El Ministerio del Interior informó que 40 miembros de rescate de la PNP, 140 efectivos de los bomberos y 60 infantes de la Marina trabajaron arduamente durante más de 30 horas en el abismo de Pasamayo. Roberto Santa Gadea fue uno de los socorristas. (Hugo Pérez / El Comercio)
El Ministerio del Interior informó que 40 miembros de rescate de la PNP, 140 efectivos de los bomberos y 60 infantes de la Marina trabajaron arduamente durante más de 30 horas en el abismo de Pasamayo. Roberto Santa Gadea fue uno de los socorristas. (Hugo Pérez / El Comercio)
Renzo Giner Vásquez

La radio del comandante Santa Gadea no deja de sonar. Decenas de socorristas siguen sus órdenes en el intento de recuperar los cuerpos de quienes fallecieron en el ómnibus que cayó a un precipicio en Pasamayo.

“Estaba trabajando cuando me enteré de la emergencia. De inmediato comencé a hacer coordinaciones, es parte de mis responsabilidades. El gerente de la empresa donde trabajo me dijo que si necesitaba irme lo hiciera”, cuenta.

—¿Cómo describiría a esta emergencia?
Es una tragedia por la cantidad de personas que han perecido. Eso lo hace una emergencia atípica. En esta zona, prácticamente hace 20 años que no se presentaba una desgracia de esta magnitud. Han quedado a orillas del mar, en una zona rocosa, donde con apoyo de la policía hemos podido realizar un sistema de tirolina que permite pasar de un punto de tierra a otro.

—¿Cuántas personas trabajan en el lugar?
Hoy [ayer] tenemos 94 bomberos de las unidades departamentales Callao, Lima Norte y Lima Sur. Y el martes fueron entre 130 y 140 efectivos de Lima Norte, Lima Centro, Lima Sur y el Callao.

—¿Qué equipos están utilizando y qué otros necesitarían?
Contamos con herramientas, no muchas, pero hacemos los esfuerzos para recuperar a las víctimas. Esta labor se basa fundamentalmente en un sistema de cuerdas y equipos de rescate en altura.

—Vimos helicópteros…
Se usaron ayer [martes] para evacuar a los heridos, era por un tema de premura, pues debían ser derivados al nosocomio más cercano. Ellos fueron llevados al hospital Carrión, que cuenta con helipuerto.

—¿Qué es lo más complicado de esta operación?
Que el ángulo de trabajo es negativo. Es decir, si nos paramos al borde de la carretera no logramos divisar el vehículo, está por debajo. Además, es una zona rocosa, no de arena, y eso dificulta instalar las cuerdas porque con el roce se pueden cortar.

—¿Cómo se han dividido estas dos jornadas de rescate?
Bueno, el accidente se originó aproximadamente a las 10 de la mañana y se trabajó hasta altas horas de la noche. Las unidades retornaron a las 10:30 u 11 de la noche, no se pudo continuar por el clima, comenzó a subir la marea y la oscuridad no ayudaba. Hoy [ayer] iniciamos las maniobras desde las 7 de la mañana y tras el tiempo que toma implementar los sistemas de descenso hemos podido recuperar una gran cantidad de cuerpos [luego lograron recuperar todos].

—Los accidentes en Pasamayo son una constante.
Tengo más de 30 años en el cuerpo de bomberos, y anteriormente, cuando la zona norte no tenía muchas compañías, siempre veníamos a atender los accidentes. Si bien no eran tan complicados como este, sí veíamos situaciones críticas. Se puede decir que aún no hay una cultura de seguridad vial, se debe concientizar a los conductores de que si están cansados deben parar. Otro tema es el respeto a los límites de velocidad; si hay una doble vía o una línea amarilla continúa no se debe adelantar a otro vehículo.

—Muchas empresas informales exigen que los buses superen los límites de velocidad…
Pero nadie obliga a nadie. Cada persona debe entender cuáles son sus funciones y limitaciones. Si está cansado puede pedir un relevo a su empleador, debe ser consciente de la responsabilidad que significa ser un conductor, transportar a personas. Es el único que controla esa fuente de energía.

—¿Cómo hace para mantener la serenidad ante una tragedia como esta?
Con el tiempo y los años uno se va volviendo un poco más fuerte y resistente al tema. No es dureza, solo hemos aprendido a manejar las emociones. Debemos tener presente que somos personal de rescate, no podemos declinar, más bien debemos tener la fuerza para que las víctimas se sientan seguras cuando lleguemos a ellas. Todas las emergencias son fuertes. No hay ninguna más fuerte que otra porque cada una tiene su propia complejidad.

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