Los delincuentes motorizados buscan vías rápidas para fugar, como las veredas y pasajes, que son áreas de uso peatonal. Para impedir su pase por estos espacios, vecinos y autoridades han optado por colocar bolardos, estructuras verticales de fierro que dejan un espacio angosto entre sí.
Este es el caso del pasaje Zafra en Surco, donde la municipalidad instaló bolardos y una reja giratoria a finales de marzo. A varios kilómetros de distancia, en la calle Mercurio de Los Olivos, ante la falta de apoyo de distintas gestiones municipales para evitar el pase de motos sobre las veredas de esta vía, fueron los mismos vecinos quienes colocaron la estructura en la acera.
No existe una normativa que regule el tamaño u otras especificaciones para la instalación de bolardos en zonas peatonales, como sí sucede para las ciclovías. Sin embargo, el ‘Manual de Dispositivos de Control del Tránsito Automotor para Calles y Carreteras’ contiene gráficos sobre el tamaño que deberían cumplir los postes delineadores, estructuras verticales similares a los bolardos, aunque con una función diferente. Los elementos verticales deben estar a 30 centímetros del borde de la calzada como máximo. Asimismo, su altura no debe sobrepasar 1.20 metros.
La colocación de bolardos en espacios exclusivos para peatones pueden ser una solución siempre y cuando cumplan con el principio de accesibilidad universal, es decir, que faciliten la movilidad y el desplazamiento autónomo de cualquier persona en condiciones de seguridad y comodidad. El Comercio visitó ambos puntos de la capital para verificar esta condición.
Surco
El viernes 31 de marzo la municipalidad de Surco culminó la instalación de tres bolardos y una reja giratoria en los dos extremos del pasaje Zafra, ubicado entre el jirón Arancena y la avenida Intihuatana en el límite con Surquillo. La gestión actual, a cargo de Carlos Bruce, argumenta que la medida responde a una petición de la mayoría de vecinos de la zona para acabar con el paso de motocicletas por este tramo, cuyo uso solo está permitido para peatones.
“Un ladrón robaba en [el jirón] Arancena o el parque La Joya y la moto lo esperaba en el pasaje para fugar hacia Surquillo. En febrero, ocurrieron tres robos así en solo dos semanas. Este pasaje también servía para que motos de delivery corten camino para entra a Surco por Intihuatana”, narra Alfredo Icaza, vecino que vive cerca al pasaje Zafra hace más de cuarenta años.
El espacio entre los bolardos para el pase de los peatones es de 50 centímetros. Por su parte, la reja giratoria debe ser maniobrada para el acceso de personas que utilicen silla de ruedas, coches de bebé, un carrito de compras o transportes similares. En TikTok, el usuario @boomeeraan subió un video reclamando que la instalación de ambos elementos dificultaba el tránsito peatonal; la grabación fue viral en Twitter y TikTok con más de 284 mil vistas.
El Comercio visitó el pasaje Zafra para observar el estado de la vía. El alcalde Carlos Bruce explicó a este Diario la finalidad de los bolardos y cómo debe usarse la reja giratoria.
Sylvia Vásquez, arquitecta especialista en accesibilidad, también visitó el pasaje y alertó que la instalación de ambos elementos evidencia que no se consultó a organizaciones que representan a personas con discapacidad como indica el artículo 14 de la Ley General de la Persona con Discapacidad (Ley Nº 29973). Considera que los bolardos y la reja retrasan el recorrido de las personas con discapacidad.
“Para que una silla de ruedas rote, se necesita por lo menos un espacio que mida un metro y medio. Por su ángulo al abrirse, la reja deja un espacio de casi un metro. Tampoco se puede pedir que las personas en sillas de ruedas que transitan solas maniobren o empujen con los pies la reja, porque algunas tienen limitaciones para mover las extremidades. Además, no hay pisos podotáctiles que avisen a las personas con discapacidad visual de los bolardos o la reja. Si chocan su bastón con los fierros, pueden confundirse y no comprender por dónde pasar”, señala Vásquez.
Bruce manifestó a El Comercio que la colocación de los bolardos y la reja no está refrendada por una orden municipal por tratarse de una prueba piloto, que puede replicarse en otros pasajes y calles del distrito donde los vecinos reporten frecuentes robos con motos. “No es bueno limitar la transitabilidad, pero en zonas como estas donde hay robos permanentemente creo que esta es la mejor solución hasta ahora para que las motos no se escapen. Estamos dispuestos a recibir ideas para mejorar este sistema”, señaló el burgomaestre.
Los Olivos
Al regresar a casa de un viaje fuera del país, el 13 de marzo Andrea B. Ibarra encontró cinco bolardos en una vereda de la calle Mercurio, cerca al cruce con el Jirón Galileo, en la urbanización Sol de Oro de Los Olivos. Tocó la puerta de una casa contigua a los tubos de fierro para preguntar a su vecino quién los había instalado. Él respondió que su familia junto a los residentes de las casas aledañas se pusieron de acuerdo para colocarlos. Nadie había consultado a Andrea o su familia al respecto. Desde la colocación de los bolardos, ellos están obligados a utilizar la acera de enfrente o abrir la tranquera, arriesgándose ante el paso de automóviles.
El vecino sostuvo que la finalidad de los bolardos era impedir que motos pasen por la acera, situación que ocurría con frecuencia desde el 2019, cuando instalaron una tranquera en medio de la calle para evitar el pase de vehículos de transporte público y carga pesada que cortaban camino desde la Panamericana Norte. Andrea replicó que también le molestaba que muchas motos utilicen la vereda, pero reclamó que los tubos afectarían el tránsito de personas que utilizan una silla de ruedas, como su hermano, madres que llevan en coche a su bebes o personas de la tercera edad que usan bastón y se dirigen a la parroquia el Buen Pastor.
El Comercio acudió al lugar y comprobó que distintas calles de la urbanización Sol de Oro, como el jirón homónimo y la calle Júpiter, presentan rejas y tranqueras. Un vecino de la calle Mercurio, quien prefirió no dar su nombre y que vive cerca a los cinco bolardos, respondió que estuvo a favor de su instalación, pero no mencionó quiénes fueron los responsables. Aseguró también que la colocación de los tubos y la tranquera se hizo sin avisar a la municipalidad de Los Olivos, ya que las gestiones locales anteriores nunca prestaron atención a sus reclamos de robos en la cuadra ni del pase de ómnibus desde la Panamericana Norte.
“Yo no estaba de acuerdo con que se coloquen estos fierros hasta que en dos ocasiones motos a toda velocidad casi atropellaron a mi esposa cuando salía de la casa. Luego, robaron aquí en el obispado de Carabayllo y en mi casa. Los delincuentes escaparon en moto. Avisamos a patrullas de serenazgo pero no hicieron nada; nos dijeron que tengamos cuidado”, narró.
Debido al reducido espacio entre los bolardos, cuando se le preguntó a él y su familia qué opciones tienen las personas que utilizan silla de ruedas, bastones guía o coches de bebé, respondieron que pueden cruzar a la otra acera o abrir la tranquera. Sin embargo, se comprobó que la vereda de enfrente es utilizada por las motos para doblar por el pasaje Los planetas con dirección a la Panamericana Norte. Además, la tranquera de la calle Mercurio no se abre con facilidad.
Aldo Facho Dede, arquitecto urbanista y cofundador de la Red Latinoamericana de Urbanistas, explica que los espacios públicos peatonales y de uso vehicular son administrados exclusivamente por los municipios, de tal manera que ningún vecino tiene potestad para intervenir en ellos ni colocar barreras. “Lo que han hecho los vecinos es ilegal. No tienen autorización para colocar los bolardos y deben ser removidos de inmediato. No podemos justificar decisiones individuales que ponen en riesgo la vida y el libre tránsito de las demás personas”, sostiene.
“Como la municipalidad no responde a sus reclamos y necesidades, los vecinos hacen lo que a su criterio les parece lo mejor. Se comprende que es una medida desesperada, pero no podemos respaldar la forma como han actuado. Las personas con discapacidad no pueden ir por la pista exponiendo su vida. Tampoco se les puede pedir que abran una tranquera”, agrega la arquitecta Sylvia Vásquez.
Giannina Vidal, subgerenta de Fiscalización y Control Urbano de la municipalidad de Los Olivos, declaró a El Comercio que la actual gestión, liderada por Luis Felipe Castillo, desconocía la instalación de los bolardos en la calle Mercurio, así como de las quejas de los vecinos de la urbanización Sol de Oro de robos y pase de vehículos a través de sus angostas calles. Vidal indicó que hará las consultas a la subgerencia de transporte del municipio para conocer si los vecinos contaban con permiso para instalar los bolardos o tranqueras.
“La instalación en la vía pública de tranqueras, rejas y otros elementos sin permiso es sancionada con el 80% de una UIT para los infractores, porque impide el tránsito peatonal. Pero tampoco queremos perjudicar a los vecinos. Vamos a conversar con ellos para recoger sus opiniones y denuncias de los problemas que pasan en la urbanización. Los técnicos del área de transporte evaluarán si se regulariza la instalación de los bolardos y la tranquera, o si se toma otra solución”, afirmó Vidal.