FERNANDO GONZÁLEZ-OLAECHEA / @fernando_got
Hoy se cumplen 12 años desde que un incendio en la discoteca Utopía, en Surco, causó la muerte de 29 jóvenes. El administrador del local, Percy North, fue condenado a 10 años y el pasado 8 de abril se sentenció a los ex administradores de la discoteca, Alan Azizollahoff y Edgar Paz, quienes no viven en el país y aún no son capturados. Conversamos con Luis Delgado Aparicio, padre de unas víctimas y vocero de los deudos.
¿Han recibido noticias de Interpol?
Desde el diez de abril, cuando se notificó, no ha habido ninguna captura. Esta es la amarga verdad del trágico suceso de Utopía. Se supone que el mismo diez de abril en la casa matriz de Interpol en París se debió prender la alarma para capturarlos. Ya no sé qué pensar.
¿Realizarán alguna actividad hoy?
No vamos a realizar vigilia ni misa. Hace varios años que no hacemos esto, porque es muy emotivo y traumático. Diez padres ya han fallecido, lo que pone más tensa la misa, otros no pueden ir porque están en cama. Salió publicado un recuerdo por las víctimas.
¿Qué falta en el proceso?
En cuanto a nosotros, tenemos el recurso de queja, porque no se nos permitió apelar la sentencia a Azizollahoff y Paz Ravines. Eso debe verlo en los próximos días la Corte Superior. Habernos negado la apelación va contra la constitución.
¿Qué piensan hacer?
Estoy estudiando si demandar al Estado Peruano por esta barbaridad, es un juicio de doce años y que aún no termina. Tras la sentencia, la fiscal apeló pidiendo seis años en lugar de cuatro para Azizollahoff y Paz Ravines. Los abogados de ellos han apelado pidiendo prescripción, a pesar de que no hay prescripción por este caso. Es la mayor burla que ha habido en el país.
¿Cómo lo hace sentir todo esto?
Ante el comportamiento del 8 de abril del juzgado 21, de negarnos la apelación, hay una incertidumbre en todos los padres. Tuvimos que tomar un recurso de queja y eso demorar más el tema y que Interpol haga esto [...] Me siento como un ruso en un Gulag, siento que estoy en en otro país, me da la impresión de que no tenemos derechos humanos. En la Corte Interamericana, un juicio demora cuatro años, en la corte de Roma también. Que demore más significa agraviar a la familia del victimario y de la víctima.