Ana Briceño

A Marisol Estela Alva le faltaba un año para culminar los estudios de Enfermería en el Instituto Arzobispo Loayza. Era de Cajamarca, tenía 25 años, y vivía en un cuarto alquilado, en San Juan de Miraflores, junto a su hermana. No se sentían alejadas de la familia. Su papá, Domingo Estela, viajaba seguido, desde Bambamarca, a visitarlas y a estar pendiente de ambas.

La última vez que estuvo en Lima fue hace dos semanas. En ese encuentro era imposible imaginar o sospechar siquiera que, días después, Marisol sería hallada muerta dentro de un cilindro, enterrado a tres metros de profundidad, en un terral, en . Su crimen se sumaría a la extensa lista de feminicidios ocurridos este año.

Con cincel y comba
La avenida Pachacutec divide los distritos de Villa el Salvador y Villa María del Triunfo. A lo largo de esta arteria principal uno puede observar montículos de basura, tierra y desmonte cada tres o cinco metros. “Los de Villa María del Triunfo son los que dejan su basura en la avenida”, se queja un vecino mientras espanta un mosquerío.

Los más incómodos con esta situación son los que viven en la Zona Industrial, en Villa el Salvador, quienes andan alertas de quién arroja los deshechos. Gracias a ese estado vigilante, tres vecinos, que son carpinteros, fueron los que hallaron el cilindro, con el cuerpo de Marisol, debajo de la tierra.

Todo habría empezado el lunes en la tarde. Los vecinos observaron una retroexcavadora en un terral elevado al costado de la avenida Pachacutec. A las ocho de la noche, uno de los carpinteros vio a cuatro sujetos metiendo un cilindro y removiendo la tierra en el mismo lugar. “Dejen de botar basura que acá hay niños”, les gritó. Los tipos, que parecían extranjeros, le dijeron que estaban haciendo un “pozo a tierra”, y se fueron en una minivan.

Con la sospecha de que había basura o desechos tóxicos escondidos debajo, esa noche, los tres vecinos cogieron sus palas y empezaron a cavar. La tenaz faena tardó hasta las dos de la mañana. La única luz que los alumbraba en ese momento era la de los celulares de curiosos, que a medida que avanzaba la excavación, se acercaban al lugar atraídos por saber qué se ocultaba debajo.

“Era un hoyo profundo, hemos cavado hasta que dimos, por fin, con una manta. Ahí pensé que, quizá, habían enterrado a un recién nacido. Avanzamos más y dimos con la tapa del cilindro. Un patrullero de la policía pasó por el lugar, pero ni caso nos hizo. Hemos sufrido un montón para sacar el cilindro. Los vecinos trajeron sogas, que de tanta fuerza se rompían, pero al final lo sacamos con ayuda de un policía, que llegó de madrugada”, cuenta uno de los que excavó por casi seis horas.

Al destapar la estructura metálica, encontraron cemento. Sin darse por vencidos, uno de los carpinteros trajo un cincel y una comba e hizo el primer agujero en el concreto. “Fue un hueco chico, pero suficiente para darnos cuenta de que adentro había un cuerpo. El olor era tremendo y cuando hacía más hoyos, mi cincel salía manchado de sangre”, relata.

La policía y los bomberos llegaron al lugar y con una sierra eléctrica lograron abrir el barril por completo. Lo que había dentro era el cuerpo de Marisol en estado de descomposición. La joven estaba posición fetal y llevaba puesta una chompa que tenía el logo del Instituto Arzobispo Loayza. Los vecinos estaban consternados, intentaban ver su rostro para saber si se trataba de alguien conocida de la zona. Los agentes del Departamento de Investigación Criminal de Villa el Salvador trasladaron el cadáver a la Morgue Central de Lima para que sea identificado.

Los tres carpinteros, que prefieren no dar sus nombres, se preguntan ahora si hicieron bien o mal en desenterrar el cilindro. “Tenemos miedo de que nos pase algo malo por haber hecho eso. No creemos que la policía nos proteja”, comentan preocupados.

Un suboficial del Ejército es el sospechoso
En la Morgue Central de Lima, María Carranza, tía de Marisol confirmó, llorosa, a los periodistas que el cuerpo hallado era el de su sobrina. No sabían nada de ella. Mientras se terminaba esta nota, Domingo Estela, el papá de la joven, viajaba desde Bambamarca a Lima para retirar los restos de su hija y poder velarla. “Exijo la cadena perpetua para el culpable”, demandó la tía. “Era muy alegre y trabajadora”, dice, con los ojos enrojecidos, su primo, Marco, afuera de la Morgue.

Marisol tenía una relación de seis años con Luis Genaro Estebes Rodríguez, de 32 años, el sospechoso del crimen en estos momentos, de acuerdo a las indagaciones de la policía. Vive en Villa María del Triunfo y desde el lunes, a las seis de la tarde, su familia desconoce su paradero. Tampoco contesta el celular.

“Lamentamos mucho lo que ha sucedido con Marisol. Era una chica buena, que siempre llegaba a la casa. Estaba estudiando. No sabemos qué ha pasado. Mi hijo no llega a la casa”, dice, vía telefónica, María, la mamá de Luis Estebes. La mujer rompe en llanto cuando se le informa que su hijo es sospechoso del asesinato.

Estebes es suboficial del Ejército del Perú. “En mi casa preparamos pasteles y los distribuimos al personal del Ejército. Es un negocio que mi hijo tiene y Marisol también trabajaba con nosotros”, cuenta la mamá.

Bella Calle, prima de Marisol, dice que el teléfono de la víctima dejó de timbrar la mañana del lunes y que su última conexión en el Whatsapp fue la noche de ese mismo día. Marisol habría estado sola en su cuarto los últimos días. Su hermana Rosmery, con quien comparte la habitación, se encontraba Cajamarca. El lunes, Luis la llamó por teléfono para decirle: “Marisol no está conmigo. Se ha ido a Cajamarca”. Esa llamada le pareció extraña y, por eso, pidió a sus familiares de Lima que, por favor, acudan a la comisaría porque temía que algo malo le hubiese pasado a su hermana. Pero, quizá en ese momento, Marisol ya estaba muerta.

Tras conocer que es el principal sospechoso, el Comando del Ejército Peruano informó que el Sistema de Inspectoría ha dispuesto abrir una investigación preliminar sobre del Suboficial de 2da EP Luis Estebes Rodríguez.

Tiene antecedentes
América Noticias reveló que el sospechoso del crimen tiene hasta tres antecedentes policiales. En el 2015, fue denunciado dos veces por lesiones graves y agresiones físicas tras protagonizar peleas en la vía pública. En tanto, en 2017 fue intervenido por la policía al conducir un vehículo en estado de ebriedad.

Confirman que fue acuchillada
El informe de necropsia practicado al cuerpo de la víctima confirmó que Estela fue atacada con un arma punzocortante. El informe agrega que el cadáver de la mujer de 25 años estaba en descomposición cuando fue encontrado en el cilindro rellenado de concreto, ácido muriático y cal.

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