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Cristo Cholo Mario Valencia

, de 61 años, personificó a Jesús, por primera vez, cuando tenía 20 años. A esa edad le hizo una promesa a su dios y desde entonces no ha dejado de escenificar, cada , el Vía Crucis. 

Fue tras una suerte de revelación, dice. "Viví en la calle desde los 6 años, cuando escapé de casa. Conocí lo bueno, lo malo, lo feo y lo horrible. Un día, cuando tenía 19 años, toqué fondo. Recuerdo que alguien me extendió una mano y me rescató. Recuerdo unas luces y sentir miedo porque pensaba que era la policía que me iba a llevar a una comisaría. Pero luego entré a una iglesia y vi al sacerdote. Supe que mi vida había cambiado", cuenta. 

 

Ese mismo año, ya recuperado, le pidieron participar en las actuaciones que la parroquia hacía por Navidad. Había un nacimiento vivo y le tocó hacer de Zacarías, el padre de Juan Bautista. Al año siguiente, aprovechando el largo de su cabello y barba, le pidieron que fuera Jesús en una dramatización por Viernes Santo. Ese fue el año que hizo la promesa.

Con los años ha ido agregando otros actos y ha ido extendiendo los días en los que se presenta. Comienza desde el Domingo  de Ramos, cuando escenifica la multiplicación de los panes y peces. El Jueves Santo toca el bautizo en el Jordán (que, cuando se puede, lo hace en el río Rímac). También hace el lavado de pies y la última cena.

Ahora, el , como también se le conoce, quiere añadir a sus actos la resurrección, con algunos efectos especiales. Pero no tiene suficiente apoyo financiero.  

En el Vía Crucis los azotes son reales y constantes durante todo el recorrido por el Cerro San Cristóbal. La corona de espinas también es real. Y en una oportunidad, a Valencia se le ocurrió que para la escena de la crucifixión debían clavarlo de verdad. “Un cura me dijo que eso era peligroso y que podía generar una ola de fanatismo. Así que desistí”, recuerda.

—Una caída —
En casa, su familia anda con los pelos de punta. “De aquí ya no lo vemos hasta el domingo. Todos los años es igual. Llega todo magullado y tenemos que curarlo”, cuentan sus parientes. “Este año le insistimos para que alguien tome la posta, para que tenga en cuenta su salud. Normalmente él entrena desde enero para llegar al Vía Crucis con buen físico. Este año no ha podido”, dicen. 

El 'Cristo Cholo', Mario Valencia Rivadeneira, lleva 41 años interpretando a Jesucristo cada Semana Santa. Todo inició por una promesa que le hizo a su dios (Foto:Dante Piaggio).
El 'Cristo Cholo', Mario Valencia Rivadeneira, lleva 41 años interpretando a Jesucristo cada Semana Santa. Todo inició por una promesa que le hizo a su dios (Foto:Dante Piaggio).

El pasado 18 de febrero Valencia cayó desde el tercer piso de su casa, en Comas. Un familiar había olvidado la llave y él intentó ingresar a la vivienda por la ventana. Se fracturó la mandíbula, la clavícula derecha y se dañó gravemente un pulmón. Quedó inconsciente por cuatro días. “Cuando desperté, veía todo borroso. Hasta ahora, a veces, veo doble”, dice.

Sus huesos no han terminado de soldar. Pero no ha querido faltar a la promesa que hizo hace 41 años, de caracterizar a Jesús. Las últimas dos semanas no ha ido a rehabilitación por coordinar las presentaciones de este año.

Hoy tocó escenificar el bautizo de Cristo y estuvo desde temprano en la comuna del Rímac pidiendo permiso para actuar en el río. “Me mostraron las mediciones de contaminación del Rímac y me dijeron que si quería que me saliera caracha, adelante”, señala. Así que recurrió al plan B: sumergirse en la pileta de la Alameda de los Descalzos.

Pasado el mediodía, el elenco partió a pie desde el municipio. En el camino fueron rezando y cantando. Los actores no habían ensayado mucho, pero lo hacían todo con entusiasmo. Al escucharlos, los vecinos salían de sus casas para fotografiarlos. Una mujer sacó a su madre, en silla de ruedas, para que viera al grupo vestido con túnicas.

Al llegar a la Alameda de los Descalzos, a nadie le importó que al lado de los "hombres de Galilea" hubiese carretillas de heladeros y un actor disfrazado de transformer. Los presentes se colocaron alrededor de la pileta del Paseo de Aguas y esperaron a que Valencia se sumergiera tres veces. 

Mañana es el Vía Crucis y, por primer vez, Valencia deberá esquivar los azotes. "Aún tengo todo el lado derecho lastimado. Les pediré a los que hacen de verdugos que, por esta vez, le peguen al madero", dice. Y asegura que durante todo el recorrido tendrá el apoyo de un equipo médico que le hará filtraciones para que el lado izquierdo, que soportará todo el peso, no se contracture.

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