Durante la primera mitad de agosto, la mortalidad por la pandemia del COVID-19 cayó hasta alcanzar nuevos mínimos históricos. En este período, se registraron en promedio unos 60 decesos diarios en el país, cifra menor que en el momento más bajo de la primera ola, registrado en noviembre del año pasado.
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El retroceso de la segunda ola ha traído consigo que cada vez más lugares del país no reporten muertes por el coronavirus. Una estimación hecha por la Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio –basada en cifras recogidas por el Grupo de Trabajo Técnico del Minsa– muestra que, durante la última semana (del 7 al 13 de agosto), 105 de las 195 provincias no tuvieron decesos por la enfermedad. Desde mediados de julio, 31 jurisdicciones de este grupo mantuvieron dicha condición [ver gráfico].
Estas localidades tienen una baja densidad poblacional y la mayoría de ellas se encuentra en regiones que –a excepción de Ayacucho y Huancavelica– aún no presentan casos de la variante delta. Ninguna ciudad grande o capital departamental está incluida en la lista.
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Los lugares libres del impacto letal del COVID-19 también aumentaron en Lima y Callao. En la última semana, en 17 de los 50 distritos de la capital no hubo víctimas del virus. Entre estos figuran zonas de Lima centro como Lince, Magdalena, Miraflores o Pueblo Libre.
El nulo registro de fallecidos se ha mantenido constante por casi un mes en ocho distritos de la ciudad poco poblados o con balnearios.
Actualmente, Lima Cercado, Comas, San Juan de Lurigancho y Ate son las zonas de Lima con más decesos semanales, pero estas cifras no llegan ni a la quinta parte de lo reportado a inicios de abril, en el peor momento de la segunda ola.
Estrategia pendiente
¿Qué medidas deben tomarse para mantener estas cifras en niveles mínimos? Para el médico infectólogo Julio Cachay, este momento de la pandemia debe aprovecharse para ampliar la vacunación a más zonas del país.
“Tenemos un mes para avanzar a todo pulso, porque la tercera ola se iniciaría en setiembre. Podemos aumentar el 27% de inmunizados con dos dosis. Con este nivel habrá contagios en el futuro, pero también disminuirán los casos graves y fallecidos”, explica.
Edén Galán-Rodas, secretario del Interior del Colegio Médico del Perú (CMP), recomienda al Minsa que la aceleración del proceso incluya una mejor planificación. Su institución estima que ahora hay una brecha entre las dosis disponibles y el número de personas que faltan completar su vacunación. “Los que necesitan una segunda dosis no la encontrarían. La brecha es de medio millón en Sinopharm y un cuarto de millón en Pfizer. Si bien se cambiaron a los ministros, los equipos siguen iguales. No debería haber este tipo de fallas”, opina.
Ambos especialistas consideran necesario ampliar la secuenciación genómica para identificar tempranamente nuevas variantes del coronavirus. A la fecha, en el país se analiza el 0,5% de muestras positivas, la décima parte del mínimo requerido en países europeos (5%).
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Galán-Rodas explica que el avance en la vacunación no debe descartar otras labores como la aplicación de pruebas moleculares, la instalación de centros de aislamiento temporal o la masificación de plantas de oxígeno.
En los últimos meses, estas labores estuvieron a cargo de los gobiernos locales, pero los resultados no han sido satisfactorios. Un informe publicado por este Diario en julio reveló que solo 17 de los 1.600 municipios distritales del país adquirieron plantas de oxígeno.
En la capital, Ventanilla (Callao) y Comas (Lima) han liderado las compras de estos equipos con tres y dos plantas para abastecer a su población, respectivamente. El viernes 13, Ventanilla inauguró su última planta en la zona de Pachacútec.
Pero, además de la infraestructura, las regiones y los municipios tendrán el reto de contratar más personal destinado a expandir la vacunación y la cobertura del primer nivel de atención.
“En Lima se necesitan más de 3 mil médicos que apoyen en vacunación y respuesta rápida, mientras que en provincias esta cifra sube a 6 mil o 7 mil. Se necesitará hacer visitas a domicilio. En las zonas rurales hay una gran cantidad de gente sin vacunar”, estima Galán-Rodas.
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