(Foto: Jessica Vargas / El Comercio)
(Foto: Jessica Vargas / El Comercio)

El bus azul de placa C8E-954 no cabe en su carril. Repleto de turistas, desciende desde el Morro Solar por una vía pronunciada y zigzagueante más angosta que su carrocería. Va en primera o en segunda marcha, siempre enganchado, algo que suelen hacer los pilotos de carrera para no perder el control ante un desbarrancamiento.

La pista no tiene rompemuelles. Los muros al borde del precipicio se desmoronan, y en cada curva el vehículo debe invadir el otro carril. Tampoco hay señalización que limite la velocidad o advierta la llegada de otro bus en sentido contrario.

En el tramo final de descenso, a la altura del Malecón Grau, cuelga de un poste un cartel que dice: “Chorrillos, rumbo a la excelencia”. Un mensaje que oscila entre la contradicción y la ironía.

El circuito turístico del Morro Solar comprende la Cruz del Papa, el Planetario, el monumento al Soldado Desconocido y el Cristo del Pacífico. Según los comerciantes del morro, suben hasta 18 buses al día con viajeros y escolares. Pese a ello, sus vías de acceso están tan descuidadas como las del cerro San Cristóbal, donde hace una semana un bus se volcó y dejó a 10 personas muertas.

Los vecinos de la zona baja del Morro Solar denuncian que estas vías no reciben mantenimiento desde el 2013. Este Diario quiso conocer los descargos de la gestión municipal actual, pero no recibió respuesta. Hasta ayer el portal web de transparencia de esta comuna no consignaba ningún proyecto de inversión pública para mejorar la vía hacia el Morro Solar.

—Al vacío institucional—
Para el presidente de la ONG Luz Ámbar, Luis Quispe Candia, el accidente del cerro San Cristóbal del 9 de julio ha desnudado los riesgos de la falta de reglamentación sobre los servicios turísticos de la capital.

“En la Municipalidad de Lima hay ordenanzas del transporte urbano, como taxis, vehículos escolares, de carga y mercancías, pero no sobre el transporte turístico”, dijo.

Para este especialista en transporte, un servicio turístico reglamentado hubiera permitido, por ejemplo, establecer cuántos viajes pueden hacer los buses hacia la cima del San Cristóbal. “Como no hay ninguna norma, las empresas y los conductores no conocen cuáles deben ser los límites de velocidad, los cuales están determinados por el tiempo de viaje y la demanda de cada lugar turístico”, agrega.

Además del Morro Solar, Luz Ámbar también advierte el peligro que se presenta en un tramo de la Costa Verde hacia el Callao que carece de guardavías, pese a que ello está establecido en el Reglamento Nacional de Gestión de Infraestructura Vial. El Comercio recorrió la bajada Escardó y vio que es utilizada por buses turísticos, varios de ellos panorámicos (sin techo), que van hacia la Fortaleza del Real Felipe.

Para Lino de la Barrera, ex asesor del Ministerio de Transportes, reglamentar el sector de los viajes también permitiría controlar el tipo de vehículo que se emplea para el traslado de turistas.

“El tipo de vehículo corresponde a la realidad de lo que estoy haciendo con él. Quizá ese bus panorámico solo es óptimo para una ruta plana, costera. La prestación de los servicios tiene que estar vinculada a la velocidad y las dimensiones de cada vehículo”, dijo de la Barrera.
Tanto Quispe Candia como De la Barrera critican la pluralidad de responsabilidades en materia de transporte. Para ambos, poner en marcha el proyecto Autoridad Única de Transporte, del Ministerio de Transportes, permitiría tener bajo una sola cabeza las obras viales de Lima y Callao, y a futuro, hacer que todo descenso sea seguro.

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