En el Perú hay al menos 301 cóndores andinos y están distribuidos en por lo menos 14 regiones, según los resultados del primer censo de la especie en la historia del Perú, efectuado en agosto pasado.
En nuestro país, el cóndor está en peligro de extinción; es decir, es una especie poco común y la tendencia de su población es decreciente. El ser humano es una de sus mayores amenazas.
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“Se ha observado una reducción del área de ocupación, una reducción del tamaño de la población y se proyecta una reducción en el tamaño de la población debido a la explotación directa de la especie”, se menciona en el “Libro rojo de la fauna silvestre amenazada”.
Aunque los resultados del censo aún no han sido publicados oficialmente, El Comercio accedió a las conclusiones. En estas se detalla que la minería artesanal, legal o ilegal, así como los reportes de incendios forestales, la presencia de torres de alta tensión eléctrica y de telefonía y los reportes de envenenamiento son algunas de las principales amenazas encontradas en los distintos puntos de observación.
Primeros pasos
Para este censo, un equipo del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) y otras instituciones y entes privados monitorearon simultáneamente, durante varios días, 44 puntos donde previamente se habían identificado condoreras.
“Las condoreras son una especie de hoteles para cóndores. Son paredes, normalmente precipicios o acantilados, donde llegan a dormir. […] A lo largo del Perú hay varias. Pero un cóndor puede estar de paso en el área y usar una condorera para dormir, estar ahí un par de días e irse, por eso fue importante que el estudio se haga en simultáneo”, explica Fernando Angulo, investigador principal del Centro de Ornitología y Biodiversidad.
Este estudio es el primer paso para que las autoridades elaboren estrategias para la conservación de la especie antes de que sea demasiado tarde.
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En Venezuela, el cóndor está en peligro crítico de extinción; es decir, cerca de la desaparecer.
En Ecuador –como sucede en el Perú– está en peligro. En un censo nacional del 2018, en ese país se encontraron 150 individuos, mientras que en Colombia, en un estudio en el 2021 se contaron apenas 63 ejemplares. La mayor cantidad de individuos está en Chile y Argentina, donde hay algunos miles.
Rol en el planeta
En la naturaleza, la función de las aves carroñeras es poco reconocida y hasta causa rechazo, pero es fundamental para los ecosistemas. “Lo que hacen les comer cadáveres. Si no existiesen cóndores y otros carroñeros, estos se pudrirían y serían focos de infección. Los cóndores remueven los despojos de animales muertos del ecosistema. Básicamente, limpian”, añade Angulo.
El proceso de reproducción del cóndor es lento. Las hembras ponen un huevo cada dos años, aproximadamente, y la incubación tarda dos meses. Un individuo llega a la adultez a los 8 años y puede vivir entre 50 y 70 años. Este factor biológico también condiciona su repoblación.
El arqueólogo Régulo Franco Jordán explica que el cóndor andino ha sido considerado como una de las principales divinidades del panteón andino desde el período arcaico tardío y formativo, hace unos 4.500 años.
En el imaginario prehispánico, se le habría considerado un poderoso emisario de los dioses. Está asociado al cielo, las lluvias y los truenos. Para los incas, el cóndor fue un animal sagrado. Sus plumas tenían gran valor y se utilizaban para ceremonias especiales.
Aunque fueron muy representados en iconografía y es parte de muchos mitos y leyendas, en trabajos arqueológicos se han encontrado muy pocos restos de estas aves.
El cóndor andino es una especie fascinante, misteriosa y muy importante en la cultura del Perú, al punto que aparece impreso en el nuevo billete de S/20 junto al inmortal José María Arguedas. Su conservación debe ser prioritaria.