Huachipa: el río Huaycoloro en disputa
Huachipa: el río Huaycoloro en disputa
Oscar Paz Campuzano

Una plataforma de roca y tierra sobre un tramo de 300 metros de lo que parece el cauce del río Huaycoloro ha desencadenado un conflicto encabezado por los vecinos del centro poblado menor Santa María de (Lurigancho-Chosica). 

A un lado del río está Thessa Dyer, dueña del cementerio Campo Fe de Huachipa, quien afirma que el terreno es de su posesión hace más de 15 años y por eso ordenó los trabajos; en la otra margen, el Club Ecuestre Huachipa y un grupo de vecinos dicen que ese es el espacio natural e histórico por donde discurre el afluente, y por eso denunciaron el hecho ante la policía y la Autoridad Local del Agua (ALA) Chillón-Rímac-Lurín.

El artículo 7 de la Ley de Recursos Hídricos dictamina que toda intervención que afecte o altere las características de los cauces de ríos debe ser autorizada previamente, porque son bienes públicos.

El último martes, ingenieros de esta entidad inspeccionaron la zona y dejaron constancia de que “material ajeno” fue colocado en 300 metros de la quebrada y que en ese punto el actual ancho del cauce es de 25 metros. Según un grupo de vecinos, este tenía 80 metros de ancho. 

El Comercio tuvo acceso a fotografías satelitales, videos aéreos y a una foto panorámica de Huachipa en blanco y negro, tomada hace casi 60 años, en la que se comprueba lo anterior. En esta imagen antigua se aprecia que el río se ensancha en ese punto. También se remiten a cartografía oficial del Instituto Metropolitano de Lima, que marca los linderos geográficos del afluente.

—El río está revuelto—
En la denuncia policial del 17 de mayo se precisa que dos años atrás hubo un primer trabajo sobre el cauce. Era un montículo de tierra de unos cuatro metros de alto que dividió en dos ese tramo del Huaycoloro. 

Ocho días después, en la constatación que hizo la policía, se observó maquinaria pesada nivelando el lugar con piedras y tierra. Dos meses más tarde, la institución pidió a la ALA que ordene la paralización de los trabajos porque estos podrían ocasionar futuros desbordes. 

Para los denunciantes, haber reducido el cauce ocasionará que la altura y la velocidad del caudal incrementen peligrosamente en épocas de lluvias. 

En diálogo con El Comercio, Thessa Dyer dijo que la zona en cuestión la compró hace casi 20 años y que no es parte del cauce, por eso durante años la destinó para criar caballos. “Mantener el río recto es lo que nos debería importar, porque un río con 80 metros de ancho se va a llevar todo lo que tiene en su camino”, dijo para explicar el rellenado del terreno. 

En su defensa, Dyer agregó: “Hace más de 20 años no había nadie que haga mantenimiento del cauce y el río se desbordaba por todos lados. A ellos [al club] también se les metió el agua y no por eso ese espacio se convierte en el cauce”.

—Otra denuncia—
El vicepresidente de la Junta Vecinal Huachipa Norte, Freddy Vega, denunció que el material usado para rellenar la zona en disputa se extrajo de la zona arqueológica Pedreros, colindante al cementerio Campo Fe. 

En noviembre del 2015, el Ministerio de Cultura constató que esta empresa afectó el complejo histórico y que no tenía autorización para construir un cerco perimétrico en el lugar. Dyer dijo desconocer el tema y negó que se haya empleado ese material para los trabajos enfrente de su inmueble.

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