Hoy es el día de la Maratón Movistar Lima 42k, y en varios ejes viales de la ciudad se cierra el tránsito para permitir el paso de los corredores sin restricciones. Eventos como esta competición, la procesión del Señor de los Milagros y el triatlón de Lima son oportunidades para ver cómo las calles se pueden acomodar a otras funciones. Más allá del movimiento de los vehículos, estas pueden asumir un rol importante como espacios públicos, sirviendo para el deporte o para la congregación de personas, ya sea para celebrar o protestar.
Estamos acostumbrados a que las calles de la capital pueden ser adaptadas a grandes eventos de vez en cuando, pero lo que todavía falta es mayor flexibilidad en ciertas calles, de modo que allí haya actividades todos los días.
Muchas vías podrían funcionar bien como lugares para estar, para conversar, para hacer ejercicio o para el juego de los niños, sin tener impacto en la congestión.
Algunos políticos y técnicos han repetido en los últimos meses una cifra brindada por la prensa: el 80% del tráfico en Lima transita en solamente el 20% de las calles, siempre agregando que este ratio es un problema y el resultado es una ciudad congestionada. Esto es ver el vaso medio vacío.
Que el 20% de las calles limeñas cargue con el 80% del flujo de tráfico es una gran oportunidad para adaptar la ciudad y permitir otras funciones. Justamente ejemplos como los ‘home zones’ de Inglaterra, los ‘woonerf’ en Holanda y, en sus versiones más recientes en España, los ‘superilles’ de Barcelona son estrategias para recuperar la calle y convertirla en un espacio público flexible.
Estos ejemplos tienen en común lo siguiente: buscan reducir la velocidad del automóvil en calles locales, cambiar el diseño de las vías para que la calzada esté al nivel de la vereda o las veredas sean más anchas, y en algunos casos, sembrar árboles en la calzada para que la calle empiece a parecer más un espacio público lineal para las personas que una vía para autos.
En casi todos estos casos, el paso de vehículos queda limitado a las avenidas. Las ambulancias, bomberos y camiones de basura sí pueden transitar por las calles locales. En estas vías también se da acceso a automóviles de los residentes y trabajadores.
Entonces, la concentración del tráfico en las principales avenidas de Lima es una oportunidad para generar nuevos espacios públicos en el 80% de calles que no carga con la congestión. Así se podría mejorar la calidad de vida de la gente y reducir el enorme déficit de espacio verde dentro de la ciudad.