El 1 de julio último, la zona de Chacra Cerro, una de las más pobres de Comas al norte de Lima, amaneció con el enorme incendio de un local de tres mil metros cuadrados. En el lugar, funcionaba una fábrica de pintura sin licencia para almacenar este material. Durante el combate al fuego, se confirmó el problema que suelen denunciar los bomberos tras los incendios: no había hidrantes en los alrededores.
A pesar de ello, el siniestro fue controlado con el uso de camiones-cisterna. No obstante, esta forma de atacar un incendio supone una demora y el riesgo de que las llamas se propaguen. Ello, pues implica que los camiones lleguen, tras sortear el tráfico de Lima, al lugar del incendio y luego llenen con su carga piscinas portátiles, desde las cuales se bombea agua para alimentar las mangueras de los bomberos.
Lima tiene 18.190 hidrantes. Cada uno debería ubicarse a 300 metros de otro, según el Reglamento Nacional de Edificaciones, pero la realidad es distinta. Vastas áreas de la ciudad no cuentan con este equipamiento. Se estima que al menos 700.000 limeños viven en lugares sin este servicio. Si no tienen agua en sus casas, tampoco en los hidrantes de la zona, en caso de que existan, pues comparten la misma red de distribución.
Las zonas sin agua son las periféricas y de acceso más complicado. En ellas tiende a asentarse la población más pobre. Los diez distritos más pobres de Lima concentran cerca del 30% de la población y casi el 27% de hidrantes. En apariencia, una correspondencia y distribución adecuadas. Sin embargo, la presencia de numerosas conexiones de agua con flujo constante por menos de seis horas al día complica el funcionamiento de los hidrantes en estos distritos. Además, el criterio para su distribución debe ser espacial y no poblacional. Así vista, la vulnerabilidad tiene muchas formas y esta es una de ellas.
HIDRANTES DE ADORNO
Según el Reglamento Nacional de Edificaciones, las tomas de agua son implementadas por Sedapal; a menos que una inmobiliaria u otro privado lo haga como parte de una habilitación urbana. Aun así, todos los hidrantes son competencia de Sedapal. La distribución inadecuada de las tomas de agua en algunas zonas es uno de sus problemas críticos.
Sedapal y los bomberos no se ponen de acuerdo sobre cuántos hidrantes funcionan correctamente en Lima. Sedapal asegura que los más de 18 mil están operativos porque se les da mantenimiento al menos dos veces por año.
“Yo diría que un 30% no funciona”, estima, por el contrario, el comandante Mario Casaretto, jefe de bomberos en Lima. No obstante, añade que nota en Sedapal la intención de mantener la red en buenas condiciones.
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