Abby Ardiles

Antes de morir, Antonio Yumbato pensó que esconderse en el baño era la mejor opción para evitar un robo. Tenía apenas 18 años y trabajaba como barbero en un local ubicado en El pasado 28 de noviembre, se encontraba reunido con tres compañeros de la barbería. Ahí compartían un momento de diversión, hasta que aproximadamente a la 1:30 p.m., un sujeto armado que vestía short plomo, polera y un casco de motocicleta, ingresó y encañonó a todos. La reacción inmediata de dos de sus compañeros fue entregar sus celulares, mientras que el joven de 18 años se levantó e intentó huir con un amigo. Ambos se pararon y caminaron con dirección al baño, pero solo uno logró entrar.

Barbería Chorrillos
Robo y asesinato de Antonio.

El delincuente armado exigía el dinero de la caja y los celulares, no le interesaba nada más. Yumbato, con miedo, solo levantaba las manos. La pistola estaba cada vez más cerca de él. Su compañero había entrado al baño buscando resguardo; él se quedó frente a frente con el pistolero que lo apuntaba y no logró escapar. De inmediato, recibió un golpe en la cabeza con la pistola mientras que el criminal lo llevaba hacia la caja. Minutos antes, el joven de 18 años había intentado esconder su celular. El asaltante se dio cuenta de eso. “Dame el teléfono, lo vas a esconder”, le gritó para luego apuntarle a la cara. Yumbato quiso quitarle el arma, pero solo consiguió un disparo en la mano, seguido por otros directos a su cabeza.

Aspecto físico del asesino de Chorrillos.
Aspecto físico del asesino de Chorrillos.

Tres balazos fueron suficientes para acabar con su vida. Sus últimas palabras fueron de auxilio. Mientras todo eso sucedía, su compañero que sí logró entrar al baño, seguía ahí escondido. Los otros dos que entregaron sus celulares, fueron testigos de los disparos y salieron corriendo. Cuando volvieron al lugar era muy tarde. Antonio estaba muerto y desangrado en el piso. Poco después de su muerte, un tío de Antonio falleció tras recibir la fatídica noticia de su asesinato.

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Lamentablemente, en menos de 24 horas, en Lima dos barberos fueron asesinados y otro resultó herido en un local. Los hechos sucedieron entre la noche del 27 de noviembre y la tarde del 28, en los distritos de Mi Perú, Barrios Altos y Chorrillos. Estos tres crímenes han puesto en alerta a miles de barberos del Perú que ahora exigen justicia, seguridad y garantías para trabajar. Tienen miedo. No saben quién puede ser el siguiente baleado o asesinado. “Esta es la gota que colmó el vaso”, dijo un representante del gremio a El Comercio.

Si bien no existe una cifra exacta de la cantidad de barberías que hay en Lima, en los grupos oficiales del sector se observan más de 80.000 integrantes. Un día antes del asesinato de Antonio, Guillermo Marrujo, de 27 años, recibió siete disparos al interior de su barbería. Los sicarios ingresaron aproximadamente a las 6:00 p.m. a su local ubicado en la cuadra 12 del jr. Áncash y lo balearon hasta en siete ocasiones. Solo habían pasado dos meses desde que abrió su negocio.

Esa misma noche, en Mi Perú, Jorge Armando Carlos Alava fue atacado a balazos en una barbería donde estaba sentado junto a otras personas. Gracias a la rápida intervención de las personas de la zona, él pudo ser trasladado hasta un hospital donde fue atendido y derivado al Hospital Carrión. Aunque lo último que se supo de él es que estaba en coma. La policía del Callao detuvo ayer a dos de los presuntos atacantes, identificados como Marcelo Palma y Roberto Fernández. El móvil de estos dos crímenes está en investigación, pero no se descarta un ajuste de cuentas por extorsión.

Barbería Mi Perú
Intento de asesinato. Fuente: PNP

Piden garantías para vivir

El Comercio conversó con tres representantes del sector de la estética y barberías, quienes declararon que los extorsionadores cobran desde S/3.000 hasta S/10.000 mensuales como cupo a los locales dependiendo de su ubicación. Señalaron que frente a esta ola de inseguridad ciudadana que afecta a toda la ciudad, muchos han decidido dejar de cortar cabello y dedicarse únicamente a enseñar como hacerlo a través de clases que se brindan con un aforo limitado y a puertas cerradas, para evitar ataques. Es decir, por seguridad prefieren no trabajar en locales con puertas abiertas a la calle.

“Muchos nos dedicamos a enseñar y evitamos estar en el local todo el día porque pueden entrar a robar, a matar, a extorsionar”, declaró un vocero.

Para ellos la barbería es un arte. Inician con una capacitación de seis meses, pero en realidad nunca dejan de estudiar. Muchos están en constante aprendizaje sobre nuevas técnicas, máquinas y productos. “Hay barberías que han cerrado (por extorsión). Lo único que eso genera es pérdida de negocio y temor”, narró un barbero.

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Como respuesta a los tres crímenes, los barberos se están organizando para realizar una marcha con dirección al Congreso de la República para exigir seguridad. “Esto no solo está sucediendo en el rubro de la barbería, sino en todos los negocios. La única manera de detener esto es con mayores acciones”, agregó otro.

Según cifras del Sistema de Información de Defunciones del Ministerio de Salud, en lo que va del año se han registrado 1.811 casos de homicidios a nivel nacional. En este contexto, la capital registra el mayor número de muertes, con un total de 749. En una entrega anterior este Diario expuso que casi el 80% de los homicidios involucró un arma de fuego y aproximadamente cada cuatro horas ocurría uno.

Una de las posibles causas del incremento de los homicidios se puede relacionar con la criminalidad organizada y sus actividades delictivas como la extorsión. “Marca una tendencia que va acompañada con el uso de armas de fuego, principalmente es muy probable que sean armas cortas”, dijo anteriormente el experto en seguridad ciudadana, Frank Casas.

Casas resaltó que es necesario investigar de dónde provienen las armas que emplean los delincuentes. Señaló que algunas investigaciones que se han realizado precisaron que las dos grandes fuentes del mercado ilegal de armas provienen de dos causas: desde el mercado legal mal regulado y la corrupción por parte de las Fuerzas Armadas.

“Las armas funcionan con municiones que también se mantienen desreguladas. Las personas pueden comprar municiones sin mucho control. Entonces ahí tenemos grandes problemas. Es muy probable que también cuando estas cifras del Sinadef se vinculen con otras fuentes de información los números crezcan”, declaró.