La icónica ermita de Barranco, ubicada junto al Puente de los Suspiros, está a punto de colapsar. Su techo es un nido de gallinazos y sus paredes de adobe lucen resquebrajadas. Tras muchos años de desamparo, la Municipalidad Distrital de Barranco buscó refaccionar este templo, pero no obtuvo el permiso de su dueño: el Arzobispado de Lima. El Comercio conversó con José Rodríguez, alcalde de Barranco, quien desde el 2019 persigue esta restauración.
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—¿Cuál es la condición actual de la ermita?
Ya son muchos años de abandono y se ha deteriorado mucho más desde que le quitaron la protección al techo. Es pura madera con desgaste. Los muros se han abierto. Interiormente no hay nada. Arreglándola se podría recuperar el espacio.
—La ermita de Barranco es propiedad del Arzobispado de Lima, ¿se ha conversado con ellos?
En el 2019 tomamos contacto con el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo [Mincetur] porque había un fondo del Plan Copesco que se había dejado perder. Trabajamos con ellos, hicimos coordinaciones y luego tomé contacto con monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima. Monseñor mostró interés, estaba bastante contento. Para concretar la intervención se iba a suscribir un convenio entre las tres partes –la Municipalidad de Barranco, Mincetur y el arzobispado– para gestionar los recursos a través de Copesco. Pero todo quedó paralizado en el momento de definir los usos de la Iglesia.
—¿Cuáles eran estos usos?
Para nosotros, la finalidad de la ermita debía ser cultural: sala de eventos, conciertos, estábamos coordinando con un agrupación de música clásica. Obviamente se incluían el oficio de misas, la celebración de Semana Santa, Navidad y fiestas. Desde ahí, monseñor Castillo no intervino más. Todo quedó a ese nivel, no se tuvo más comunicación. Insistimos y no hubo respuesta. Luego vino la pandemia. Sin embargo, en mayo del 2020 llegó un bono de tres millones de soles a la municipalidad para disposición de nuestros proyectos y le comunicamos a monseñor que podíamos nosotros financiar el proyecto. Pero ya no supimos más de ellos. En el 2021 tuvimos que enviar cartas al arzobispado por la preocupación de la situación del edificio. Hay casas en la parte de atrás, es un tema de Defensa Civil y responsabilidad. Tenemos que lamentar que no hubo una comunicación fluida.
—¿Ustedes han hecho algún expediente técnico?
No hemos hecho ningún expediente. Pero sí tengo entendido que hay algunos porque todo esto comenzó cuando vino un arquitecto en el 2019 del mismo arzobispado y nos trajo un anteproyecto de restauración. La Iglesia, de alguna manera, ha hecho estudios. También hay un expediente técnico del 2012 en el Ministerio de Cultura y tienen otros expedientes de otros años. Lo que falta es la voluntad del propietario para ver quiénes lo quieren ayudar a recuperar el inmueble.
—¿Otras organizaciones han participado de esto?
Habría que tocarle la puerta al Ministerio de Cultura porque no se puede permitir que la ermita se siga deteriorando. El World Monumental Fund mandó cartas por la ermita y vecinos han manifestado su preocupación.
—¿Lo que se haría se considera una restauración?
Sí, con una intervención muy importante en el tema estructural. Tenemos que ver la estructura de muros y techos; si se quiere hacer algo riguroso, se debería hacer un estudio de tipología.
El Comercio intentó contactarse con el Arzobispado de Lima en varias oportunidades en las últimas semanas, pero no obtuvo respuesta.
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