Si la semana pasada destaqué las 10 historias que más dieron que hablar en Lima, quedó pendiente señalar aquellas que más impacto seguramente imprimirán en la marcha de la ciudad en un plazo inmediato. Para bien o para mal.
Las perlas son cosas preciosas y con brillo propio. Y para bien, las hubo este año en Lima, pese a lo evidente para todos: el año horrísonamente malo que tuvimos en términos de políticas públicas para la capital.
Pese a ello, es posible distinguir una perla que llegó para quedarse y que su generalización en obras de gran escala marcó un esquema de trabajo que ya no es posible dejar atrás: la de las “asociaciones público privadas” (o APP).
Las APP son empresas destinadas al desarrollo de infraestructura, servicios o administración pública, constituidas sobre un tipo de financiamiento privado, o también mixto: participación del tesoro municipal y recursos particulares.
Esta modalidad ha permitido en el último año doblar el número de proyectos efectivos que la comuna está manejando, comprometiendo para lo inmediato unos 600 a 700 millones de dólares de inversión para el refaccionamiento o construcción de autopistas, corredores viales y también el manejo de parques y mercados.
Otras perlas reconocibles son también el lanzamiento del PLAM –plan de desarrollo urbano al 2035, sobre el que informamos hoy–; la continuidad de las políticas culturales y artísticas; y la recuperación de espacios públicos como La Parada o Tacora, otrora emporios de delincuencia e insalubridad.
Sabemos que las ostras, en el otro extremo, tienen en nuestro medio un significado descalificador. Se aplican a aquellos caparazones que cubren la impudicia, o el desparpajo, de quienes públicamente deben rendir cuentas adecuadas y no intentan siquiera disimular los estropicios de sus gestiones.
En el lapso vivido, los candidatos a la ostra del año han sido numerosos. Para los vecinos ha sido evidente que la deplorable fiscalización del comercio ambulatorio, por ejemplo, se puede llevar el premio a la valva máxima, o también el calamitoso encallamiento del llamado Proyecto Costa Verde para todos: un absurdo ofensivo para quienes lo sufrimos en el tráfico diario.
Pero no hay duda de que la coraza marina máxima se la llevan las principales agrupaciones políticas de las pasadas elecciones: el Partido Aprista, Fuerza Popular, Diálogo Vecinal y Solidaridad Nacional, entre las más visibles, sobre quienes se ha hallado millonarios desbalances en sus gastos de campaña, sin voluntad hasta hoy por aclararlos.
Diálogo Vecinal tanto como Solidaridad Nacional, específicamente, tienen brechas sin aclarar de 3 millones de soles. Un ejemplo de opacidad a la altura del reconocimiento gastrópodo que aquí se les asigna.
Hay que tener una ostra muy fresca para iniciar un nuevo gobierno con estas máculas sospechosas. Por eso, hágase una, señor alcalde: exponga transparentemente el origen de sus fondos y entre al 2015 con una tregua a las especulaciones que con derecho nos hacemos. Diga no a la degradación marina.
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