Una familia de Portland, en Estados Unidos, sufrió de “maltrato humano” cuando fue secuestrada por su gato de 10 kilos en su propia vivienda.
La pareja y su bebé tuvieron que refugiarse en una de las habitaciones de su casa cuando el felino empezó a tener actitudes agresivas contra el menor y luego contra la pareja.
Al no poder controlar la situación, llamaron a la policía para que neutralice al animal y así poder salir. El sargento Pete Simpson, portavoz de la Policía de Portland, precisó que mientras atendían la llamada de emergencia se escuchaba bufar al gato.
Los policías tuvieron que usar un aparato para controlar perros para así capturar al gato y luego colocarlo en una jaula.
Esta no es la primera vez en que el felino es agresivo. Los dueños de la mascota aseguran que, pese a este incidente, igual quieren a su gato.