Lucía Cortijo: “El debate es un ejercicio de tolerancia”
Lucía Cortijo: “El debate es un ejercicio de tolerancia”
María Fernanda Castro

Los entre 500 y 1.000 participantes que cada año asisten al World Universities Championship (WUDC) lo convierten en el concurso de debate más grande del mundo. En la última edición, celebrada en La Haya entre diciembre y enero, la peruana Lucía Cortijo obtuvo el primer lugar en la categoría Discursos Individuales y fue reconocida como una de las mejores jurados del evento.

—¿Cuándo empezaste a incursionar en debates?

Cuando estaba en el colegio. Por el año 2003 se realizó un campeonato mundial de debate escolar en el Perú, algo que en el país era aún nuevo, ya que solo participaba un colegio hasta entonces. A raíz de ello, ese año se creó la Asociación Peruana de Debate. Yo estaba en clases de inglés y recuerdo que nos llevaron para ver uno de estos debates. Participaban las representantes de Mongolia e Israel, pude ver a seis chicas debatiendo. En mi mente de quinceañera pensé: “Yo podría hacer eso”. Y así empecé, pensando que sería fácil debatir.

—¿Y hasta dónde llegaste en esa etapa?

Cuando estaba en quinto de secundaria intenté entrar en el equipo nacional que iba a participar en el mundial de colegios en Corea del Sur. Al final, a pesar de que me eligieron para estar en el equipo, no pude ir. Corea del Norte amenazó con disparar misiles y tuvieron que cambiar la fecha del torneo. Para cuando empezaba yo ya estaba en la universidad.  

—Pero continuaste durante la universidad... 

Cuando entré a la PUCP, ingresaron conmigo algunos chicos de otros colegios que también habían hecho debate y junto a ellos armamos lo que después se llamó Sociedad de Debate PUCP. Fue la primera sociedad de este tipo  en el Perú.

—¿Cuál ha sido tu debate más difícil?

El WUDC de Irlanda del 2009 fue el primero. Armamos el grupo y tuvimos mucha suerte porque conseguimos que Interbank nos auspiciara durante todo el viaje. Llegué a Irlanda y ese fue el primer campeonato mundial de debate al que me enfrentaba en la vida.  Es un torneo donde participan alumnos de Oxford, Harvard, Stanford, Cambridge, Yale; todos estos grandes más las universidades de Australia, que tienen enormes circuitos de debate en los que participan todo el tiempo.  En Inglaterra hay un torneo de debate cada una o dos semanas, en Europa y en  Australia también. Aquí no teníamos ninguna.

—En esta edición obtuviste un doble reconocimiento. 

En el WUDC hay tres competencias: la principal, la de discursos y la de masters. En esta oportunidad yo fui elegida como jurado para la principal y luego participé en la competencia de discursos, donde te dan seis minutos para preparar un tema y exponerlo en tres minutos. En esta última ocupé el primer lugar. 

—¿Qué tema preparaste?

“Algo que no me enseñaron en el colegio”, ese fue el tema que me tocó. Yo quise hablar sobre cómo es que las expectativas de género hacen que los niños sientan temor respecto a las cosas que realmente les gustan. De hecho, empecé ese discurso hablando sobre cómo a mí de chica me gustaba el fútbol y –como hay muchos ingleses y estadounidenses en ese evento– aproveché e hice una broma diciendo “el fútbol de verdad, el que se juega con una pelota redonda, no con una piña [risas]”. Al final la idea fue que una cosa que no me enseñó la escuela es que no le debo explicaciones a nadie respecto a qué me gusta o no.

—¿Cómo fuiste elegida para ser jueza?

Durante las celebraciones de Año Nuevo eligen a 48 equipos –de un total de 300– que se encargarán de juzgar las siguientes etapas, son los mejores del torneo. Yo fui jueza principal en 7 de 9 debates y jueza panelista en las rondas restantes. De hecho, es algo de lo que estoy muy orgullosa. 

—¿Qué caracteriza al peruano en los debates?

Algo que me gusta bastante es que tienden a ser muy respetuosos con los demás. Hay un grupo de debatientes peruanos que está tratando de romper con lo que muchas veces vemos en nuestra política nacional.

—¿Por qué crees que el debate es importante?

Me parece superimportante que los estudiantes universitarios en particular, pero la comunidad en general, se empiecen a dar cuenta de que con ataques personales no se gana una discusión. Uno de mis alumnos me preguntó el otro día: “Lucía, ¿para qué miércoles hacemos esto si Donald Trump ganó las elecciones? ¿Cuál es el punto?”. Le dije que Trump ganó las elecciones porque no hay suficiente gente que hace debate. Porque si más gente hiciera debate, sería más gente la que se hubiera dado cuenta de que Trump estaba diciendo estupideces, que estaba planteando argumentos que no tenían sustento, que estaba inventado sus fuentes, que utilizaba ataques personales porque no tenía una refutación convincente. El problema es que el debate no está lo suficientemente arraigado en ninguna de nuestras sociedades como para que la gente note eso.

—¿Qué logramos con el debate?

Gran parte de lo que el debate significa es aprender de que hay posiciones distintas y que todas tienen  una forma de defenderse. Por eso es que uno en competencia no elige qué lado le toca defender. Entonces, en gran medida, es un ejercicio de tolerancia y de amplitud mental. Es aceptar que puede haber un lado con el que tú no estés de acuerdo, pero que hay argumentos válidos que pueden defenderlo. Vivimos en democracia y debemos aprender no solamente a hablar, sino también a escuchar.

—¿El debate es saber convivir?

Si no hay dos lados, no hay debate. Y un mundo sin debate sería bien aburrido, nunca llegaríamos a cosas nuevas. Muchas veces, el progreso sale del desacuerdo. Es una reconciliación con el otro, no una pelea

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