En los estertores de su tercer mandato metropolitano, una de las estrategias de defensa del castañedismo fue señalar que dejaba en herencia 250 obras en proceso a su sucesor y que este lo único que debía hacer era inaugurarlas.
Una de ellas acaba de ser entregada. Se trata del mejoramiento de un tramo de la antigua carretera Panamericana Sur, entre Lurín y Santa María del Mar. Esta incluye la ampliación de carriles, nueva capa asfáltica y una ciclovía, entre otras novedades.
“Es una vía que se entrega a todos los ciudadanos para el uso y el disfrute de los limeños como todos nos merecemos”, señaló el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, en un video difundido el último domingo en sus redes sociales.
Pues los limeños no nos merecemos una carretera con señalización deficiente, sin semáforos y una ciclovía que, entre Punta Hermosa y Santa María, cruza en dos ocasiones la pista de cuatro carriles, sin elementos de seguridad que resguarden la integridad de sus usuarios.
Así lo han denunciado diversos especialistas, quienes criticaron que se haya entregado a la ciudad una obra con tantas deficiencias. Ayer, la Municipalidad de Lima señaló que un grupo de expertos evaluará los trabajos realizados y en función de ello realizará las correcciones que correspondan.
Cuando Muñoz asumió la alcaldía metropolitana, puso el ojo en los dos puentes construidos sobre la Vía Expresa durante la administración anterior y no los abrió al público hasta tener claro que eran suficientemente seguros.
Si bien es loable que la municipalidad se muestre abierta a la posibilidad de una rectificación (algo imposible de esperar durante el mandato de “el mejor alcalde de la historia”), extraña que no se hayan tomado los recaudos necesarios en esta ocasión. Se pudo haber evitado el papelón.