En el 2020, en la edición 60 del Concurso Mundial de Marinera Norteña en Trujillo, al menos una decena de elegantes trajes se lucían en los cuerpos de los bailarines con una llamativa particularidad: habían sido bordados con hilos obtenidos de botellas de plástico renovables, envases que habían recibido una nueva vida. Una “magia”, en palabras de sus propios protagonistas, que fue plasmada en las telas con las manos de madres artesanas de Ayacucho un año antes, el 2019, a través de Botellas que Empoderan, un proyecto de gran impacto social, ambiental y económico.
A casi 800 kilómetros de Ayacucho, en la Asociación Sociocultural Qikyusisa, en Ventanilla, un promedio de 80 mujeres, la mayoría de ellas adultas mayores y madres solteras, confeccionan preciosas prendas de moda y artesanías utilizando el mismo hilo proveniente de las botellas de plástico (hilo PET-polietileno tereftalato). En las mesas de estos talleres se respira vida, alegría. “Yo pensaba que era imposible que de la botella de plástico salga el hilo”, señala Juana, una de las asociadas, mientras sostiene en su mano un corazón de tela que acaba de bordar.
El catálogo de productos es amplio. Rosa, otra miembro de este grupo de mujeres, recuerda que iniciaron con chalinas, chullos y gorros; luego han hecho hasta canguros, portalaptops y mandiles. El hilo PET es versátil, “vienen varios colores y eso les permite diversas combinaciones para los acabados de sus trabajos”, comenta Francisco García-Yrigoyen, fundador de Khana, una empresa de moda sostenible, que es el nexo con las asociaciones. Ellos se relacionan con las comunidades, las capacitan y comercializan las prendas.
Cuatro años han pasado desde el nacimiento de Botellas que Empoderan y hoy más de 500 mujeres están involucradas en un proyecto que también tiene sede en Sullana (Piura) y Jicamarca. La iniciativa hoy, además, permite que con el plástico recolectado del reciclaje se compren víveres de primera necesidad y productos de la canasta básica familiar para donar a los comedores populares Micaela Bastidas en Huachipa y Virgen de las Mercedes de Sullana, logrando así ampliar el número de menús mensuales.
Además de capacitar con más de 940 horas en técnicas en diseño y bordado, y gestión empresarial, se han dictado charlas para reforzar sus técnicas en habilidades blandas. También, a través de este programa, se ha logrado articular el trabajo de las artesanas con las lideresas de comedores populares.
¿Cómo se convierte el plástico en hilo PET?
Un segundo uso para las botellas de formato renovable era uno de los objetivos del programa. El reciclaje, la apuesta por la sostenibilidad y el cuidado de ambiental solo se podrían materializar a través del reúso de los recipientes. Esta nueva vida del plástico se concreta mediante un procedimiento sencillo, pero sumamente beneficioso.
Las botellas PET deben transformarse en fibra y ese proceso se realiza en la planta de reciclaje. Ahí los recipientes son seleccionados antes de pasar por una fase de limpieza, en donde se les retira el etiquetaje, y luego de ello los envases son triturados. Posteriormente son lavados y secados. Después, el material es estrujado por medio de calor, para finalmente ser fundido para generar el hilo.
“La máquina estrujadora, mediante un tornillo sinfín, genera las fibras de hilo y luego estas pasan de un aspecto similar al cordel al hilo que conocemos, a través de un proceso de ablandamiento”, explica García-Yrigoyen. Todo este procedimiento, añade, es automatizado y puede demorar un día, dependiendo de la demanda.
“En promedio, para obtener un kilo de hilo, se necesitan entre 30 y 40 botellas. No siempre es uniforme, depende de las densidades. Con estas fibras se hace el hilo y esos hilos tienen diferentes composiciones. Hay hilos que tienen 70% de fibra PET, 30% de algodón, porcentaje de alpaca, porcentaje de fibra de poliéster. En un inicio hemos llegado a usar hilo 100% de PET, que es más duro sin tener la suavidad de otros orgánicos. Hoy por hoy, usamos una mezcla, que en su mayoría es composición de PET”, explica el fundador de Khana.
Con arte en las manos
El mandil que acaba de bordar Juana es una muestra de talento. Ella conocía ciertas técnicas, pero durante los tres años que lleva en el proyecto se ha vuelto una experta. “Muchas de nosotras hemos encontrado una manera de ganar dinero, pero al mismo tiempo de sentirnos vivas, útiles. Algunas mamitas tienen más de 60 años y, para ellas, es una forma de decir: ‘Soy hábil, tengo fuerza’”.
Los mandiles, confeccionados con tocuyo y bordados con el hilo de las botellas renovables, son un ejemplo tangible de cómo el reciclaje se convierte en oportunidades, tanto para estas mujeres artesanas, como para el medio ambiente. La transformación, comenta Patricia, se simboliza en un envase, pero representa el cambio de una comunidad.
De este modo, se atiende diariamente a 160 personas en los comedores populares de Huachipa y Sullana, lo que representa un total de 3.200 raciones de almuerzos al mes.
“Cada mandil representa la transformación de media botella renovable en un producto útil y sostenible. Este programa ha permitido empoderar a cientos de mujeres artesanas: ahora cuentan con más oportunidades económicas para ellas y sus familias, a la vez que logramos reducir significativamente los residuos plásticos”, resalta María Gracia Lamas, gerenta de Marca de Pepsi, principal promotor de Botellas que Empoderan.
“En lo que va del año se ha reciclado más de 15 toneladas de PET, que forman parte de las 253 toneladas que se han reciclado a lo largo del programa desde el 2019"
Lamas destaca que el Perú es, en Latinoamérica, uno de los primeros países con iniciativas de este tipo, las cuales se caracterizan por tener como prioridad la sostenibilidad y la economía circular. “En lo que va del año se ha reciclado más de 15 toneladas de PET, que forman parte de las 253 toneladas que se han reciclado a lo largo del programa desde el 2019. “Nuestra meta es cerrar el 2023 con 20 toneladas de plástico reciclado”, indica.
Juana asevera que con las ganancias producto de las ventas que se generan gracias a los pedidos que llegan cada dos meses, en promedio, se pueden solventar una serie de gastos, “en especial de las madres solas y de los adultos mayores”. “Hemos recibido capacitaciones que, en cierto modo, nos han abierto el panorama, por ejemplo, para entender el mercado”, apunta.
Botellas que también alimentan
Analí Huamancaya, gerenta de Asuntos Corporativos de CBC Perú, embotelladora socia de este proyecto, afirma que las 253 toneladas de PET recicladas hasta el momento significan un ahorro de 10,76 toneladas de CO2, lo que equivale a la plantación de 276 árboles.
“La diferencia con un formato descartable es que el consumidor no devuelve la botella. En el caso de las botellas renovables, el consumidor, al devolver el envase al punto de venta, somos nosotros quienes nos encargamos de manera superdirecta de poder darle un uso y saber que esa botella está siendo empleada en algo que no termine en el mar. Además de hacernos cargo de una manera responsable y sostenida del cuidado del medio ambiente, el proyecto empodera a una comunidad de mujeres, porque se les inserta a una actividad económica”, apunta Huamancaya.
Cuatro mujeres caminan el medio de un una calle no asfaltada en Ventanilla mientras se gastan bromas. “Yo he bordado casi todo el pedido”, dice una. Las otras se echan a reír. Tienen la emoción de unas adolescentes y las unen muchas cosas: su habilidad como artesanas, su resiliencia, pero fundamentalmente ese deseo de emprender siendo parte de un cambio.
Hoy la botella que comparten en la mesa saciará mucho más que la sed.