Hace unos días, en un foro de Internet, veía una fotografía antigua de la urbanización Caja de Agua en San Juan de Lurigancho. La foto, tomada desde el cerro San Cristóbal en los años sesenta, mostraba una urbanización en perfecto orden y simetría en medio de grandes extensiones vacías. Si hoy uno se sube al mismo lugar y dirige su mirada hacia allí, le resultaría difícil distinguir esa idílica Caja de Agua en medio de una feroz maraña de caos aparente.
Caja de Agua, como urbanización, fue una reacción al proceso de las barriadas que en esa década estaban en auge y comenzaban a ser visibles como las espaldas sucias de la ciudad. Ya no eran un fenómeno menor, sino que se convertían en un chivo expiatorio para la dominación social y la utilización política de los migrantes sin vivienda. La Junta Nacional de Vivienda de Belaunde tomó el urbanismo como modelo de transformación social y creó, en la zona, Caja de Agua y Chacarilla de Otero: dos urbanizaciones para reubicar a los pobladores de Cantagallo, una de esas barriadas que comenzaban a reventarle el ojo pulcro a la sociedad de entonces. Hoy, sumida en la maraña que vino después, no se nota ni un ápice de ese orden que alguna vez tuvo. El caos se apoderó.
¿Cuánto del llamado efecto mariposa (el minúsculo cambio en un sistema que se va replicando hasta generar cambios gigantescos en un estado posterior) se apoderó del diseño de nuestra ciudad? ¿Y cuánto de la teoría del caos hay en el desarrollo de la ciudad? ¿Es solo un caos aparente? Creo que así como vemos caos, este tiene su propio orden y dinámica, y basta introducir un pequeño elemento para generar un caos controlado y ver que ese patrón se va decantando hacia un patrón más armónico. Un ejemplo son las líneas de metro y el tren eléctrico. Elementos de orden que irrumpen en el caos. Otro son los complejos habitacionales y los centros comerciales en medio de ese desorden (que no es otra cosa que un sistema de fractales). Habrá que ver cómo estos ejes crean su propio efecto mariposa en el sistema orgánico de la ciudad. No creo en un planeamiento totalizante, pues la sociedad es un sistema complejo, pero sí en una definición de objetivos y metas con la introducción de elementos que activen ese orden. Más ejemplos: grandes áreas de recreación y espacios públicos. La ciudad no se puede refundar pero sí rediseñar, y en ese sentido los nuevos elementos generarán a su vez redefiniciones del complejo esquema de interconexiones que es una ciudad. Y más aún en la Lima del dejar hacer, dejar pasar.
Otrosí: me reuní cordialmente con el alcalde de Miraflores, quien me aseguró que el estacionamiento en el parque central será en las vías laterales del parque y esto es algo que se cambió desde el principio en el proyecto. Enhorabuena, pues estoy seguro de que parqueo y autos pueden coexistir. Si Miraflores está hoy en el tintero es porque al menos piensan y actúan sobre su desarrollo futuro, y eso es bueno.