Hace un año que un muro de ladrillos divide a los vecinos de la cuadra 1 de la calle Los Sauces en la urbanización Golf Los Incas en Surco. Ni los residentes ni el propio alcalde Roberto Gómez Baca dicen saber quién levantó la estructura. Pese a los reclamos de los ciudadanos y recomendaciones de la Defensoría del Pueblo y Defensa Civil, la pared sigue ahí. Interrumpiendo el libre tránsito.
La situación registrada en la urbanización Golf Los Incas nos recuerda otros episodios en los que un muro, una reja o incluso una cuerda han sido utilizados para marcar límites en una zona. Para separar vecinos.
EL MURO DE LA VERGÜENZA
Los pobladores del asentamiento humano de Pamplona Baja y 5 de Mayo en San Juan de Miraflores un día fueron sorprendidos por una estructura parecida en sus calles. Se trataba de un muro que los dividía de sus vecinos de Surco (Las Casuarinas, Valle Hermoso y el Colegio La Inmaculada).
De un lado estaban quienes aseguraban que la colocación de la estructura estaba respaldada por un tema de seguridad. Del otro, ciudadanos que exigían el libre tránsito por la zona. En 2006, un grupo de pobladores de Pamplona inició el derrumbe el muro. Algo que no se terminó de concretar.
LA REJA DE ATE Y LA MOLINA
Los vecinos de Ate y La Molina vivieron por muchos años enfrentados. La razón: una reja, también bautizada como la reja de la vergüenza y que según el reclamo de los residentes, bloqueaba la salida de los vehículos de Ate a la avenida Javier Prado.
La Molina argumentaba falta de seguridad en la zona y que la colocación de la reja le entregaba al vecino molinense mayor tranquilidad. El episodio, motivó incluso, una parodia en un programa humorístico en televisión.
LA CUERDA EN ANCÓN
Pero las divisiones siguieron apareciendo bajo otras formas en otras zonas de la ciudad. El año pasado, unos residentes de Ancón tendieron cuerdas para evitar que los bañistas visitantes, ingresen a ciertas parte de la playa.
Argumentan que lo hacen para mantener la playa limpia. Mismo argumento que utilizan otros vecinos de de diferentes playa para cercar su zona.
Seguridad, limpieza, orden. Los argumentos pueden ser varios, pero queda claro que no siempre la colocación de una estructura divisoria es la mejor solución. Los municipios bien pueden plantear mejores salidas a estos requerimientos vecinales, sin provocar rupturas sociales.