Las Juntas Pro Desocupados fueron un proyecto promulgado en 1931 bajo el breve mandato interino de Samanez Ocampo, pero luego continuado efusivamente bajo el segundo período del presidente Óscar R. Benavides, después del asesinato de Sánchez Cerro. Paz, orden y trabajo era lo que proponía brindar el mariscal y lo hizo a través de habilitaciones urbanas y asistencialismo en toda la República. En Lima, fruto de esta junta que se financiaba con impuestos, se hicieron obras que hasta el día de hoy perduran y que no solo muestran la visión arquitectónica de los años treinta, sino que son también una muestra del enfoque social y paliativo de aquella época.
Lo primero a resaltar es el concepto de los barrios obreros que hasta hoy están en pie. Son unidades vecinales de pequeñas viviendas con espacios abiertos (jardines, canchas deportivas, pilas de agua). Los antecedentes se encuentran en el cruce de la Av. Alfonso Ugarte con jirón Huancavelica, con paredes de ladrillo expuesto que tienen más aire a quinta, y el Barrio Obrero Frigorífico en el Callao, al costado de Puerto Nuevo.
Destacan también los barrios obreros como el número 1 en La Victoria, ya un barrio per se detrás del politécnico José Pardo, con cancha de fútbol incluida. Se construyó también el mercado de Magdalena del Mar en ese “pintoresco balneario”.
La Maternidad de Lima que ocupaba el área del viejo hospital para indios de Santa Ana se reconstruyó íntegramente y la fachada que da a Miró Quesada es de esa época. En medio de esto, se atendía la necesidad alimentaria y de higiene infantil con refectorios, colonias infantiles (Ancón)y piscinas municipales (plazuela del Cercado).
Los colegios en zonas mal atendidas o barrios nuevos y periféricos fueron la constante de la época, además de sus fachadas geométricas, propias del modernismo de ese tiempo. Subsisten el Ramón Espinoza en jirón Áncash, el Diego Ferré en Jesús María, el República de Chile en Lince, el Enrique Arnáez Náveda de Barranco y el ejemplo más representativo y mejor cuidado es la Escuela Jardín de Infancia en una pequeña placita frente al Parque de la Reserva y el Estadio Nacional.
La junta decidió posteriormente dejar estas obras mayores por habilitaciones viales y canalizaciones de las acequias que antaño regaban huertas y haciendas, y en esas épocas transitaban por flamantes barrios recién constituidos.
Las pavimentaciones de importantes avenidas que antes llevaban adoquines (en fotografías son iguales a los que hoy podemos ver en la Bajada Balta) se hacían a la par con los nuevos modelos de automóviles que demandaban tales modernizaciones. De esa época son las pavimentaciones de las avenidas Del Ejército y Petit Thouars y no me extrañaría que por esas zonas aún quede ese asfalto en uso. Estando ad portas el cuarto centenario de la fundación de Lima, la junta arregló y agrandó todo el entorno del Paseo de los Héroes Navales en donde aún quedaba la Penitenciaría, la portada al viejo zoológico de la Exposición y no estaba el Palacio de Justicia.