Blas Choque, de 82 años, se coloca cerca de las escaleras mecánicas del establecimiento para pedir limosna al público. 
 (Foto: Piko Tamashiro).
Blas Choque, de 82 años, se coloca cerca de las escaleras mecánicas del establecimiento para pedir limosna al público. (Foto: Piko Tamashiro).

Todos los días, a las 4 p.m., Blas Choque Tincusi, de 82 años, se para fuera del centro comercial Real Plaza Salaverry (Jesús María) a pedir dinero. Llega puntual vistiendo un chaleco anaranjado y cargando un palo, que le sirve a ratos como bastón. Hacia las 4:30 p.m. entra al establecimiento y se coloca cerca de las escaleras mecánicas que dan a la entrada principal. Extiende un gorro y pide a los visitantes que le regalen unas monedas. Esta rutina la mantiene desde el 2018.

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El 7 de enero de este año, el centro comercial le prohibió la entrada. Días antes, Choque había tenido actitudes violentas con los clientes y los miembros de seguridad le impidieron el pase. La Municipalidad de Jesús María clausuró hasta el día siguiente todo el centro comercial creyendo que era un acto de discriminación. Pero cuando le ofreció ayuda a Choque, este la rechazó y no muy amablemente.

El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) también se acercó a él para darle la opción de ingresar a uno de los centros de atención residencial del Inabif. Choque se negó.

Entonces, los funcionarios del MIMP se enteraron de que Choque tenía una casa en el Callao y una familia. Es viudo y vive con dos de sus hijas, un yerno, nietos y bisnietos.

Los funcionarios hablaron con las hijas, María Luisa y Josefina Choque Ccotohuanca, quienes les aseguraron que no podían controlarlo. “El equipo multidisciplinario orientó a la familia sobre la manera adecuada de atender sus necesidades básicas. Sin embargo, esta refiere que el adulto mayor aprovecha un descuido y sale de la vivienda para continuar mendigando”, explica el Inabif.

Las hijas firmaron un acta para comprometerse a cuidar mejor a su padre y evitar que siguiera yendo a mendigar al centro comercial.
Sin embargo, tras la reapertura del establecimiento, Choque ha continuado yendo al ‘mall’ de Jesús María a pedir dinero. En varias ocasiones, algunos clientes han discutido con él y una vez, incluso, una mujer le arrebató el palo.

El centro comercial, que decidió convivir con el adulto mayor, estableció un protocolo de seguridad tanto para los clientes como para el propio Choque. Todos los días, los vigilantes calculan la hora de su llegada y acuden a las escaleras mecánicas para asegurarse de que todo esté en orden hasta que se retire. Choque también es puntual para su salida.

—Incumplimiento—
Ante el evidente incumplimiento del acta de compromiso firmado por las hijas de Choque, el Inabif asegura que continúa con el seguimiento y la sensibilización a la familia. Pero el MIMP ya ha llevado el caso ante un juzgado especializado del Callao. De acuerdo con el sector, esto podría calificar como violencia familiar en la modalidad de negligencia y exposición de un adulto mayor al peligro.

El pasado 28 de febrero, Choque fue evaluado en el centro de salud José Olaya, de la Dirección de Salud I del Callao, a pedido del MIMP. Le diagnosticaron pérdida de audición y artrosis, por lo que requiere ciertos cuidados. Psicológicamente, se lo encontró apto, en tanto, se orientaba en espacio y tiempo. Sin embargo, se sugirió que fuera visto por especialistas de Neurología y Psiquiatría para descartar un síndrome orgánico cerebral. Este examen se encuentra pendiente.

—Normas de protección—
En el Perú existe una ley que promueve el buen trato y la protección del adulto mayor (Ley 30490). Esta impone deberes a la familia: los hijos y nietos deben velar por su integridad física, mental y emocional.

Según el abogado, Luis Lamas Puccio, en caso de negligencia en el cuidado de un adulto mayor, un juez puede llamar a la familia para recordarles sus obligaciones. Si la familia no hace caso, puede ser sancionada, al menos, en la vía administrativa.

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