Dejar la manguera para regar las plantas consume aproximadamente 1.200 litros de agua por hora. Esto equivale al consumo diario de cinco personas. Esta es una práctica común y más aun en los meses de verano, cuando la lluvia escasea si se presenta el Fenómeno de El Niño en algunas zonas del país.
“En nuestro país no tenemos una cultura del ahorro del agua. Las personas que derrochan este recurso no tienen conocimiento de todo el proceso por el que pasa hasta llegar a los caños”, explica al gerente comercial de Sedapal, Jorge Gómez.
El agua que llega a Lima y Callao atraviesa 160 kilómetros desde los reservorios de Sedapal, ubicados a más de 4.800 m.s.n.m. en Marcapomacocha, en la región Junín, hasta llegar a la planta de tratamiento de La Atarjea, en El Agustino, donde es potabilizada para finalmente llegar hasta nuestros hogares.
Las 22 lagunas, ubicadas en las cuencas de los océanos Atlántico y Pacífico, acumulan agua para abastecer a toda la ciudad. Entre todas ellas almacenan 331 millones de m3 que serán utilizadas para proveer de agua a Lima durante dos años.
“El cambio climático afecta las lluvias. El año pasado ya habíamos llegado al tope de la capacidad. Este año las lluvias del último mes lograron llenar al 95%, pero se temió la escasez”, explicó el ingeniero de Sedapal Rómulo Carhuas.
Lima necesita unos 160 millones de m3 cada año para evitar el racionamiento. Pero en muchos casos, el agua es derrochada por los malos hábitos de los ciudadanos. Esto podría convertirse en un problema serio si entramos en un período de sequía.
“Si deja de llover por dos o tres años no tendríamos suficiente agua. Lima tendría un problema de abastecimiento”, advierte Gómez.
Foco de contaminación
Según Carhuas, el agua que se almacena en los reservorios de Sedapal es tan limpia que puede ser ingerida sin necesidad de ningún procesamiento, pero es durante el descenso hasta la ciudad que la claridad del agua se enturbia, principalmente debido a la mano del hombre.
“A la altura de San Mateo, el agua se contamina por la presencia de relaves mineros, desagües de centros poblados y la propia población que lanza sus desechos al cauce del río”, dijo Carhuas.
Sin embargo, ese no es el único inconveniente. Las tuberías de la red de los distritos más antiguos de Lima ya cumplieron su vida útil y contaminan el agua limpia.
Por otro lado, la ampliación desordenada de la ciudad es el principal inconveniente para que el agua llegue a más distritos. “Sedapal invirtió más de S/800 millones en proyectos en los que se incluye el cambio de las conexiones”, refiere Gómez.
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