Los niños del asentamiento urbano ubicado Cantagallo, en el distrito del Rímac, no pierden la alegría y mantienen viva su tradición en medio de la agitada vida de la capital. Familias enteras siguen en la lucha no solo por mejorar sus condiciones de vida si no también por preservar la cultura amazónica desde que llegaron a Lima a finales de los noventa. Dicha tarea solo ha sido posible con la enseñanza de sus costumbres, conocimientos y el hermoso arte que exhiben en sus paredes.
Cientos de familias ubicadas cerca a la concurrida Vía de Evitamiento aún respiran las tradiciones de su tierra y lo plasman en cada pared de las pequeñas casas que llenan el lugar. Vestimentas típicas y música también se hacen notar a penas uno llega a sus puertas. La gran meta es convertirse en un lugar turístico para los mismos limeños. Pero el camino no es fácil, deben resistir no solo la indiferencia de las autoridades, sino también a la violencia criminal.
Cada día es una lucha constante por conseguir las metas trazadas y ello queda de manifiesto en los más jóvenes. Las prioridades son educación, acceso a la salud y a los servicios higiénicos y mejoramiento de agua y alcantarillado.
Cantagallo aún sonríe y son sus niños quienes mantienen viva la esperanza por un futuro mejor.
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