Hace unos días, Simone Biles, la gimnasta estadounidense con más premios de todos los tiempos, hizo noticia nuevamente. Esta vez, Simone y Jordan Chiles, en un acto genuino y lleno de sororidad, le hicieron una reverencia a Rebeca Andrade, ganadora de la medalla de oro de los Juego Olímpicos París 2024.
Con este acto tan sencillo nos recordaron algo muy importante y que las mujeres frecuentemente olvidamos: elogiarnos entre nosotras —y más cuando somos madres, porque constantemente somos juzgadas—.
Otra lección que nos dieron es que en este mundo hay lugar para que cada persona muestre su talento sin opacar y pisar a nadie. Esto reafirma que, para ser un buen profesional, tienes que ser buena persona y viceversa: es una simbiosis. No existe uno sin el otro.
Creo que estas atletas, así como muchas otras, están marcando la diferencia y son un claro ejemplo de la importancia de ponerse en el centro y no dejarse llevar por la presión. Cabe recordar que, en Tokio 2020, Simone Biles le dio prioridad a su salud mental y se retiró de la competencia. ¿Cuántas de nosotras habríamos hecho lo mismo, poner nuestro bienestar en primer lugar?
Me parece que se trata de un acto de amor propio grandísimo, sobre todo en estos tiempos donde se habla tanto de este tema hacia los demás, pero nos olvidamos de aplicarlo en nosotras mismas.
Eso me ocurre con mi hija: le hablo diariamente de la importancia de amarse, de cuidarse y de respetar su cuerpo, su mente y su alma, mientras que yo en las últimas semanas me tiré, una vez más, al abandono. El abandono tan simple de dejar de comer para avanzar las cosas de la chamba e irme temprano a casa, el abandono de no quitarme el maquillaje porque al hacer dormir a mi hija el cansancio me ganó o el abandono de aguantarme la pila por varias horas para terminar de limpiar. Quizás a alguien le parezca una tontera, pero pongo esas situaciones tan sencillas y cotidianas, porque poco a poco nos vamos dejando sin darnos cuenta y este es un recordatorio para ser consciente de no olvidarnos de nosotras mismas. Porque, tal como dicen en los vuelos aéreos, “si el avión pierde presión… póngase la mascarilla primero antes de ayudar a otra persona”.