La semana pasada festejaba en esta columna la calificación de Lima como el segundo destino turístico emergente de Sudamérica después de Cartagena, según el portal TripAdvisor. Y esta semana nos sorprendemos al saber (El Comercio 23/12/15) de una investigación que ubica a Lima en la cola con el puesto 23 en materia de competitividad entre las 28 principales ciudades del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) con un impacto innegable en la imagen del país. Insisto: el Perú será competitivo, no excluyente, eficiente, participativo y ambientalmente sostenible, en la medida en que lo sean sus ciudades.
Los pasivos de Lima son compartidos por el gobierno metropolitano, el gobierno central y todos los distritos. Y en este momento es imperativo que las ciudades formen definitivamente parte de la agenda política nacional.
En la ruta hacia un nuevo gobierno debe estar presente la exigencia al que se va, a fin de comprometer decisiones que reorienten la languidez de inversiones públicas y privadas en Lima. Acaba el año y al gobierno le quedan cinco meses de actuación hasta la segunda vuelta electoral y casi ocho hasta el cambio de mando.
Es un período tormentoso en el que no tendría sentido dejar bombas de tiempo sino más bien encaminar el protagonismo de grandes proyectos que puedan tener como socios a los gobiernos regionales o locales.
Al margen de las simpatías por el color político de ciertos gobiernos subnacionales, lo real es que estos pueden tener un papel destacado en el relanzamiento económico del país.
En el caso de Lima, la noticia publicada ayer compromete tanto al gobierno central como al municipal.
Con los ministros de Vivienda, Interior, Ambiente, Transporte y los alcaldes de Lima y Callao se podría crear una coalición que inicie la implementación de un plan, que siente las bases del tratamiento de la inseguridad, la pobreza urbana, el transporte, el medio ambiente y el crecimiento urbano. Con cada sector se puede escoger un proyecto icónico para iniciar el proceso de solución a problemas concretos.
Se podrían priorizar intervenciones ya cantadas como: el desarrollo de toda la Costa Verde hasta el Callao por unos US$1.000 millones, crear la Autoridad Única de Transporte y facilitar el financiamiento de las vías periurbanas y los trenes de cercanías al norte y al sur. Asimismo, se podrían impulsar programas de vivienda con municipios en las ciudades autosostenibles de Ancón y Lurín-San Bartolo, de renovación urbana en los centros históricos de Lima y Callao, de agua y desagüe para atender el déficit de más de un millón de personas en la capital. Los Juegos Panamericanos del 2019 podrían ser un excelente laboratorio para pensar en el efecto de esta acupuntura urbana, pues el gobierno tiene que dejar todo armado antes de irse.
Ello, a su vez, permitiría que el legado de esta gestión municipal sea el de una visión y proyectos de ciudad “pensada en grande” con obras que puedan hacer irreversible ese proceso.