Sus 23 años trabajando en el histórico cementerio Presbítero Maestro le dan a César Ordóñez Espinoza la seguridad para decir: “No tengo miedo, a ningún ruido tengo miedo”.
Este hombre natural de Huancayo, pero residente en el distrito capitalino de Ate, asegura no haber tenido mayores sobresaltos por el particular trabajo con el que se gana la vida. De día suele dar mantenimiento a las tumbas y de noche, es guardián.
Lo que más recuerda son los ruidos que escuchó una noche hace 10 años, cuando desde las latas que hacen las veces de floreros provinieron extraños sonidos que lo perturbaron.
Comenta además que una tarde encontró a dos jóvenes chicas realizando “una maldad” en una de las tumbas. Estas llevaban seis cocos que contenían hojas de coca y cigarros. “Los estaban enterrando en una tumba, estaban escarbando”, recuerda.