Sentado en una silla de ruedas, debajo de un toldo que protege del sol a los pacientes de hemodiálisis del Hospital Nacional Dos de Mayo (Cercado), don Mateo aguarda su turno. Como otros pacientes en salas de espera y ambientes comunes, habla de sus males y expectativas con quien desee escucharlo como una forma de aligerar la tensión. “No me puedo quejar. He vivido como he querido, mi familia me apoya y las técnicas son muy amables”, cuenta este comerciante ancashino de 67 años, agradecido porque su primera cita del 2017 también será en la mañana.

“No me imagino cómo serán las diálisis a las 4 a.m. o a las 11 p.m., porque ya hay turnos en la noche, ¿sabía? ¿Cómo le irá a quien le toca el [sábado] 31 en la tarde, no?”, se pregunta casi para sí mismo. 

Como a don Mateo, para otros usuarios del nosocomio, que abrió sus puertas hace 141 años, la posibilidad de contar con más horarios para sus tratamientos es una de las buenas medidas implementadas por esta gestión. Sin embargo, entre los familiares de quienes están internados, la gratitud va de la mano con la constante preocupación por la demora para acceder a exámenes especializados y la falta de medicinas. 

“Los ventiladores de las salas de operaciones y UCI [unidad de cuidados intensivos], las máquinas de anestesia, los ecógrafos y otros equipos están dejando de funcionar. No es exagerado alertar que es inminente el cierre de algunos servicios”, opinó Miguel Palacios Celi, decano del Colegio Médico del Perú (CMP). 

Estas mismas observaciones hicieron la Defensoría del Pueblo y la Contraloría General de la República a lo largo de este año al Ministerio de Salud (Minsa), responsable de la atención en hospitales nacionales e institutos especializados. Así, mediante el Decreto Supremo 038-2016-SA, dicho sector declaró en emergencia sanitaria la prestación de servicios de salud en establecimientos de Lima Metropolitana. La norma, publicada el 26 de setiembre pasado, precisaba que la emergencia duraría 90 días calendario, por lo que se cumplió el pasado lunes 26. 

“En los tres meses que duró la emergencia hicimos dos supervisiones en hospitales de nivel 2 y 3 de Lima y el Callao. Si bien encontramos algunas mejoras, como el trato brindado al paciente y la predisposición a fin de contratar al personal necesario para mejorar la atención, los retrasos en las citas médicas, el desorden y la precariedad siguen siendo alarmantes”, afirmó Eliana Revollar, representante de la Defensoría del Pueblo. 

En la primera de esas visitas, realizada el 26 de octubre, se concluyó que el 85% de los pacientes en las áreas de emergencia de los hospitales complejos no tenían por qué estar allí, sino en establecimientos como postas, pues sus afecciones eran de primer grado. 

En la segunda, del 23 de noviembre, se ratificó otro aspecto grave: la “institucionalización del pasillo”, pues el 66% de los pacientes supervisados eran atendidos donde se podía debido a la falta de espacio. 

El Comercio buscó a voceros del Minsa para conocer las acciones adoptadas durante la emergencia, pero no hubo respuesta. Una de las pocas iniciativas que se hicieron públicas fue la solicitud de S/103 millones para comprar insumos y medicinas mientras se reactivaban algunas licitaciones detenidas. 

De acuerdo con la contraloría, que visitó 1.575 postas médicas y centros de salud del país, de los cuales 270 están en Lima y 41 en el Callao, los problemas de fondo del sector como el hacinamiento y la falta de infraestructura no fueron abordados en dicho período. 

“Si las postas médicas y centros de salud –la puerta de entrada al sistema de salud– fueran un paciente, este estaría en cuidados intensivos”, concluyó dicha entidad, tras verificar que los recintos carecen del personal mínimo para brindar una atención oportuna. 

Entre los casos más alarmantes hallados por la contraloría, como parte de su operación Control Salud 2016, destacaron el Centro de Salud Cardal, en Pachacámac, que no tiene agua, desagüe ni luz eléctrica, y el módulo I de Villa María del Triunfo, cuyo consultorio de obstetricia y el área de farmacia permanecen cerrados la mayor parte del tiempo. 

“En el Centro de Salud Miguel Grau, de Chaclacayo, está en mal estado el equipo de rayos X; y se encontraron medicamentos vencidos en el Centro de Salud San Pedro, de Carabayllo”, precisaron.

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