“Cómo diablos pudo haber pasado esto en el Sodalicio”
“Cómo diablos pudo haber pasado esto en el Sodalicio”
Sandra Belaunde

Tras la presentación del libro “Mitad monjes, mitad soldados” de Pedro Salinas, que recoge testimonios de abusos al interior del Sodalicio de Vida Cristiana, su actual superior general, Alessandro Moroni, acepta maltratos y promete apoyar a las víctimas.

- Tras la difusión de las denuncias, ¿cómo se afronta la crisis?
Sufrimos por las víctimas de violencia o abuso y por la toma de conciencia sobre la situación. Uno se pregunta cómo diablos pudo haber ocurrido esto en el Sodalicio. Parece de locos. Ese sufrimiento y toma de conciencia están ayudando a asumir decisiones más claras para que esto no se repita.

- ¿Cree que Luis Fernando Figari es culpable de lo que se le acusa?
Lo que yo crea tiene un valor subjetivo, pero soy el superior general y tengo que actuar con justicia y claridad. Tengo que continuar el proceso lo más rápido posible. Cuando la claridad llegue, tomaré decisiones radicales. Adelantar cualquier juicio con respecto a él o a otros podría ser injusto.

- Cuando el Sodalicio se entera de denuncias de abusos sexuales, ¿las reporta a la fiscalía o se juzga y sanciona en fueros internos?
Si nosotros recibimos una denuncia, debemos remitirnos a la ley civil o a la eclesiástica. Consultamos con abogados y si nos dicen que son cosas que han prescrito, utilizamos la vía eclesiástica. No es que prescindamos de la ley civil ni penal. Coordinamos ambos fueros.

- ¿Se hicieron esas coordinaciones en el caso de Figari?
Desde que llegué, inicié un proceso para entender qué había pasado. Yo viví como sodálite 11 años en Arequipa y 14 años en Santiago de Chile. Me escogieron para que sea superior general hace dos años y poco. Me enteré de que hubo denuncias entregadas al Tribunal Eclesiástico de Lima y entré en contacto con ellos. Respondieron que son un órgano independiente, que no tenían que darnos ningún tipo de información hasta que tomaran una decisión.

- En el primer comunicado del Sodalicio se dice que no se sabía de los testimonios del libro de Salinas, pero el padre Jean Pierre Teullet dice que él los presentó y que no fueron investigados. ¿Por qué ocurrió? ¿Y por qué se dijo que no se conocían?
En una situación tan compleja se pueden dar malas interpretaciones.  Tengo muchos defectos, pero no miento. Hasta el día de hoy, esa información –entregada al Tribunal Eclesiástico y divulgada en medios de comunicación– nunca la he tenido en mis manos. He tenido información propia distinta a esas denuncias. Estoy en coordinaciones permanentes con la Santa Sede. Sé que  el Ministerio Público va a investigar de oficio. Yo y las autoridades del Sodalicio vamos a colaborar. Es una situación inaceptable y penosa. Nos da vergüenza.

- Y mientras que esto se investiga, ¿qué medidas ha tomado?
Encaré a Luis Fernando. Lo negó todo. Mientras que la justicia investigue, lo he aislado en una comunidad específica para eso en Roma.

- ¿Por abusos físicos y psicológicos pero también sexuales?
Lo he aislado por información diversa. Los sexuales, hasta el día de hoy, no están probados.

- Se dice que Figari está en retiro en Roma desde el 2010, pero según su registro migratorio vive  entre Lima y Europa.
Él vive en retiro desde el 2010, pero la decisión de que se vaya del Perú en definitiva fue en el 2014. Por eso en registros migratorios aparece que tiene distintas entradas y salidas. Salió del Perú en abril.

- El Sodalicio dice que son verosímiles las acusaciones contra Figari. ¿Planea expulsarlo?
Tenemos que actuar en el marco de la ley y estamos en pleno proceso de investigación. Si se prueba que cometió estos delitos, tomaremos medidas según la ley y en coordinación con la Santa Sede.

De ser probadas las denuncias, ¿se le expulsará?
Si se prueban y tenemos que llegar a eso, estaremos dispuestos.

- El Sodalicio ha tenido que enfrentar estas situaciones no solo con su fundador, sino también con su número dos, Germán Doig, cuya frustrada santificación fue emprendida por Figari. Además, están los casos de Jeffrey Daniels y Daniel Murguía [detenido en un hotel fotografiando a un niño desnudo], ex secretario de Figari. ¿Qué le dice eso del SVC?
Son casos no solo lamentables, sino intolerables. Han sido personas que, utilizando la confianza que habían obtenido, cometieron cosas serísimas, delitos y crímenes que avergüenzan.

- En el caso de Daniels, ex sodálites comentan que sí se supo que él abusó sexualmente de chicos menores de 14 años.
Cometió abusos que se descubrieron hace más de 20 años. Estuvo literalmente aislado durante tres años. Recibió tratamiento psiquiátrico. Después, se le retiró.

- ¿Cree que se hizo lo correcto con Daniels o debió ir a la cárcel?
Creo que en el momento se tomó una serie de decisiones, probablemente por la forma mentis de la época y por cómo se procedía hace 20 años, incluso al interior de la iglesia. Con toda radicalidad, si hoy ocurriera algo así, de inmediato entregaría al responsable ante  las autoridades penales y civiles.

- ¿Tiene pensado indemnizar económicamente a las víctimas de abusos sexuales?
Estamos formando una comisión ad hoc para recoger los testimonios y ayudar a las personas que sufrieron algún tipo de maltrato. En algunos casos, los hemos ayudado con estudios, lo cual tiene una implicancia evidentemente económica, pero no a manera de indemnización, sino como una forma de justicia y caridad.

- Más allá de los casos de violación sexual, los ex sodálites con los que hemos conversado denunciaron haber sido víctimas de violencia física y psicológica durante los ochenta y noventa. Señalan que ello sucedía una vez que el Sodalicio lograba alejarlos de sus familias.
En el Sodalicio se han cometido muchos errores. Por su estructura jerárquica marcada a veces ha sido caldo de cultivo para abusos de distinto tipo. El alejamiento de la familia sí se produjo en más de un caso, no como una estrategia total, sino para que la persona entienda, digamos, que debe ser generoso de cara a la misión. En mi caso, he vivido muy cerca a mi familia, pero durante el período inicial, vivía en retiro.

- ¿Se mantiene esa práctica?
Hoy, en el primer año hay un proceso en el que la persona sí vive un trabajo interior, pero la familia lo visita, los chicos llaman a sus casas.

- Se habla también de “órdenes absurdas”, como, por ejemplo, aguantar quemaduras por parte de Figari.
No eran cosas comunes, pero sí pudieron haber ocurrido. Si hay gente que testimonió eso, lo creo y por eso la toma de conciencia.

- ¿Se les hacía dormir en la escalera, tomar la sopa en una zapatilla o comer incontables platos de arroz con leche con kétchup?
Muchas de esas cosas ocurrieron y las lamentamos profundamente. Estamos en un proceso de cambio radical para que nunca más pasen, son una locura.

- ¿Y en ese momento no se cuestionaban esas órdenes?
Me he preguntado muchas veces: ¿cómo nos pudo pasar eso? Cuando uno tiene la vocación clavada en el corazón, está dispuesto a esforzarse y tener una mayor entrega y generosidad. Y probablemente bajo ese prisma uno acataba. Ello, sumado a la juventud, hacía que uno no fuera consciente o que tolerase muchas de esas cosas inauditas.

- Incluidos insultos...
Claro. Y es que junto con eso ocurrían cosas buenas, había una vida de amistad, comunitaria, de compartir muy grande.

- Los que crecían en el SVC y llegaban a ser autoridades, ¿aprendían ahí este estilo de liderazgo?
Creo que eran prácticas de muchos de nosotros y se hacían pensando en ayudar a que la gente sea mejor. Pero sí, muchas eran prácticas que se aprendieron y se usaron acá y que hemos ido eliminando.

- ¿Ha sido víctima de algún tipo de abuso en el SVC?
Nunca me he sentido abusado ni he experimentado, ni sufrido en la comunidad ningún abuso sexual ni he visto algún caso. Pero sí participé del rigor y las órdenes injustas en el marco de esta lógica de ser mejor y más fuerte. Hice ejercicio muy fuerte, estudié hasta tardísimo y dormí poco.

“QUIERO QUE TODOS LOS SODÁLITES SE SIENTAN ORGULLOSOS"

- ¿Cuánta presencia tiene el Sodalicio en el mundo?
Estamos en nueve países, fundamentalmente en Latinoamérica, Estados Unidos e Italia. La mayor presencia está en el Perú.

- ¿Y cómo se financia?
Con fondos de colegios, universidades y distintos negocios.

- ¿Qué les diría a los padres de quienes van a esos colegios y de los que quieren unirse a la comunidad?
Que el Sodalicio es una institución que ha comprendido bien el mensaje: tenemos que hacer cambios importantes. Les doy mi palabra total y absoluta, mi compromiso de transparencia y libertad, de que podrán mirar todos y cada uno de los procesos, de que se los vamos a mostrar al detalle, de que podrán hablar con sus hijos y con las autoridades ante cualquier duda o queja.

- ¿Teme que haya gente que se retire del Sodalicio?
Mi único objetivo actual es que la comunidad sea lo mejor posible, que hagamos las cosas según la verdad y la justicia. Si la gente decide retirarse por desconfianza, me dará mucha pena, pero lo comprenderé y aceptaré que es fruto de los errores que hemos cometido, y creo que eso nos tiene que ayudar. Es una motivación extra para que nunca más los volvamos a cometer.

- ¿Este escándalo es la oportunidad para que el Sodalicio sea replanteado?
Es una oportunidad para ser mejores. Me gustaría que no hubieran ocurrido estas cosas, no por el escándalo, sino por el sufrimiento de las personas. Cuando me cuentas que has hablado con muchas personas que sufrieron, ¿cómo crees que yo me siento? Es como que hablen de tu familia y digan que en tu casa pasaron estas cosas. Junto con los sentimientos personales y emotivos que a mí mismo me generan, es la decisión de que esto no puede volver a pasar. En ese sentido vamos a aprovechar la oportunidad. Quiero que todos los sodálites se sientan orgullosos de pertenecer a esta institución, no porque seamos los mejores, o sea, una institución inmaculada, sino porque es una institución humana capaz de reconocer sus errores y capaz de mejorar.

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