Gastar sin criterio el poco dinero que se tiene en el bolsillo. Durante el 2015, esa pareció ser la línea de acción de algunas autoridades municipales de Lima Metropolitana: pese a tener el menor presupuesto entre los 43 distritos capitalinos, lo invirtieron de manera insuficiente.
Ese es el caso del municipio de San Juan de Lurigancho, que contó con cerca de S/.164 millones de presupuesto anual (uno de los montos más bajos entre las comunas limeñas) y solo ejecutó el 58,4%, según cifras mostradas por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Con ello, la autoridad de dicho distrito invirtió S/.88 por cada vecino en todo el año.
Le siguen Villa María del Triunfo (la comuna invirtió S/.115 per cápita en el 2015), Comas (S/.122), San Martín de Porres (S/.127) y San Juan de Miraflores (S/.143). La coincidencia entre estos distritos es que sus alcaldes son nuevos e iniciaron sus períodos de gobierno en enero pasado.
Las cifras revelan una ejecución ineficiente del presupuesto anual por parte de estos burgomaestres, pero también una preocupante inexperiencia en la gestión pública. Debieron crear mecanismos para distribuir mejor lo poco que tenían, explicó Jorge García Paz, experto en administración pública.
Bajo el modelo actual, los municipios dependen de su recaudación tributaria; de las partidas asignadas por el MEF; en algunos casos, del Fondo de Compensación Común (establecido por el Estado para las zonas urbano-rurales con mayores índices de pobreza); y, sobre todo, de sus propias estrategias financieras.
“Es cierto que muchas autoridades distritales tienen escasos recursos disponibles, pero también es su responsabilidad saber cómo y en qué los invierten para satisfacer las necesidades del vecino. En general, los gobiernos locales tienen poca capacidad de gasto y de gestión”, precisó García Paz.
ASIGNACIÓN PRESUPUESTAL
San Isidro está en el otro lado de la vereda: su municipio ejecutó solo el 66,6% de su presupuesto anual (uno de los avances de ejecución presupuestal más bajos en la capital), pero aun así es el distrito que más invirtió en sus habitantes: S/.2.559 per cápita durante el 2015.
En esa misma línea, pero de manera más eficiente, están Miraflores (S/.2.122), Barranco (S/.898) y San Borja (S/.782). Estas comunas contaron con la mayor asignación presupuestal per cápita en la capital debido a una eficiente recaudación de impuestos municipales, entre otros factores.
Sin embargo, este modelo no beneficia a aquellos distritos que tienen una alta densidad poblacional y, al mismo tiempo, una elevada morosidad tributaria de sus vecinos, afirmó José García, coordinador del PLAM 2035. Por ejemplo, San Juan de Lurigancho, que tiene una población trece veces mayor que Miraflores, contó con 16% menos de presupuesto anual que la comuna miraflorina.
“La densidad poblacional hace que los recursos se diluyan fácilmente. Sobre todo porque los alcaldes distritales apuestan por obras efectistas para su jurisdicción. No hay un criterio metropolitano en la inversión. Si tuvieran una planificación conjunta y de mayor ámbito territorial, el presupuesto rendiría”, agregó.
GESTIÓN METROPOLITANA
“La Municipalidad de Lima está en quiebra”, dijo la actual teniente alcaldesa Patricia Juárez antes de asumir su cargo, en diciembre del 2014. La funcionaria sostuvo que el alcalde Luis Castañeda iba a contar con un presupuesto muy reducido para el 2015.
En efecto, la comuna limeña dispuso este año de S/.1.736 millones (US$509 millones). Con respecto al 2014, este monto se redujo en 19,1% y se convirtió en uno de los presupuestos capitalinos más bajos de Latinoamérica: la cifra limeña representa el 66% de lo que dispone Quito (US$793 millones) y el 9% de Bogotá (US$5.690 millones).
Pese a ello, la gestión de Luis Castañeda ejecutó solo el 73,4% de dicho presupuesto; es decir, 7,4 puntos porcentuales menos que lo invertido por la gestión de Susana Villarán el año pasado. Así, la comuna metropolitana solo gastó S/.143 (US$41) por habitante este año. Este monto también es muy reducido si lo comparamos con otras capitales de la región: en Santiago de Chile se invierte US$146 per cápita al año; y en Bogotá, más de US$630.