En la actualidad, aún no se ha llegado a un consenso sobre si los videojuegos provocan o no episodios violentos en niños y adolescentes. Hay estudios que afirman que sí pueden desencadenar comportamientos negativos (“Videojuegos y su relación con la violencia”, publicado el 2017 en la Revista Científica Mundo de la Investigación y el Conocimiento”), sin embargo, hay otras investigaciones que defienden su uso e, incluso, indican que proporcionan una salida segura para sentimientos agresivos (“Aggressive Video Games are Not a Risk Factor for Future Aggression 3 in Youth: A Longitudinal Study”, publicado el 2019 en la revista Journal of Youth and Adolescence).
Para Iván Montes Iturrizaga, docente de Psicología de Continental University of Florida, lo mejor es que padres o apoderados se hagan la siguiente pregunta antes de permitir que sus hijos interactúen con cualquier clase de juego electrónico: ¿atenta contra la dignidad humana?
“Si la respuesta es negativa, porque es un juego de estrategias, que tiene un carácter educativo o que solo busca entretener sanamente, no hay problema en que los menores lo usen, siempre de forma moderada”, indicó Montes en diálogo con Hogar&Familia.
“Pero, si el videojuego plantea situaciones de xenofobia, abuso sexual, asesinato, secuestro, daño ambiental o maltrato animal, yo diría que se debe evitar su uso y comercialización porque resultan ser lesivos para la humanidad, además que va contra el propio estado de derecho, que plantea igualdad, equidad y respeto a las personas”, continuó.
Por su parte, la doctora Liliana García Luna, psicóloga de la Clínica Stella Maris, responsabilizó a los progenitores por los problemas que pueden desarrollar sus hijos debido al constante uso de videojuegos. “Tienen que tener mucho, pero muchísimo cuidado con estas clases de actividades. Al ser humano le gusta todo lo que le causa placer, y esto hacen los videojuegos”, manifestó a este medio.
“Este es el principal motivo por lo que los jóvenes quieren que se repita de manera constante. Cuando se le quita el juego, entonces hay una situación de displacer que, en la mayoría de casos, se convierte en un berrinche, en niños, o en un conflicto o rencilla con los padres, por parte de los adolescentes”, acotó.
Ambos expertos coincidieron en que su uso no tiene que ser prolongado, ni mucho menos empleado para mantener distraídos a los niños. Es por ello que resaltaron la importancia de que los padres o madres de familia tengan siempre presente que los videojuegos jamás podrán ser el niñero, acompañante o cuidador de sus hijos.
¿Qué problemas emocionales pueden desatar los videojuegos?
La necesidad imperiosa de jugar, la postergación de actividades sociales, no participar significativamente con la familia, episodios de ira o de mucha cólera cuando se les limita el tiempo de juego, son algunos de los problemas emocionales que desatan los videojuegos, independientemente del corte o estilo que tengan.
Ante ello, Montes Iturrizaga exhorta a los apoderados a no reforzar la respuesta violenta que reciben de los menores cuando se les corta el uso de estos juegos electrónicos. “No deben exaltarse o ponerse al mismo nivel que el hijo o la hija, lo mejor es poner paños fríos a la situación”, comentó.
“Recomiendo que, con una voz calmada, pero sin perder autoridad, trate de tranquilizar al menor y calmarlo rápidamente. Si en ese momento, se percata que la disposición o reacción es extremadamente violenta, creo que una salida podría ser dejar que termine la partida de su juego, pero, rápidamente o en las horas siguientes, conversar con él sobre lo ocurrido, sobre todo esperar a que esté calmado. Ante la ira, lo peor que se puede hacer es responder con ira”, precisó el especialista en salud mental.
Asimismo, es recurrente, en aquellos que dedican gran parte de su tiempo a los videojuegos, la aparición de problemas de sueño y fatiga puesto que, especialmente los adolescentes, juegan por las noches.
“Muchas veces no pueden concentrarse en clases, los jóvenes terminan durmiéndose en el aula, pero cuando llegan a la casa, en lugar de descansar, están buscando cualquier descuido familiar o problema que se presente para volver a conectarse a los videojuegos”, manifestó.
Tengamos en cuenta que esta clase de juegos es muchas veces empleado con gran intensidad y por varias horas porque está cubriendo algún tipo de necesidad, ya sea que el niño se sienta solo o que los padres se muestran distantes.
“Muchas personas que se quedan enganchadas o se ‘envician’ con un videojuego es porque tienen en el mundo real y físico problemas para relacionarse con otras personas, ya que puede ser muy tímidos, precavidos o timoratos”, sostuvo Montes.
“Todo lo contrario a lo que aparentan en los videojuegos, donde tratan de ser fuertes, sociables, saciar la necesidad de conversar o conquistar al chico o a la chica más guapa, manejar un auto último modelo y ser la persona más popular dentro de ese entorno virtual”, agregó.
Es por ello que, las emociones negativas y poco saludables, no están asociadas a un tipo de videojuego en específico, sino que son empleados para llenar un vacío. “La dependencia puede ser tan grande que cortarla, indudablemente, produce episodios de ira, que los chicos anden malhumorados y, posteriormente, abstinencia”, precisó.
¿Los videojuegos tienen beneficios?
Tampoco hay que satanizar por completo su uso, ya que gracias a los videojuegos se pueden desarrollar muchas habilidades y potenciar otras cuantas, como la atención, concentración, psicomotricidad, poder de reacción, entre otras.
“Además de favorecer al ocio, permiten que el ser humano desarrolle sus reflejos y habilidades de coordinación, aumenta la sensación de dominio de uno mismo, de control, de creatividad. Asimismo, favorece la curiosidad, la creatividad, y muchas cosas más”, señaló García Luna.
“También hay para el adulto mayor, para que pueda mejorar la concentración, la memoria, por lo que contribuye beneficiosamente con el Alzheimer y otras enfermedades. La tecnología es buena, pero, ya sea cualquier edad, hay que saberla manejar”, prosiguió la experta.
Por tal motivo, los padres deben retrasar o evitar lo más posible que los más pequeños del hogar jueguen cualquier tipo de videojuego, incluso los educativos. “Pese a todo el provecho que se les pueda sacar, los videojuegos no van a alcanzar los verdaderos beneficios que si acarrea o que conlleva realmente un juego presencial, con material concreto, que son colaborativos y físicos, como los de antaño”, aseveró Montes.
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