¿Quiénes y cómo bautizan a las bandas de delincuentes?
¿Quiénes y cómo bautizan a las bandas de delincuentes?
Pierina Chicoma Castro

En la comisaría del Rímac empezará una conferencia de prensa. El jefe de la dependencia revisa los apuntes que lleva en la mano y dice que está listo. Las cámaras y grabadoras se encienden. 

“Señores de la prensa –dice el comisario–, hemos capturado a una banda de delincuentes que asaltaba a sus víctimas utilizando armas blancas. Ellos son denominados Los Pulpines del Rímac [...]”.

La risa, apenas contenida por los periodistas, interrumpe la exposición del oficial. Pero esto no parece perturbarlo. Continúa su discurso y muestra los cuchillos y destornilladores que los ‘pulpines’ utilizaban para atracar en el norte de Lima. 

Los cuatro detenidos son muchachos de entre 15 y 18 años. Uno de los policías que participó en la captura asegura que precisamente por su corta edad los bautizaron como ‘pulpines’. El término hace referencia al jugo de frutas Pulpín, una bebida orientada a escolares. Con esa palabra también se bautizó a la derogada ley del régimen laboral juvenil. Esta norma fue elaborada por el Gobierno, pero luego fue desestimada por la presión de jóvenes que salieron a protestar en Lima. 

ENTRE MARCAS Y ‘APRETONES’
Entre enero y julio, la policía ha arrestado a integrantes de más de 800 bandas criminales en Lima. Casi todas recibieron un nombre para identificarlas ante la prensa. Los Apretones de Gamarra, Los Gatilleros del Callao, Los Sedapaleros, Los Elegantes de Miraflores, Los Bujieros de Tomás Marsano, Los Paseritos de Guyana y Los Raqueteros de Amancaes son solo algunas.

Hace solo tres días cayeron en San Juan de Lurigancho Los Injertos de Bayóvar y Cerro Camote. Ante los medios ellos fueron presentados como feroces extorsionadores que operan en el distrito más poblado del país.

‘BALLENÓN’ Y SUS SIRENAS
Un periodista que trabaja en el diario “El Popular” recuerda que hace unos años atraparon a tres delincuentes dedicados a ‘raquetear’ (robar al paso) en el Callao. El cabecilla de la banda era un sujeto enorme, de casi dos metros y moreno. El reportero lo apodó ‘ballenón’. Como este sujeto no delinquía solo, sino acompañado por dos mujeres, el periodista confiesa que, en consenso con uno de los policías, decidieron bautizarlos como ‘Ballenón y sus sirenas’. 

Casos similares ocurren en el “Trome”, diario especializado en noticias policiales. Una de sus reporteras cuenta que hace dos meses la policía atrapó a siete delincuentes que extorsionaban a comerciantes de Gamarra. Los agentes de dicha dependencia quisieron llamarlos Los Malditos de La Victoria, pero la reportera se opuso debido a que así ya se conocía a otras bandas. El nombre que quedó fue Los Terribles de Gamarra.

HISTORIA DE FEROCES Y MALDITOS
Una banda que causó pavor en la década de los años noventa fue Los Malditos del FAL. Sus miembros asaltaban y secuestraban en carreteras, y empleaban fusiles automáticos ligeros, que son armas de guerra. 

Años después vinieron Los Destructores, que fueron conocidos como la banda más sanguinaria del Callao y se especula que incluso hoy sus cabecillas ordenan asesinatos y crímenes desde los penales. Y hace poco, Los Charlies de Breña sembraban el terror en la capital.  Además de participar en secuestros, robos y asesinatos, se comprobó  que habían reclutado a policías.

Hoy hacen noticia Los Malditos de Bayóvar, quienes serían los principales responsables de las extorsiones en San Juan de Lurigancho. Se trata de al menos dos generaciones de delincuentes que heredaron las tácticas de ataque y la brutalidad de sus antecesores como una codiciada reputación.

DIFERENCIACIÓN ENTRE BANDAS
Más allá de los estrambóticos nombres que se les asigna a las organizaciones criminales, estos ‘bautizos’ no son solo bromas para las personas dedicadas a combatir el crimen. Entre ellos está un general de la policía que conversó esta semana con El Comercio y que prefiere mantenerse en el anonimato. El oficial explica que, en su experiencia, a veces los delincuentes son los más interesados en diferenciarse de otras bandas  y “marcar su territorio”. “Algunas bandas de delincuentes sí crean sus nombres, los pintan en las paredes y puertas de las viviendas para distinguir lo que consideran que es su propiedad”, señala el general.

En Lima pululan ‘malditos’, ‘sedapaleros’ y ‘bujieros’. Son nombres que pueden causar risa a muchos ciudadanos o a periodistas. Lo que sí no resulta gracioso es que la inseguridad ciudadana siga siendo la principal preocupación de los limeños.

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