suelen encariñar con su nuevo apoderado e, incluso, llegan a perder conexión afectiva con sus progenitores.
“Usualmente, un niño queda a cargo de otro familiar, puede ser una tía, un tío, los abuelos, etc. Si es muy pequeño, puede desarrollar un vínculo bastante fuerte con cualquiera de ellos, identificándolos como sus figuras paternas, mientras que a los padres los va viendo como algo más lejano”, precisó Luján a Hogar&Familia.
En cuanto a los adolescentes, el psicólogo explicó que, debido a que muchas veces son quienes se quedan a cargo de sus hermanos menores, la ansiedad y el estrés se apoderan de ellos ante el grado de responsabilidad tan grande al que están expuesto y para el cual no están preparados.
“O sucede todo lo contrario y debido a que sienten como abandono que sus padres migren, puede empezar a desarrollar conductas problemáticas, sumado a que tratarán de buscar todo el apego emocional que no están recibiendo en amigos o con la pareja. Esto desencadena relaciones tóxicas o conductas de riesgo, como actos delincuenciales o consumo de droga”, señaló el especialista.
Estrategias para mantener la conexión padre-hijo
Lo primero que hay que hacer es normalizar la distancia en la que se encuentran. Ante las ventajas que brinda la tecnología, la comunicación entre padre e hijo no solo se debe quedar en una llamada por celular o mensajes por WhatsApp, sino que se deben encontrar las formas de realizar actividades juntos.
De acuerdo al psicólogo Luján, muchas veces la confianza, el afecto y el apego no se desarrollan con conversaciones profundas y con preguntas sobre cómo estuvo la escuela o qué hicieron por la tarde. Estás se interiorizan a través de los momentos más triviales del día, como ver películas o jugar algo juntos, por insignificante que parezca la actividad.
“Para mantener una conexión abierta y regular, deben aprovechar las videollamadas para realizar actividades como ver algo a la par o realizar actividades mientras charlan de cualquier cosa”, indicó.
“Tal vez, los padres y los hijos puedan iniciar una serie juntos, así, cuando conversan, también comparten y se actualizan sobre lo que está pasando en dicha serie, eso ayuda bastante a no perder la conexión o el vínculo”, acotó.
Ante una separación prolongada entre padres e hijos, el vínculo entre ellos puede resquebrajarse. Aunque los niños y adolescentes sepan que no se fueron por culpa de ellos, de manera inconsciente lo van a interpretar como una especie de abandono o que no son prioridad para sus progenitores.
“Se sienten lejanos de los padres, sienten de que están desarrollando una vida que los padres no están desarrollando. Entonces, años después, cuando idealmente vuelven a juntarse los padres con los hijos, puede haber problemas de dinámica debido a que básicamente se han criado de manera diferente”, señaló el experto.
Rol de los nuevos apoderados
La ausencia de los padres generará que los familiares que vivan con el menor se conviertan en sus nuevos apoderados. Ellos deben asumir el rol de cuidadores y protectores, pero sin tratar de suplir el papel de progenitores.
“Los chicos son conscientes de que sus padres están lejos, por lo que no buscan reemplazarlos. A excepción de que la relación se deteriore tanto por la distancia, que empuje a los mismos hijos a buscar una figura paterna o materna, pero no deberían asumir eso desde el inicio”, sostuvo Jair Luján.
La familia que se está quedando con el niño o adolescente tiene que entender de que es un momento bastante complicado para el menor. Se deben decir o hacer las cosas con mucho tacto para que los chicos puedan procesar todas las emociones que van apareciendo.
“Lamentablemente, hay familias que lo único que hacen es recalcarles a los hijos que sus padres se han ido y están haciendo todo ese esfuerzo en otro país por el bienestar de ellos. Si bien los menores pueden reconocer y estar agradecidos por el apoyo económico que significa el viaje, a la vez sentirán mucha culpa de que los padres tengan que emigrar y también resentimiento porque nunca pidieron que se haga eso por ellos. Entran en gran contradicción”, ilustró.
Por tal motivo, si se ve algún signo de dificultad emocional importante, ya sea depresión o ansiedad infantil, se recomienda buscar apoyo profesional.
¿Qué hacer previo al viaje?
Previo al viaje, se debe hablar bastante con los hijos y, dependiendo de la edad, se les puede ir dando pautas de cómo será o cómo harán todas las partes involucradas cuando ya estén separados.
“Se recomienda que tengan charlas sobre qué está pasando, por qué está pasando y cuáles son los planes a futuro, si es que se plantean que, en un año o dos años, los padres van a regresar al país o los menores se irán con ellos al extranjero. Se tiene que hablar de todo esto, inclusive, si es que algo sale mal en sus planes, conversar sobre cuánto tiempo se podría alargar la separación”, aseveró el especialista.
Algo muy importante es que los padres digan a los hijos no solo con quiénes se van a quedar bajo sus cuidados, sino qué tipo de rol van a tener ellos sobre sus vidas. “Muchas veces este tema no se toca, pero cuando ya están de viaje, los padres les piden a sus hijos que escuchen o hagan caso a las órdenes del adulto responsable, sin embargo, esto genera un conflicto en el menor porque quizá las nuevas órdenes o estilo de vida que quiere imponer su apoderado choca con la vida que tenía cuando sus padres estaban a su lado”, finalizó.