La Municipalidad de Lima ha revelado el inicio de un ambicioso proyecto de renovación de la avenida Javier Prado, respaldado por el Fondo Metropolitano de Inversiones (Invermet). Esta obra, que busca optimizar la fluidez vehicular en una de las avenidas más congestionadas de la ciudad, promete aliviar el tráfico en la zona. No obstante, especialistas consultados por El Comercio advierten que, para lograr un impacto realmente positivo, será crucial implementar un plan de desvíos eficiente, habilitar un carril exclusivo para el transporte público y no descuidar las necesidades de los peatones.
El alcalde de Lima Metropolitana, Rafael López Aliaga, informó que la municipalidad está lista para iniciar la convocatoria de la empresa que se encargará de ejecutar el denominado nuevo óvalo La Molina. Una vez seleccionada la compañía ganadora del concurso, el municipio deberá desarrollar un plan de desvíos para agilizar el tránsito y mitigar la congestión vehicular durante la ejecución del proyecto.
¿En qué consiste el proyecto?
El municipio tiene previsto realizar mejoras en el pavimento, los puentes y las áreas verdes de la Av. Javier Prado. “Los trabajos abarcarán toda la vía y las calles que la intersectan, como las avenidas Aviación, San Luis y Guardia Civil, con el objetivo de mejorar la seguridad peatonal y el ornato”, informó.
El nuevo óvalo La Molina, que estará ubicado en la misma avenida, tiene como propósito principal aliviar la congestión vehicular en una de las zonas más transitadas de Lima. Se espera que esta obra reduzca los tiempos de desplazamiento para conductores y pasajeros que transitan por la zona. Además, el proyecto busca optimizar la conectividad entre distritos como La Molina, San Borja y Ate.
Problemas críticos: congestión, deficiencias en transporte público y falta de infraestructura peatonal
El arquitecto y experto en urbanismo José García Calderón, excoordinador técnico del Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano de Lima y Callao destacó que, aunque la obra puede tener efectos positivos en el tráfico, existen varios aspectos que deberían ser mejorados, así como factores cruciales que deben tomarse en cuenta para garantizar un verdadero impacto en la calidad de vida de los limeños.
Según García Calderón, uno de los elementos esenciales para el éxito del proyecto es la implementación de carriles exclusivos para el transporte público. “Un tema clave es generar una vía exclusiva para buses. El Corredor Rojo ya pasa por esa zona, pero si no se consideran carriles rápidos para el transporte público, como los que ya funcionan en algunas otras partes de la ciudad, el proyecto no será completamente efectivo”, explicó. En este sentido, subrayó la importancia de que la obra contemple espacios adecuados para los buses, de manera que el transporte público se vuelva una opción más eficiente frente al creciente número de vehículos privados que congestionan la avenida.
A pesar de la necesidad de mejorar la infraestructura vial, García Calderón también enfatizó que la congestión vehicular en Lima es un problema complejo que no puede resolverse solo con obras de mejora periódica en las vías. “Aunque es positivo trabajar en la renovación de las avenidas, la congestión de tráfico es un desafío más profundo que requiere soluciones adicionales”, indicó el arquitecto.
La ejecución de la obra en una de las avenidas más transitadas de Lima representa un desafío logístico considerable. El especialista señaló que, durante la construcción, los planes de desvío serán clave para minimizar el impacto en el tráfico y evitar que la congestión empeore aún más. “Habrá que gestionar bien los cruces críticos y desarrollar un plan de desvíos que reduzca el impacto en el flujo vehicular. Como esta es una vía de mucho tráfico, es probable que en algunos puntos la congestión se agudice, lo cual es inevitable. Lo importante es cómo se gestionen esos desvíos para que el impacto no sea tan grave”, comentó.
Además, García Calderón advirtió que los desvíos podrían generar inconvenientes a los vecinos de zonas más tranquilas, quienes se verán afectados por el paso de vehículos por calles menos acostumbradas al alto flujo vehicular. “Los vehículos tendrán que tomar rutas alternativas, lo que sin duda afectará a los residentes de esas zonas”, añadió. La experiencia con otros proyectos de infraestructura, como la Línea 2 del metro, también le hace temer que la obra pueda retrasarse, lo que solo aumentaría las complicaciones en el tránsito.
El arquitecto también subrayó que, si bien el proyecto tiene como objetivo mejorar la conectividad entre distritos como La Molina, San Borja y Ate, se debe tener en cuenta que la mejora de una vía no garantiza por sí sola una mejor interconexión entre estas zonas. “No basta con mejorar la vía; también es importante que se asegure que el sistema de transporte público tenga acceso exclusivo a ciertos carriles para que el flujo sea verdaderamente eficiente”, explicó. Aunque García Calderón ve un impacto potencialmente positivo en la conectividad de estos distritos, señaló que esto solo se logrará si se implementan los diseños viales adecuados.
El especialista destacó la importancia de integrar áreas verdes en el proyecto, algo que está previsto en la renovación. Sin embargo, alertó sobre los riesgos de no contar con un adecuado sistema de mantenimiento. “La introducción de vegetación es positiva, pero hay que asegurarse de que se cuente con un sistema de riego eficiente. Si no se hace, las áreas verdes se deteriorarán rápidamente, como ya ocurre en algunas zonas de Lima”, afirmó. Además, señaló que se debe dar prioridad a la movilidad peatonal, una necesidad aún pendiente en muchas grandes avenidas metropolitanas. “El vehículo no debe ser el único protagonista; los peatones también deben ser considerados”, subrayó.
Importancia de una mayor apertura con la población
El Comercio se contactó en varias ocasiones con la Municipalidad de Lima e Invermet. Aunque confirmaron que proporcionarían un vocero para hablar sobre el proyecto, no cumplieron con ello hasta el cierre de esta nota.
Ante ello, Anderson García, urbanista e investigador, dice que la falta de información oportuna es uno de los principales problemas del municipio. “Es fundamental que la municipalidad se interese por brindar detalles del proyecto para que este sea legítimo y entendido por la población”, señaló a El Comercio. Además, resaltó que la relación entre la municipalidad y otras instituciones, como la ATU y la PNP, debería ser más cooperativa. “En lugar de confrontar, se necesita más cooperación”, indicó, destacando la importancia de una coordinación más estrecha entre todas las partes involucradas.
García mencionó que, además de la implementación de carriles exclusivos para buses, es esencial que se logre una articulación efectiva entre las instituciones responsables de la gestión del transporte. “La falta de coordinación entre las instituciones ha dificultado la solución de los problemas de transporte de manera eficiente”, afirmó.
En cuanto a la sostenibilidad, García destacó la importancia de las áreas verdes dentro del proyecto de renovación. “Las áreas verdes deben ser vistas como proveedoras de servicios ecosistémicos”, explicó, refiriéndose a su capacidad para absorber CO2, mejorar la calidad del aire y ofrecer bienestar a los ciudadanos. Subrayó que no se trata solo de una cuestión estética. “No se trata solo de un tema ornamental, sino de un recurso que mejora la calidad de vida en la ciudad”, afirmó.
Asimismo, sugirió que el diseño de nuevas vías debe ser más inclusivo, considerando no solo el transporte vehicular, sino también el transporte público, las bicicletas y los peatones. “Tenemos que ser capaces de diseñar infraestructuras que integren todos los modos de transporte”, concluyó.