LIF WEEK
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Catherine Contreras

Más allá de la pasarela –o detrás de ella, para ser más precisos- existe un mundo paralelo. Un espacio oculto, donde todo lo que concierne a la presentación de una colección termina de tomar punto. Organizado al milímetro, aunque siempre ajetreado, el backstage es un ambiente casi inexistente para el grueso público, que sentado desde sus butacas solo espera el momento preciso en que las modelos empiezan a dar su espigado andar sobre la línea. Maniquís que llevan bien ceñida la prenda perfecta, el accesorio preciso, el maquillaje y peinado requeridos según la temática. Son el resultado de un trabajo duro, que demanda muchas horas previas al desfile. Sobre la pasarela de todo se ve bonito… y en buena parte es gracias a la chamba que se hace en backstage.

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Hace 15 años que Fernando Torrejón trabaja organizando el backstage en desfiles de moda. Entre aciertos y errores, su primer gran desfile fue la presentación de una colección de Sitka Semsch en la embajada del Brasil; luego vino otra con Jorge Luis Salinas, y desde entonces ya no paró.

En virtud de su experiencia, Fer –como le llaman todos- ha sido jefe de backstage de las 15 ediciones de la Semana de la Moda de Lima. Él fue testigo de cómo nació esta pasarela, y desde esta semana volverá a encender motores para encargarse de la decimosexta edición de LIF Week. Sobre todo lo que sucede en sus dominios, hablamos en la siguiente entrevista.

lif week
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Viste nacer a LIF Week, ¿cómo recuerdas sus inicios?
El “ensayo” previo a la creación de LIF Week se hizo en un Perú Moda. En el 2010, la feria se organizó en la Fortaleza del Real Felipe y a cargo de los desfiles estuvo Efraín Salas y su equipo. Para nosotros fue una prueba, para ver si seríamos capaces de manejar esa cantidad de desfiles, seguidos uno tras otro, en unas pocas horas y en días consecutivos. Eran cuatro o cinco continuados, todos sobre una misma pasarela, dentro de un evento del Estado y con personalidades y ministros presentes. Pasada esa prueba de fuego, LIF Week se inaugura en el 2011.

¿Cuánta gente trabaja contigo tras bambalinas?
Tengo un equipo a mi cargo. Hasta hace un año mi mano derecha fue Marlene Ríos, pero ya no está con nosotros y la verdad que nadie la ha podido suplir. Ahora tengo cuatro manos derechas: Andrea Aspauza, Jieying Li, Martín Orbegoso y María Jesús Quijano [Maje, que estudió en CEAM, empezó siendo voluntaria]. Cada uno de ellos tiene a su cargo los vestuarios de LIF Week. Cada uno de los asistentes tiene voluntarios, que son chicos y chicas que estudian en escuelas como Mod’Art, MAD, CEAM y Chio Lecca. Es un requerimiento que sean estudiantes de diseño de moda, porque normalmente tienen que asistir en temas de costura.

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Ya eligieron modelos. ¿Cómo se realizó ese proceso?
La organización hace un cásting abierto. En esta última edición se presentaron 300 chicas. Tras la selección, se ordenan los nombres en PDFs de hombre y mujer que son enviados a los diseñadores según la necesidad de cada uno. Los diseñadores tienen libertad absoluta en la elección de sus modelos: ya sea del PDF o de un cásting particular. LIF Week asume el pago de cierto número de modelos y el resto lo asume el diseñador con su propio sistema de pago. Una vez elegidos sus modelos, mandan la lista a la organización, para el control de la ‘booker’. El día del ‘fitting’ se arma la verdadera lista de cada diseñador, la cual es ratificada por la organización.

¿Cuánto suele ser la paga?
Hay dos formas de pago: la modelo pagada por LIF Week, que recibía alrededor de 150 dólares al cambio; y la modelo adicional, que es responsabilidad del diseñador y donde el pago es un monto acordado entre ellos, ya sea en efectivo o en canje.

¿Cuéntanos qué pasa en el backstage horas antes de cada desfile?
Todos los días el backstage comienza a las 2 p.m. Tenemos una reunión con Fiorella Faré [coordinadora general de LIF Week, vínculo entre la organización y el diseñador] y Lorena Reyes [‘booker’, es el vínculo entre la organización y la modelo]. En 10 minutos nos ponemos al día en todo, ya sea maquillaje, modelos, brandeo de pasarela y temas técnicos (música, video y algunos requerimientos en iluminación). Saldado esto, empiezan los ensayos a las 3 p.m. A la par, se inicia el maquillaje y peinado, porque no todos están a la misma hora en ensayo (damos máximo 30 minutos para ensayar cada desfile). Hay una diferenciación de horario entre hombres y mujeres: los de ellos son al final porque tienen menos requerimiento de maquillaje y peinado. Más o menos a las 5 p.m. se terminan ensayo y se hace un break para comer: es por turnos y máximo 20 minutos. Mientras ellos se relajan, nos reunimos con mi equipo para repasar el desfile porque todos deben saber todo y estar en la capacidad de ayudar si pasa algo, incluso a mí.

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Hasta allí todo marcha –presumo- como reloj suizo. ¿En qué momento empieza lo bueno?
Cuando son dos bloques de desfiles [como será este LIF Week], la vorágine comienza cuando terminan los ensayos, porque saltan los nervios. Cuando termina el último ensayo ya están empezando a cambiarse las modelos. Los avisos a los diseñadores se dan 30 minutos antes del inicio de su desfile, y se repiten cada 10 minutos. ¡Somos las alarmas! Llegada la hora del desfile, el line up tiene que estar listo para que el diseñador, con la gente de maquillaje y peinado, lo repasa. El visto bueno para iniciar el desfile nos lo da sala y puente. Yo doy un último repaso y empiezo con la cuenta regresiva para la modelo, que ya sabe en qué momento y cómo debe salir a caminar.

FIN DE FIESTA
Fernando Torrejón explica que sobre una pasarela normal, recta, puede haber entre 3 a 4 modelos en simultáneo; un ‘timing’ lento contempla el recorrido de una o dos chicas a la vez. “Lo más difícil es el fin de fiesta”, dice el jefe de backstage, refiriéndose a esa última salida que hacen todas las modelos juntas sobre la pasarela, acompañadas del diseñador. Mientras ellos reciben los aplausos del público, tras bambalinas el ajetreo crece: hay que preparar todo para el siguiente desfile. Por eso las modelos del primer turno no deben repetir salida en el siguiente; podrían hacerlo en el tercer desfile, para así dar tiempo al cambio de maquillaje, peinado y de ropa.

“Todo esto es para 7 minutos, máximo 10 minutos, que es lo que dura cada desfile”. Lo que dice Fer parece imposible, pues la sensación que tiene el espectador es que ha visto unos 15 a 20 minutos de pasarela. Pura magia: hay diseños que a veces hipnotizan. Fer lo sabe: “Si el público está inquieto sobre la silla, si cruza una pierna sobre la otra, quiere decir que se está aburriendo. En estos desfiles no tienes que detenerte a ver qué diseño lleva el broderie, todo tiene que ser muy rápido, por eso pasan cuatro modelos a la vez. Es una catarata, casi no te das cuenta qué pasó, simplemente que te gustó”.

LIF WEEK
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Agotados pero felices, el equipo de backstage termina su trabajo cuando cada prenda de las colecciones vuelve a su funda. Al día siguiente volverán con la adrenalina, para acompañar a cada diseñador en el momento culminante de su creación. “Es como ver nacer un bebe, es un momento muy importante para ellos”, reconoce Fer. Él y su equipo siempre estarán allí para atender los imprevistos y manejar bien la situación.

EL DATO
LIF Week se celebrará el miércoles 27 y jueves 28 en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima (Av. Miguel Grau 1511, Barranco). Horario: 6 a 10 p.m. Entradas: Teleticket.

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