Brayan Vidalón, de 35 años, perdió la visión a los 8 debido a un glaucoma congénito. De lunes a viernes, llega a las 6:30 a.m. al paradero frente al centro comercial Minka en la avenida Argentina (Callao) para abordar una coaster con destino a la Plaza Ramón Castilla (Cercado de Lima), donde finalmente debe tomar el Metropolitano. Sin embargo, los cobradores no le ayudan a subir; otros le cierran la puerta. Saben que, al ser una persona con discapacidad visual severa, le corresponde por ley viajar gratuitamente. No les conviene respetar este derecho. Luego de quince minutos de espera, se detiene una combi y Brayan se acerca. “Te voy a pagar S/.1,50, lo prometo”, le dice al cobrador. Este acepta que suba.
Lima es inaccesible para las personas con discapacidad visual. Su desarrollo y desplazamiento autónomo por la ciudad se limita debido a la falta de empatía y a los obstáculos en las calles que atentan contra su integridad. Esta es la grave situación que expone el videorreportaje ‘INVISIBLE’, producido por el español Aitor Zerain en colaboración con la asociación ‘Yo soy sus ojos’.
Johanna Contreras, de 32 años, quien perdió la visión a los 6, toma un bus alimentador todas las mañanas para llega a la estación Naranjal del Metropolitano. Ella paga el pasaje regular (S/. 3.50). No tiene el carné amarillo que otorga el Conadis a las personas con discapacidad severa y les permite viajar sin pagar, porque, en sus palabras, es “agotador” realizar el trámite para obtenerlo.
Le avisan que ya arribó el bus del Expreso 2, línea que utiliza para bajar en la estación Canaval y Moreyra. Sin embargo, los asientos reservados son ocupados rápidamente. Un orientador de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU) se le acerca. “Espere al próximo bus, por favor”, le pide. Johanna llega al terminal en San Isidro y camina hasta un supermercado cercano para tomar un taxi de aplicación que la deje en su trabajo en la calle Victor Maúrtua. “No pasan buses ni combi que me dejen a la altura de la oficina. También he perdido tiempo en el Metropolitano así que no tengo otra opción que gastar 8 o 10 soles más”, relata Johanna.
Casos como los que viven Brayan y Johanna reflejan una situación cotidiana de trabas y exclusión en Lima: movilizarse por la capital toma hasta el triple de tiempo y dinero para una persona con discapacidad visual que a un ciudadano sin esa condición.
“En principio, una persona con discapacidad visual camina lento para evitar golpearse o tropezarse contra objetos, obstáculos o las personas que circulan con gran rapidez y no se percatan de su presencia. Si no reciben la asistencia de una persona para recorrer las calles o subir a los buses, aumenta el tiempo que necesitan para llegar a su destino”, explica Daniel Aparicio, coordinador técnico de los programas que ofrece el Centro de Rehabilitación de Ciegos de Lima (Cercil).
Mal estado de la señal podotáctil en la avenida Alfonso Ugarte
Sylvia Vásquez, arquitecta especialista en accesibilidad, explicó a El Comercio que la accesibilidad universal consiste en que las condiciones del espacio público y privado permita el desplazamiento libre y autónomo de cualquier persona en condiciones de seguridad y comodidad.
Los pisos podotáctiles garantizan la accesibilidad universal. Se trata de fajas de color amarillo, para que se distingan del color del piso, que tienen un relieve que se percibe con facilidad al pisarlo o hacer contacto con él con un bastón u otro elemento de apoyo. Por ello, favorecen el desplazamiento y orientación de las personas de con discapacidad visual.
El Comercio acompañó a Johanna Contreras en un recorrido por la avenida Alfonso Ugarte para conocer los desafíos que afronta una persona con discapacidad visual al recorrer Lima. Cabe resaltar que en esta vía se ha colocado un extenso piso podotáctil desde la entrada del hospital Arzobispo Loayza hasta la Plaza Bolognesi. Sin embargo, se comprobó que no garantiza un desplazamiento seguro ni autónomo para las personas con discapacidad visual.
Esta señalización estaba despintada, por lo que su color no se distinguía. Además, en la cuadra 11 de la avenida Alfonso Ugarte, a la altura a un supermercado, vendedores ambulantes habían colocado sus puestos encima de la señalización. El bastón de Johanna se topó con un puesto ambulante de venta de jugos que tenía el logo de la municipalidad de Breña.
Por otro lado, existen dos tipos de pisos podotáctiles: patrones de guía o dirección y patrones de atención o advertencia. Los patrones de guía se componen de barras paralelas que indican el recorrido que debe seguir la persona con discapacidad visual. En cambio, los patrones de atención o advertencia tienen forma circular y sirven para indicar zonas de alerta, aproximación a un objeto u obstáculo, cambio de dirección, cambio de nivel y fin de recorrido.
Sin embargo, en el cruce de la avenida Alfonso Ugarte y el jirón Carhuaz, solo existen patrones de guía direccional. Además, la pista y la vereda se encuentran a un mismo nivel. En ese sentido, esta intersección representa un gran riesgo para cualquier persona con discapacidad visual.
“No me di cuenta que pasé por un cruce. ¡La pista está al mismo nivel de la vereda y la señal podotáctil no cambia! Si estuviera sola, yo seguiría de frente. La municipalidad debe solucionar este problema y cambiar la textura del piso”, sostiene Johanna.
Así también, cerca al cruce de las avenidas Alfonso Ugarte y Bolivia, se evidenciaba huecos en las aceras alrededor de la señalética podotáctil.
El Comercio consultó a la Municipalidad de Lima (MML) y al municipio de Breña sobre la administración y fiscalización del estado de la señal podotáctil en la avenida Alfonso Ugarte. Hasta el cierre de esta edición, no se obtuvo respuesta.
El año pasado, la Dirección de Fiscalización y Sanciones del Conadis sancionó a un total de 64 entidades públicas y privadas por infringir los derechos de las personas con discapacidad. Entre ellas se encuentra la ATU con S/. 690.000 y la MML con S/. 105.800.
“Podemos diseñar de forma accesible una calle, pero si las personas con discapacidad no pueden subir al bus en un paradero cercano, se rompe la cadena de accesibilidad. En toda la ciudad, debe existir condiciones de accesibilidad universal para garantiza el derecho de todos los ciudadanos”,
¿Por qué no se respeta su derecho a viajar gratuitamente?
El Conadis emite dos tipos de carnés: celeste, para personas con discapacidad leve o moderada; y amarillo, para personas con discapacidad severa. Este último documento otorga el beneficio de viajar sin costo en el transporte público terrestre urbano e interurbano.
Sin embargo, las personas con discapacidad visual que entrevistó El Comercio aseguraron que pocas veces se respeta su derecho a viajar gratuitamente: “Si nos dejan subir [al transporte público] y mostramos el carné amarillo, la próxima vez nos identificarán y no nos permitan ingresar, porque no quieren que viajemos gratis”, relata Johny Ferrer (40). Él vive en Santa Anita y trabaja en Miraflores. Cada día gasta aproximadamente 10 soles en pasajes: toma dos mototaxis, dos buses y dos coasters.
De acuerdo con la Ley N° 30412, las empresas de transporte terrestre urbano e interurbano que no respeten el ‘Pase libre’ para las personas que cuenten con el carné amarillo del Conadis pueden ser multadas con el 20% de una UIT (S/.990).
En comunicación con El Comercio, Víctor Hugo Vargas, director de la Dirección de Fiscalización y Sanciones del Conadis, señaló que este año se han presentado 70 denuncias en comisarías de Lima por incumplimiento del ‘Pase libre’. “Desde el Conadis, promovemos y sensibilizamos a los operadores del transporte mediante talleres y activaciones para mejore el trato hacia las personas con discapacidad que viajan en transporte público”, indicó Vargas.
Así también, el Conadis informó a este Diario que 57.159 personas con discapacidad visual están inscritas en el registro de la institución.
El último censo nacional del 2017 estimó que en el Perú existen 3.209.000 personas con discapacidad. De acuerdo con el Perfil sociodemográfico de la población con discapacidad, la cantidad de personas con "dificultad de la visión" es de 1.550.196.
El Conadis indicó a este Diario que, hasta el día de hoy, el censo es el informe más preciso acerca del número de personas con discapacidad en el país.
No existe piso podotáctil en la Estación Central
Junto con Johanna, El Comercio comprobó que, a diferencia de las otras paradas, en la Estación Central del Metropolitano no existe piso podotáctil en las zonas de embarque. La superficie lisa de porcelanato dificulta la orientación y pone en riesgo a las personas con discapacidad.
Este Diario verificó que los orientadores en la Estación Central están atentos a ayudar a las personas con discapacidad visual. Sin embargo, como se explicó anteriormente, ellos deben tener la posibilidad de movilizarse de forma autónoma.
Al respecto, la ATU indicó a El Comercio que la entidad se “encuentra en un proceso de compra, que permitirá, de manera progresiva en un año, colocar esta importante ayuda [los pisos podotáctiles] en diferentes estaciones del Metropolitano”.