Hace una semana se festejó en todo el mundo el Día Internacional de los Voluntarios. Ocasión propicia para buscar historias de entrega total. Hallar a personas capaces de invertir su tiempo y su esfuerzo en favor del prójimo, sin percibir ganancia pecuniaria alguna, es encontrar tesoros. Y si estos voluntarios son ya de la tercera edad, su capacidad de entrega quizás sea, incluso, superior al promedio.
MARGARITA Y NORMA
Al menos una vez a la semana Margarita Mendoza de Seminario se pasa el día orientando a pacientes en el hospital Rebagliati, de Essalud. Los aconseja y hasta los consuela, a ellos y a sus familiares. A sus 90 años, es como un ángel de carne y hueso.
“Me siento joven porque las otras voluntarias me contagian su juventud”, destaca Margarita, integrante del Voluntariado del Seguro Social. “Dios devuelve lo que uno da”, subraya.
Norma Estabridis Bautista, de 86 años, hace lo mismo que Margarita, pero en el hospital Almenara. La especialidad de Norma: ayudar al paciente de consulta externa. “Yo imaginaba que en mi vejez estaría tejiendo en una mecedora y con mis nietos jugando alrededor. Pero aquí estoy, convertida en voluntaria. Así me siento útil”, indica Norma a El Comercio.
LOS FILÓSOFOS
Juan Carlos Pino Gaviño, de 65 años, en arreglos eléctricos; y Ricardo Zoppi Gianella, de 64, en atención al público; Teresa Studzinska, de 66, en la atención en biblioteca; y Gustavo Miranda, de 70, en la enseñanza de artes plásticas. Ellos son solo cuatro de los muchos voluntarios adultos mayores de la organización internacional de filosofía, cultura y voluntariado Nueva Acrópolis.
“Lo que uno sabe debe transmitirlo a los demás”, dice Juan Carlos. “Nos guiamos por los cuatro arquetipos de Platón: belleza, bondad, justicia y verdad”, agrega Teresa.
“Con la filosofía buscamos lograr mejores seres humanos”, destaca Ricardo. “El arte eleva el espíritu”, acota Gustavo.
AMIGAS DEL INEN
Ruby Mannucci de Ibarra, de 83 años, confiesa que cada martes por la noche le ruega a Dios que le permita ir al día siguiente a cumplir con su voluntariado en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN). Ella, al igual que Carmen Rebagliati de Dammert, de 83, y Frida Mansilla de Rinaldi, de 77, son parte de la Alianza de Apoyo al INEN (Alinen) y sirven los miércoles en diferentes áreas.
“Para apoyar al enfermo de cáncer y a sus familiares se requiere mucho amor y paciencia. Acá nos sentimos útiles”, coinciden. En todos los casos, se trata de vidas mayores entregadas a los demás.