De la oficina de consejería psicológica de la Universidad Científica del Sur entran y salen mujeres de toda edad, condición social, religión y raza. Pero todas tienen algo en común: fueron víctimas de violencia de género y piden ayuda. Un consejo, una terapia, una palabra que sirva de respaldo emocional.
Detrás de las puertas de este consultorio trabaja un equipo de psicoterapeutas que ha atendido unos 400 casos en el último año en dos distritos golpeados por la violencia intrafamiliar: Villa El Salvador y Villa María del Triunfo.
Pero a pocos días de la marcha Ni Una Menos, esta institución no es la única que ha abierto de forma gratuita y voluntaria sus canales de ayuda emocional a estas sobrevivientes.
—Solidaridad en masa—
Desde que fue creada la página de Facebook “Ni Una Menos”, cada dos minutos una mujer escribe públicamente un testimonio personal de agresión. Una joven madre golpeada frente a sus hijos. Una practicante acosada en el trabajo. Encerradas, humilladas, rebajadas. Estos testimonios son leídos por cerca de 56.000 personas.
La libertad del agresor de Arlette Contreras, arrastrada del pelo en la recepción de un hostal en Ayacucho, y la de la ex pareja de Lady Guillén, Ronny García, condenado a cuatro años de prisión suspendida, ha generado una ola de peticiones de ayuda de mujeres identificadas con estos casos.
Estos gritos por respaldo generaron que un numeroso grupo de especialistas en salud mental, investigadores, antropólogos, docentes, médicos y entidades municipales se haya sumado a la ayuda, haciendo que Ni Una Menos pase de ser una marcha a ser una campaña de largo plazo.
“Uno sabe que el problema de la violencia de género nos rodea, pero leerlo en primera persona es otra cosa. Ese es el poder del testimonio. Las mujeres peruanas están contando algo, están contando sus casos por primera vez”, dijo a El Comercio Nani Pease, actriz y defensora de los derechos de la mujer, quien coordina el grupo de psicólogas que desde hace pocos días recibe y ayuda a decenas de sobrevivientes.
Esta iniciativa en pocos días reunió a 12 psicólogas voluntarias que atienden a dos grupos de seis personas en sus propios consultorios. Y recién comienza.
Los estudiantes también se han sumado a este movimiento de ayuda desde sus propias tribunas. Un ejemplo es el movimiento Manada Feminista, que recibe y registra casos de violencia familiar u orientación sexual del que hayan sido víctimas los alumnos de la Pontificia Universidad Católica del Perú.