Luis Silva Nole

Justo antes de terminar de doblar unos polos de niño recién planchados, Elvira abre sus ojos más de lo normal y un ahogado grito de susto se apodera de su pecho. Acaba de recordar un detalle importante. Algo que no puede esperar. Rápidamente, se aleja de una de las camas con colchas de colores y osos de peluche sobre las almohadas, se acerca a la ventana semi abierta y lanza la alerta con voz enérgica y tierna a la vez: “¡María Fernanda! ¡Mi amor, no te olvides de que tienes que comer tu manzana! ¡Ya está partida, en la mesa de la cocina!”.

Abajo, la juguetona niña de 6 años asiente con la cabeza y obedece a la mujer a la que llama mamá, aunque la amable, cariñosa y hacendosa señora de 60 años que le pasa la voz desde el segundo piso no le haya dado la vida.

A Elvira Gutiérrez Ortecho, técnica en enfermería, no se le escapa detalle alguno. Está pendiente de todo lo concerniente a los 15 niños –algunos con habilidades especiales– que tiene a cargo en una de las cuatro casas del Centro de Atención Residencial (CAR) San Miguel Arcángel, perteneciente al Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (, del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).

En familia. Entre Elvira Gutiérrez, de 60 años, y sus hijos del Centro de Atención San Miguel Arcángel hay una conexión fuerte. Amor le dicen. Ella les da su corazón, tiempo y esfuerzo. Es su principal apoyo en la vida. (Foto: Hugo Pérez / El Comercio)

Ella es una de las 48 madres cuidadoras –término oficial que usa el ministerio para las llamadas madres sustitutas– que atienden a niños, niñas y adolescentes en situación vulnerable en tres CAR que el Inabif tiene en Lima y en uno que administra en el interior del país. En los cuatro locales se aplica el modelo de casa-hogar.

El San Miguel Arcángel acoge en total a 72 menores abandonados por sus padres o provenientes de familias disfuncionales. Está ubicado en la cuadra 20 de la Av. Libertad, justamente en el distrito de San Miguel. Los otros dos centros de Lima son el Sagrado Corazón de Jesús, de Los Olivos, y San Ricardo, de Ate.

Cada centro está dividido en casas que cuentan con dormitorios de al menos cuatro camas cada uno, baños, cocina, sala, comedor y un acogedor patio. Las madres sustitutas trabajan de a tres por turno en cada casa. Los turnos pueden durar varios días. 

En el caso de Elvira, cada turno dura dos días íntegros con sus noches. Entra a las 8 de la mañana y sale 48 horas después. Por su experiencia, ella es la líder de las mamás sustitutas de su torno, la que da las pautas a seguir en la casa.

HIJOS DEL CORAZÓN

Elvira tiene tres hijos y un nieto biológicos, pero ya perdió la cuenta de los hijos de amor que ha cosechado en el Inabif desde que en noviembre de 1994 comenzó a trabajar como madre sustituta.

A mis hijos del centro siempre les enseñé las cosas que a mí me enseñaron de niña: valores, principios y que se tengan amor entre ellos, como hermanos. Hasta ahora enseño eso. En un primer momento, incluso traía a mis hijos para que compartan”, dice Elvira a El Comercio.

Las madres sustitutas prodigan todo tipo de cuidados y cariño a sus hijos del Inabif. (Foto: Hugo Pérez / El Comercio)

“Muchos de los hijos que tuve acá ya son jóvenes y trabajan. Varios me llaman para pedirme consejos. Sus hijos son como mis nietos. Y acá, en San Miguel, cuando los niños se van, me dicen: ‘Mami, yo te quiero mucho. Nunca te voy a olvidar’. Si un niño o una niña de menos de 10 años te dice eso, realmente eso llega al corazón”, piensa Elvira en voz alta.

Desde que era adolescente le gusta cuidar niños. “Recuerdo que juntaba ropa para dársela a los niños pobres. Siempre me interesó el ser humano. Por eso estoy en el Inabif”, confiesa Elvira.

El Inabif tiene otras tres madres cuidadoras de 60 a más años: una en provincia y dos en Lima. Una de estas últimas es Adela Quiñones Castillo, quien también labora en el San Miguel Arcángel. Aunque de menos palabras, es igual de diligente que Elvira. Nadie supera su habilidad en hacer los lazos para el cabello de las niñas.

Este domingo Elvira, Adela y las demás mamás sustitutas festejarán por partida doble el Día de la Madre: con sus familias y con sus hijos del Inabif.

VALIOSA LABOR

  • Educan con el ejemplo.

Para la psicóloga Carmen Bravo de Rueda, las madres sustitutas son modelos para niños con padres violentos o desamorados: “Son ejemplos. Les enseñan que pueden ser amados y a tener esperanza”.

  • De todo, como en casa.

Las madres sustitutas duermen en la casa-hogar, levantan a los niños, los alistan para el colegio, les cocinan, los alimentan, los asean, los hacen jugar, les ayudan con las tareas y los acuestan.

(Foto: Hugo Pérez / El Comercio)

  • Requisitos y compensación.

Las madres cuidadores tienen estudios técnicos en salud o educación, experiencia en el cuidado de menores y vocación de servicio. Reciben un sueldo mensual de S/.1.500.

Contenido sugerido

Contenido GEC