Muchos limeños recién escuchamos sobre la asombrosa piedra de Saywite cuando el Banco de la Reserva eligió esta joya de la cultura inca para la octava moneda de la serie numismática Orgullo y Riqueza del Perú.
Sin embargo, en la cuadra 10 de la Av. Camino Real, en San Isidro, entre modernos edificios, hoteles de lujo y extensas áreas verdes se ubica una réplica muy detallada, que incluso conserva la dimensión original de la roca: 11 metros de circunferencia, 4 metros de diámetro y 2.5 metros de alto.
La réplica está dedicada al ex presidente Fernando Belaúnde Terry, quien impulsó la interconexión entre las tres regiones del país a través de carreteras.
Como la original, ubicada en el Complejo Arqueológico de Saywite, en Curahuasi (Apurímac), el monolito de granito de San Isidro tiene 200 figuras talladas en alto relieve. Gracias a una escalera que permite subir hasta la altura de la roca, pueden verse las montañas, depresiones, quebradas, flancos verticales, lagunas, ríos, reservorios y campos de cultivo tallados en la piedra. Si se agudiza la vista también pueden descubrirse los felinos y deidades antropomorfas, dispuestas en parejas en las fuentes de agua, tal como se conservan en la Piedra de Saywite original.
Para hacerla todavía más fiel a la talla ancestral, la réplica de San Isidro incluye las caídas de agua que apuntan hacia los cuatro puntos cardinales, una característica relevante de la mayoría de construcciones religiosas prehispánicas.