Alcalde electo Jorge Muñoz señala que la "Municipalidad de Lima no está en el mejor de sus momentos". (Foto: Andina)
Alcalde electo Jorge Muñoz señala que la "Municipalidad de Lima no está en el mejor de sus momentos". (Foto: Andina)
Pedro Ortiz Bisso

En el Perú siempre pasan cosas, pero este 2018 pasaron demasiadas: desde un presidente que renunció tras varias semanas de agonía política hasta el encarcelamiento de la máxima lideresa de la oposición. Todo esto con los escandalosos audios de los ‘hermanitos’ en el interín.

Además, nos horrorizamos con los terribles –y cada vez más numerosos– casos de feminicidios; fuimos testigos de la anulación del indulto a ; aprendimos a comer arepas por la migración venezolana; nos sorprendió la elección de y recibimos la visita del .

Un presidente impensado abandonó su zona de confort; un ex presidente hizo el papelón de su carrera buscando asilo en otro país; vibramos con el regreso a un Mundial; acompañamos a en su vía crucis judicial-pelotero, y hace poco vimos cómo era apresado el aún presidente de la Federación Peruana de Fútbol.

Y el año no termina aún.
Si bien hace tiempo que ha dejado de ser noticia, a este breve –e incompleto– resumen hace falta añadirle algo más: el doloroso abandono en que se encuentra Lima.

Resulta ocioso enumerar las razones que sostienen la anarquía y dejadez que reinan desde hace años. Acaso el más claro ejemplo de este desamparo sea el hidrante que quedó en plena pista de la avenida Javier Prado, luego de las obras de ampliación de sus carriles.

Lima no puede permitirse otra gestión que trabaje a espaldas de sus necesidades. Ni siquiera un mandato mediocre. Jorge Muñoz está obligado a hacerlo bien.

Aunque sus actos tras su inesperado triunfo dejan la impresión de que es una persona preocupada en buscar soluciones consensuadas, ojalá tenga claro que una buena alcaldía no se mide por ‘by-pass’ construidos o galones de asfalto utilizados.Su trabajo debe enfocarse en mejorar la calidad de vida de quienes habitan la ciudad. Y el ladrillo no es lo más importante para conseguirlo.

Por lo pronto, el señor Muñoz debe comprarse dos pleitos que pondrán a prueba su real interés por Lima: el transporte y la inseguridad.

Es cierto que, en el primer caso, la Autoridad de Transporte Urbano tendrá la voz cantante, pero eso no quiere decir que eluda la responsabilidad que le corresponde para acabar con el caos en las calles.

Lo mismo en el segundo. La coordinación con el Ministerio del Interior es básica. Justificaciones del tipo “es un asunto de la policía” no sirven más. 

Ambos temas requerirán de decisiones que probablemente pongan en riesgo su capital político, por lo demás endeble, a juzgar por la forma en que fue elegido.

Pero gobernar Lima requiere justamente de eso: tomar decisiones. Y arriesgar. Siempre pensando en la ciudad.

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