Andrea Regina Aguirre Concha, principal sospechosa del asesinato de Solsiret Rodríguez, es una exestudiante de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que se tardó tres años y medio para confesar que había descuartizado y ocultado el cuerpo de quien dijo ser amiga. Detrás de su perfil de activista por los derechos humanos y la lucha contra la violencia de género se escondería la autora de un crimen despreciable.
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Andrea nació en el distrito de Miraflores y en octubre cumplirá 29 años. Antes de conocer a su pareja, Kevin Villanueva Castillo, involucrado también en el crimen de Solsiret, la vida de la joven transcurría entre la universidad, la casa de su abuela y las marchas sociales.
Por la distancia que le implicaba ir desde Surco, donde estaba la casa de sus padres José Aguirre y Gisella Concha, hasta San Marcos, decidió mudarse con su abuela en el Cercado de Lima.
Desde sus inicios universitarios mostró interés por la defensa de los derechos humanos, por ello en el año 2013 postuló como dirigente estudiantil de su universidad. Su vocación de ayuda la motivó a participar como voluntaria del equipo Peruano de Antropología Forense. Aquí realizaba tareas como recoger y transcribir testimonios de los familiares de víctimas de desapariciones. Iba de dos a tres veces por semana.
Pero ese acercamiento al sufrimiento de personas que buscan un ser querido no fue lo que la llevó a confesar el crimen. Mientras los padres de Solsiret, Rosario Aybar y Carlos Rodríguez, clamaban por ayuda para encontrar a su hija, Andrea Aguirre continuaba con su vida sin aparente remordimiento.
Para los que tuvieron la oportunidad de trabajar con ella en el Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), Andrea era una persona pacífica y colaborativa. Así la recuerda la Directora de Operaciones de EPAF, Gisela Ortiz.
“Nunca había tenido un comportamiento violento, lo que sí es cierto es que Andrea cambió en los últimos tiempos; no sé si a raíz de involucrarse con su pareja pero cambió, ella inclusive venía regularmente pero dejó de asistir, pensamos que era por la universidad”, contó a este Diario su exjefa.
La especialista en desapariciones forzadas también recuerda que poco después de que salió un reportaje del programa televisivo Día D, en el 2017, donde se señalaba a Andrea como sospechosa del crimen, la llamó por teléfono y le mencionó del sufrimiento de la familia, que por el trabajo que había desempeñado sabía de la necesidad de conocer la verdad y por lo tanto cualquier información era útil. Andrea siguió negando los hechos, recuerda, y le dijo que todo eran especulaciones de la prensa y aseguró no saber nada de Solsiret.
De esta manera ocultaba que la víctima había muerto en su propia casa, cerca de sus hijos, que había sido desmembrada para luego trasladar y ocultar sus restos en la vivienda de su abuela en el Jirón Condesuyos del Cercado de Lima. Y dos meses después de la muerte de la activista utilizó el chip de su celular para dar de baja al número. Quería borrar todo rastro de Solsiret.
Ortiz también recuerda que el año pasado coincidieron en una actividad y le comentó que estaba bastante entusiasta porque iba a participar en un programa social lúdico para niños. Los miembros del equipo de EPAF que vieron de cerca su labor colaborando con familiares de desaparecidos están desconcertados por la manera cómo se mantuvo en silencio todos estos años. En un comunicado exigieron justicia.
- Trastorno antisocial -
La psicóloga clínica y psicoterapeuta, Giuliana Rivera, describe a Andrea Aguirre como una persona que presenta rasgos de trastorno de la personalidad antisocial, es decir, puede desempeñarse en cualquier ámbito y tener una vida paralela. Puede llegar incluso a caer muy bien para ocultar un hecho tan horrendo sin culpas.
“Ella ha tenido que disociar su personalidad para poder seguir y mirar a la cara a la gente, tiene una ausencia de remordimiento que es una característica del trastorno antisocial, tiene una frialdad absoluta. No ha sido así siempre pero ha tenido todos los rasgos del trastorno para que se active justo en la discusión con Solsiret”, describe la especialista.
Para las personas como Andrea, según la psicóloga, al tener conocimientos de cómo se buscan a las personas desaparecidas, le ha servido también para evitar que la relacionen con el crimen aprovechándose del deficiente interés de las autoridades en esclarecer el caso.
Andrea Aguirre enfrenta ahora, al igual que su pareja Kevin Villanueva, un pedido de prisión preventiva por nueve meses por la muerte de Solsiret.
La Policía Nacional también reveló esta mañana que Andrea posee una personalidad con rasgos de tipo narcisista, que tiene un elevado complejo de sí misma y que se percibe con capacidades superiores a los demás.
Además, que aparenta indiferencia e imperturbabilidad recíproca, y cree que es una persona de mérito especial, por lo que se siente por encima de las normas.
Sobre Kevin Villanueva se informó que posee una personalidad con rasgos de tipo inestable e inmaduro, con tendencia a la frustración, además de seguir las ideas y propuestas que se plantea.
El general Juan Carlos Sotil, jefe de la Dirincri, ha dicho que la principal hipótesis sobre la causa del crimen es que hubo una serie de desavenencias en el interior de este grupo familiar.